Las urnas, riesgosa apuesta del EZLN

EZLN
Foto: Ángeles Mariscal

La apuesta del Ejército Zapatista de Liberación Nacional de lanzar una candidatura presidencial independiente en la figura de una mujer indígena, tiene fortalezas y debilidades, pero su efecto más previsible está en el impacto que tendrá en el tablero que se venía configurando para la sucesión presidencial del 2018.

La eventual postulación de una aspirante de EZLN a la Presidencia de la República de entrada le serviría a la organización para salir del marasmo político en que se encuentra. Sólo el procedimiento para cumplir con el requisito de conseguir 280 mil firmas de apoyo, la pondrá de nuevo en el escaparate mediático y en la agenda nacional. Esta quizá sea su principal intención porque es improbable que llegue a ser uno de los principales contendientes. Lo que sí es probable es que esa candidatura independiente pueda captar a un grueso número de votantes hartos de los partidos y de los políticos tradicionales, y también de aquellos sectores marginales de la sociedad cuyas particulares demandas han sido desdeñadas por el PRI, PAN, PRD, PVEM y hasta el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena); la idea de impulsar a una mujer y no un hombre, adquiere sentido en este contexto, en la medida en que se identifica con un sector de importancia política creciente y que podría ir aglutinando movimientos reivindicatorios semejantes como los homosexuales, lésbicos y transgénero.

Quien resulte la candidata del EZLN no tendrá muchas posibilidades de triunfo en un país racista y machista como México, donde también la manipulación del electorado vía programas clientelares tiene un gran peso para orientar las preferencias; sin embargo, está llamada a jugar un papel protagónico en la exploración de alternativas que oxigenen a nuestro decadente sistema democrático. La abanderada zapatista no ganará en el 2018, pero obtendrá triunfos vitales como el renacimiento de su organización y la reinserción del problema indígena en la agenda nacional, que presupone también una aportación referente a las ideas de justicia y libertad desde la perspectiva indígena.

Como bien lo sugería el título del comunicado donde el EZLN informa sobre su decisión de incursionar en la lucha electoral, la iniciativa cimbró ya el núcleo del sistema político mexicano. Paradójicamente, a quienes más beneficia una participante independiente en el sector progresista es al partido en el poder, el PRI, y los otros dos más importantes, el PAN y el PRD, porque en teoría estaría debilitando la eventual candidatura de su principal adversario, Andrés Manuel López Obrador, al dispersar el voto en el segmento social que el tabasqueño ha trabajado durante muchos años. “Es hacerle el juego al gobierno”, reaccionó el dirigente nacional de Morena.

Pero más que enojarse o lanzar descalificaciones, Andrés Manuel debió estar ya prevenido para una candidatura de ese tipo, pues desde hace tiempo existen visos de que en cualquier momento se presentarían, ya fuera el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez, Jorge G. Castañeda o el exrector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente.

Lo que la coyuntura sugiere es que López Obrador debe serenarse e ir pensando en replantear su estrategia ganar más adeptos en esa franja del electorado a la que se abocará el zapatismo que, dicho sea de paso, no tiene asegurado todo el voto de los indígenas del país, o hasta se podría pensar que no es allí donde está su voto duro.

Por su parte, el EZLN debe construir una candidatura independiente coherente, bien definida por sus principios y demandas, con propuestas audaces y aterrizables no sólo para las etnias sino para todo el país; a pesar de sus pocas probabilidades, debe erigirse como una opción seria y responsable. Porque de lo contrario, podría perder prestigio y desfigurarse como movimiento social; pero sobre todo, para no quedar como esquirol al servicio de los grupos de poder, una percepción que permea en quienes piensan que en el 2018 debe haber un presidente no salido de las filas del PRI y el PAN.

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