Se destapan los primeros candidatos independientes para «cenaduría»
Me mostraron la carta, firmada y con el sello de Partido donde se me ofrecía una Senaduría para el 2018. Al principio quise ponerme indigno, pues era claro que con ese regalo intentaban comprar mi moderación. Pero luego reflexioné:
Desde la Cámara Alta puedo tener mayor influencia y servir mejor a mi amado Chiapas. Total, era sólo cosa de tener “Serenidad y Paciencia” Leí el documento con cuidado, dije que sí y me vestí para la Cena donde se celebraría la firma del pacto.
No quise ir solo, por aquello de alguna traición, así que me llevé a mis amigos Natán, a quien había yo contemplado como mi Suplente (pero no le había dicho nada, pues sería sorpresa) y a don Rochito Cundapí, mi fiel escudero.
El chofer nos dejó en un lugar que no parecía de esos restoranes elegantes a donde suelen los políticos gastarse los miles que el pueblo hambreado paga con sus impuestos; al contrario, era algo que ni a botanero llegaba. Ni siquiera servían cervezas, sólo empalagosas aguas de jamaica, horchata, tamarino y cocacolas. El licenciado Nigenda, al que acabábamos de conocer, nos dijo que estuviéramos cómodos y ordenó ¡Pásate ya la cena, Lupita!
Mis amigos, entre bocado y bocado de tlayudas y garnachas, me hacían preguntas con los ojos:
¿Así se celebraba un pacto político de tan alto nivel?
¡Vacilada parece, don Ray!
Nigenda reía con sus largos bigotes y contaba chistes políticos. Y ya satisfecho de haber cumplido con su labor de anfitrión, bajó su tono de alegría y me dijo:
Zenteno, el Partido se siente muy orgulloso de que te hayas subido a nuestro tren –lo dijo con arrobamiento, me extendió el documento y, como yo lo había leído horas antes, simplemente firmé. Hay un pequeño problema –agregó despreocupado –un errorcito de ortografía, cosita de nada.
Tras otra tanda de abrazos se despidió. Ya sin ojos ajenos don Rochito le entró duro a la tlayuda, en tanto que Natán se apresuró a leer la copia del documento. Vi que puso cara de incredulidad (aun no le había dicho nada sobre la curul) y, luego de ponerse rojo, soltó una carcajada.
¡Ya vi cuál es el errorcito de ortografía!
Me dijo que acababa yo de firmar un documento donde aceptaba un asiento en la “Cenaduría La República”, mismo lugar donde nos encontrábamos ahora, y me comprometía, a cambio de cena gratis por un año, a serle fiel al Partido que me había honrado con tan digno cargo.
Mis amigos pidieron más jajajamaica y yo sentí cómo me fui cayendo, cayendo… cayendo… cayendo…
Cantó un gallo.
jajajaja!!
muy bueno!!
hacía mucho que no leía algo de humor costumbrista, el cual disfruto mucho
qué bueno que hay quienes aun lo cultivan!!
saludos y éxito
BRILLANTE Y AMENO :)
NO POR ELLO SIMPLE!