Es la lectura estúpidos
Ernesto Gómez Pananá
Hace algunos días se supo por la prensa que existe la posibilidad de que el Centro Cultural José Emilio Pacheco (CCJEP) dejará de pertenecer al Fondo de Cultura Económica. Incluso se mencionó a otro consorcio librero como potencial nuevo responsable del espacio.
Las razones y las falsas soluciones no son nuevas. Me explico.
Si bien no existen estadísticas específicas al respecto, es evidente que, en medio de tantísimos otros problemas, el de los bajos niveles de lectura en Chiapas termina siendo secundario.
México reporta niveles de lectura que suelen parecer alarmantes: menos de dos libros al año es lo que lee en promedio cada persona en nuestro país. En Chiapas, la realidad puede que sea aún más “alarmante”
El problema de los bajos niveles de lectura, que es en su origen un problema de educación y formación de infantes y adolescentes a los que ni sus padres, ni sus maestros, ni su entorno les fomenta la lectura: crecen y se convierten en padres y maestros de otra generación de niños y niñas igualmente no lectores. Y así, ad eternum.
Ahora bien, a lo largo de décadas, las estrategias públicas y privadas de fomento a la lectura se han centrado no en la lectura, sino en los libros. Día Nacional de Libro, docenas de ferias del libro, hartas secciones de recomendación de libros en radio y TV: esto es un poco como si la estrategia para prevenir la caries en los mexicanos se concentrara en promover los cepillos de dientes como un objeto y no el cepillado dental como un hábito.
Para comprender mejor el problema de las librerías en Chiapas, basta con asomarse a las librerías que existen en Tuxtla: Pocas, semivacías, sobreviviendo. Recuerdo incluso el caso, de años antes de la llegada del FCE a Tuxtla, cuando igualmente se anunció con bombo y platillo la apertura de la sucursal Porrúa-Unach. Era un espacio moderno, lleno de luz, con estantes repletos de novedades literarias, de clásicos y de libros técnicos (igualito que sucedió en la inauguración del CCJEP). Era un sitio que tenía vida. Años después, luce gris y enfermo, como intentando sobrevivir ¿La razón? La misma por la que ahora es el CCJEP corre el riesgo de cerrar: los números no le dan.
Crear una librería o un centro cultural es para cualquier político, un motivo de lucimiento. Ningún político dirá públicamente que no le interesa fomentar la cultura o en este caso, la lectura, ni mucho menos dirá que no recuerda los tres libros que han marcado su vida. Ninguno. El problema es que un sitio como Tuxtla Gutiérrez no tiene una cultura lectora como para mantener una librería como la del Fondo de Cultura Económica. Y seguro habrá quien diga que esta es una opinión pesimista y que es mejor pensar cosas chingonas. Coincido también, y aquí aterrizo con una opción y un eje.
El eje: un auténtico fomento a la lectura.
La opción: Cambiar el paradigma y entender que lo que necesita Chiapas no son más librerías. No. Para lo que hoy somos ya tenemos suficientes.
¿Y qué es lo que necesitamos entonces? más bibliotecas funcionales, es decir, bibliotecas con acervos actualizados y permanentemente enriquecidos, con políticas de acercamiento, visitas, incentivo y préstamo. Bibliotecas vivas a las que puedan llegar a hacer tareas niñas y niños desde la primaria y en adelante que lleguen luego a leer por gusto, a leer ahí o a hacer préstamos para llevarse los libros a casa.
Entender también que para crear un centro cultural o una biblioteca no hacen falta millones para un edificio precioso. Basta una caja con 15 clásicos y un promotor de la lectura que ame su oficio.
Mientras quienes toman las decisiones sigan entendiendo la lectura como un asunto de librerías seguiremos patinando en círculos y lo que es peor, las nuevas generaciones de chiapaneques seguirán leyendo menos de un libro al año.
Ojalá y el Fondo de Cultura Económica no se vaya de Chiapas, pero ojalá también de la mano de este, los nuevos gobiernos instrumenten una auténtica política de fomento a la lectura que llegue, en burro o bicicleta, a todos los rincones de nuestro estado.
Lo cierto es que El Fondo de cultura no posee ni es dueña de ese local. es únicamente el proveedor principal y todos los gastos corren por cuenta de la UNACH,
El cambio de editorial se debe, seguramente, a que no están generando suficientes recursos para que, al menos salgan tablas.
La apuesta por Porrua es porque seguramente tiene mejores propuestas, lo que no sabemos es para quien, la promoción de la cultura o para los bolsillos de alguien mas.