La nata

ITAM
Foto: Cortesía

Por Miguel Ángel Zebadúa Carboney

Un lastre de corrupción histórica. Es lo que ha heredado el gobierno actual. Se trata de más de 70 años de priísmo junto con 12 de panismo. La ilusión hecha engaño parapetada en un expresión rara y confusa hecha eco: “transición a la democracia”. O sea que el país entró de lleno a la modernidad política sólo porque se le permitió a la derecha gobernar y con ello el  la cleptocracia continuar frotándose las manos y adueñándose del país para su negocio infinito. Si desde la altura del poder político habían borrado prácticamente todo lo que en un momento fue de la nación mediante la corrupción, entonces toda la pirámide social se corroe hasta el agente de tránsito municipal.

Afirmaciones tan cerca de lo que es el mexicano heredadas también de la cultura del viejo régimen prianista, que la corrupción es cultural, que la corrupción somos todos, que quién no transa no avanza, que un político pobre es un pobre político, provocan en muchos risas y poco sonrojo. Hasta hoy, siguen saliendo noticias ligadas directamente con la corrupción y es posible que continúen. Las medicinas y herramientas hospitalarios -producción, distribución y costo-, el huachicoleo, Odebrecht, caso Collado…

Si sumamos esta a las anteriores antes y posterior a las privatizaciones, la suma sube.

En esta atrofia había estado asociada a la institución educativa privada, el Instituto Tecnológico Autónomo de México, ITAM, porque muchos de sus egresados pasaron a ser parte del gobierno -panista y priísta- e implantar los postulados del ortodoxo credo neoliberal en el poder político, económico, financiero, comercial y cultural. Una especie de políticos convertidos en empresarios gracias al poder. Muchos de estos académicos y políticos “prominentes” como se les presenta, están a cargo de –adivinaron-: empresas privadas. Ernesto Zedillo en la universidad de Yale es uno, otro es Pedro Aspe con una línea aérea privada en México. Otros, como José Gurría, ex secretario de hacienda, es actualmente Secretario General de uno de los organismos internacionales ligado a las políticas económicas en México y en América Latina, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos, OCDE. Y antes de ocupar puestos en el gobierno, algunos fueron alumnos en universidades norteamericanas y a su regreso ocuparon puestos estratégicos en el gobierno, como Felipe Calderón quien fue Secretario de Energía, Salinas, por su parte, lo fue en Programación y Presupuesto, y Fox como empleado de una transnacional gringa. Pese haber estudiado en una universidad privada, Enrique Peña curiosamente no proviene de este tronco políticamente hereditario, pero sus hombres cercanos sí.

Las opiniones de algunos estudiantes en el video mostrado en redes virtuales sobre el ITAM hizo ver en realidad que uno de sus pilares ideológicos es el “neoporfirismo”, palabra que trata de colocar como similar a la política económica de la dictadura del general Porfirio Díaz (1876-1910) en términos de acceso a la inversión extranjera y privilegiar a unos cuantos, ha hecho hasta hoy reaccionar a muchos enojados creyentes del dogma neoliberal que padece México (pobreza, violencia, endeudamiento, desempleo, privatización del petróleo) desde los años ochentas. En rigor, ni Fox ni Calderón se apartaron de ese término. Se confirma con ello la relación entre política y negocio. Pero también se destruye un “mito”: aquel que quiere hacer creer que la educación privada es mejor que la pública. El círculo se cierra con políticos, algunos medios de comunicación masiva, instituciones educativas y, ahora, abogados. Todos sirvieron y sirven para seguir intentando convencer lo que supuestamente le haría bien al país en la educación (el modelo por competencias donde la OCDE y el Banco Mundial o la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional hacen su papel), en la economía (no injerencia del Estado y permitir privatizaciones masivas desde 1982)

Sólo les faltó desaparecer el alma o la muerte de los mexic@nos.

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