La ciencia económica y la Navidad
Es la época de vacaciones casi obligatorias, de los abrazos, de las reconciliaciones, los buenos deseos, de las reuniones familiares, de las gremiales y es cuando las generaciones de antaño se buscan para convivir y recordar tiempos pasados.
Es la Navidad. Que en México la época inicia prácticamente con la celebración de la Virgen de Guadalupe y termina con el día de reyes. Coloquialmente a estas tres semanas se les conoce como el Maratón Guadalupe-Reyes.
Se abandona la dieta, se recorren miles de kilómetros para estar con la familia, se presentan también excesos con las bebidas embriagantes; pero todo ello tiene implicaciones de tipo económico que en muchas ocasiones termina en la llamada “cuesta de enero”. Que no es más que la urgencia de resarcir los gastos -muchas veces excesivos- de las fiestas y los regalos otorgados.
Las vacaciones, -que son un derecho constitucional- reciben el aliciente del aguinaldo, que es una remuneración monetaria también normada por las leyes nacionales. Pero con el suceden dos cosas casi exactas: o lo utilizas para el pago de tus deudas acumuladas durante el año o lo malgastas en los regalos y las fiestas de la época.
Al menos claro está que seas alto funcionario, diputado, senador, magistrado o tengan alta jerarquía laboral que haga que accedas a un aguinaldo bastante más alto que el resto de los mortales.
Para evitar que la población incurra en malas prácticas con este derecho laboral, el gobierno solo intenta atajar la metralla de la publicidad de los grandes almacenes y los prestadores de servicio con tímidas recomendaciones que se pierden en la maraña publicitaria y solo se refieren a evitar gastar de más, a tener cuidado con las compras de fin de año, a prever las complicaciones de la cuesta de enero y a denunciar los abusos de los comerciantes.
Porque además, la época termina con el inicio de un nuevo año y con él comienza el ciclo de nuevos impuestos, la escalada de precios, las proyecciones sobre la inflación y en general -para el caso de las economías como la mexicana y chiapaneca que mucho dependen de la derrama económica gubernamental- la puesta en marcha de los mecanismos que regulan el llamado “gasto de inversión” estatal.
Pero más allá de las cuestiones de cuentas nacionales, de demanda agregada, de los asuntos presupuestales estatales y federales que prevén el comportamiento de la economía en su conjunto para el año venidero; hay tendencias en el comportamiento social de estas fechas que analiza la ciencia económica.
No son pocos los economistas que creen que esta época de intercambio de regalos, de mala administración del aguinaldo o de incluso no recibirlo, es característica de una “economía de mercado” que tiende a convertirse en una “sociedad de mercado” donde lo monetario o el valor de los regalos sustituyen el afecto y la convivencia.
Incluso existen otras fechas en el calendario como el día de San Valentín, el de las Madres, el de la Familia etcétera que las buenas intenciones familiares se expresan vía entrega de regalos lo que genera la polémica.
En ese sentido los economistas; que en una suerte ejercicio usando la teoría de juegos -herramienta que intenta entender el comportamiento de los fenómenos económicos a través de examinar los efectos y consecuencias de las decisiones individuales para encontrar la mejor de ellas- han comenzado ya con rigor académico a analizar los efectos microeconómicos y personales de la navidad.
Uno de los trabajos pioneros fue de Joel Waldfogel[i], de la U of M (Universidad de Minnesota), que dice que cada Navidad es una «orgía de destrucción de la riqueza»: el motivo según Waldfogel es la tradición de intercambiar y de realizar regalos a los compañeros de trabajo y la familia.
Waldfogel razona de la siguiente manera: cuando alguien se compra algo para sí mismo, lo hace porque valora más ese producto que el dinero que dio a cambio. Con los obsequios a pesar de las buenas intenciones de quienes nos los hacen, no sucede así; porque la probabilidad nos dice que aunque necesitemos ese producto, generalmente deseamos otra cosa. ¿Cuántas veces Santa Claus o los Reyes Magos nos trajeron otra cosa y no lo que realmente deseábamos?, de acuerdo a las posibilidades de nuestros padres claro está.
Por lo tanto, para Waldfogel el regalo para quien lo recibe, tiene un valor menor al precio que se ha pagado por él. A esta diferencia, Waldfogel la llama “la destrucción de la riqueza.
Este año la Universidad de Chicago, famosa mundialmente por aportar al mundo el “neoliberalismo”, le pidió a académicos notables de Estados Unidos realizaran pequeñas reflexiones sobre los regalos navideños y las fiestas. La respuesta de los investigadores fue rotunda y apabullante: “mejor regale dinero”; pero acotaron que al hacerlo correría el riesgo que sea considerado como un ser humano sin emociones.
Pero si dejamos atrás los sentimientos; el efectivo es el regalo más eficiente y la economía del comportamiento (sub rama de la economía) sugiere que el “cash” es una estrategia efectiva cuando se trata de complacer a los adolescentes.
Otras investigaciones apuntan también que las mujeres tienden a planear y comprar sus regalos antes y mejor que los hombres y que los padres de familia prevén mejor las compras que los que no tienen hijos.
La economía del comportamiento; específicamente los estudios sobre la navidad y las fechas festivas son todavía muy recientes en la ciencia económica. Pero los análisis están aumentado, asunto bastante bueno en tiempos económicos difíciles como el que vivimos globalmente, cuando los gobiernos nacionales como la gente común están tratando desesperadamente de ahorrar dinero.
La otra cara de la moneda es que obviamente regalar efectivo carece completamente de espíritu festivo, asunto no menor tratándose de la Navidad. Precisamente aquí es donde falla el mercado.
De acuerdo con Waldfogel el mercado de la Navidad es un total fracaso, porque el mercado pierde eficiencia cuando alguien más compra en nuestro nombre.
La mejor persona para comprar cosas para usted es precisamente usted. Pero evidentemente que esto haría está época muy fría y sin el espíritu festivo que la caracteriza.
Nada racional supera a la sensación de querer abrir un regalo sorpresa obsequiado por un ser querido. Pero este tipo de estudios perfeccionan los fundamentos económicos y con el tiempo se aplican en la vida cotidiana.
No importa lo que usted prefiera y cuál es su actitud ante las fiestas decembrinas y los regalos. Lo importante es disfrutar lo que queremos y dar un paso hacia la solidaridad social.
Porque si usted se quebró la cabeza con los regalos, debe de estar consciente de que mucha gente a nuestro alrededor no le alcanzó para nada el aguinaldo o ni siquiera lo recibió o peor aún, sueña con tenerlo algún día.
Le deseo lo mejor y buena suerte este 2014.
Twitter: @GerardoCoutino
Correo: geracouti@hotmail.com
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