La dudosa «reinvención» del verde
El Verde Ecologista de México (PVEM), partido gobernante en Chiapas, presentó su relanzamieto el domingo pasado en la denominada Asamblea Estatal Ordinaria de su Consejo Político Estatal. Lo hizo con un nuevo eslogan (“Podemos hacerlo mejor”) y con un falso sentimiento de culpa. Porque a pesar de que reconoce que ha cometido errores y de ofrecer que se reinventará y que será un mejor partido, “más ciudadano, más incluyente”, lo cierto es que el evento de San Cristóbal de Las Casas es el arranque de la estrategia electoral que tiene como objetivo principal conservar el poder por seis años más en una coyuntura adversa por los malos resultados del gobierno de Manuel Velasco Coello.
El acto político del PVEM, al que acudieron un senador, diputados federales y locales, alcaldes y dirigentes municipales, tuvo como primer objetivo mostrar un grupo compacto para tratar de difuminar las percepciones de división que se gestaron por las pugnas internas entre las principales camarillas que se disputan el control del partido con miras al 2018.
Está claro que a pesar de que la marca ha bajado sus bonos en el mercado político, para muchos las siglas del Verde siguen siendo la única oportunidad que tienen para aspirar a posiciones de representación popular, sobre todo por las ventajas que representa pertenecer a una organización que funciona más como un apéndice electoral de gobierno que como partido.
El discurso del dirigente estatal, Eduardo Ramírez Aguilar, deja entrever la decadencia del PVEM como partido gobernante, pues acepta entre líneas que en poco más de tres años de administración estatal ha perdido la confianza de la gente, que ha estado desapegado de la ciudadanía y que ha sido excluyente en la cooptación de sus liderazgos internos. Incluso el también presidente del Congreso local reconoce las peores prácticas del partido: “Hoy inicia una nueva etapa, en donde buscaremos a quienes verdaderamente representen los intereses de la gente, ya no más amiguismos y compadrazgos, se cierra ese ciclo del partido, porque para fortalecer nuestra democracia interna, el terreno debe ser parejo para todas y todos”.
El problema aquí, sin embargo, es de confianza y de congruencia, porque resulta difícil darle credibilidad a esos intentos de autocrítica, de arrepentimiento y a las promesas de renovación, cuando los mismos que hoy claman benevolencia ciudadana, son los que traicionaron su apoyo y además son los que seguirán manejando verticalmente las riendas del partido.
Cómo creer en un partido que se dice democrático cuando no se asume como una parte de la sociedad, pues desde ahora ya muestra señales de sus intenciones avasalladoras de partido único: “hay que revivir el ánimo de aquellos que perdieron la confianza en nosotros, demostrándoles que más que un color, hoy somos un ejército de soldados dispuestos a partirnos el alma por Chiapas”.
Cómo interpretar que quienes violaron sistemáticamente la paridad de género en la designación de candidatos en las elecciones locales del 2015, ahora ofrezcan “garantizar el 80 por ciento de presidentas en la renovación de los Comités Directivos Municipales”.
La credibilidad política no es un dogma de fe, es más un asunto de principios, congruencia y buenos resultados; en ese sentido y como en esos aspectos el Verde no tiene grandes activos, hará todo lo posible por atraer la clientela electoral. Ya empezó por la retórica y por las imposturas mediáticas, luego seguirá el show de las elecciones internas y después las campañas disfrazadas. El guión es el mismo.
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