Educación, reconciliación y rediseño institucional
En declaraciones recientes a la prensa, el secretario de Educación en Chiapas, Roberto Domínguez Castellanos hizo un llamado a la reconciliación al interior del magisterio y con el resto de la sociedad. El exhorto es pertinente porque sin duda el movimiento magisterial que duró cuatro meses y debido a la magnitud de su impacto en lo político, económico y social, generó un notable fenómeno de polarización en los chiapanecos.
El último mes del paro comandado por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), fue emblemático de esas expresiones de división. Los empresarios, uno de los sectores más afectados por las acciones de protesta de los maestros se mostraron particularmente hostiles al plantón en el centro de la capital, a los bloqueos carreteros, a la retención de transportes de carga y a la toma de plazas comerciales. Los mismos empleados de estos establecimientos tuvieron tensas fricciones con los profesores, porque impedir hasta por tres o cuatro días días el acceso a los negocios, afectaba sensiblemente sus ingresos económicos.
Las redes sociales fueron un espejo fiel de esa polarización entre quienes ya estaban hastiados del caos vial, de la violación del derecho al libre tránsito, de la incertidumbre del futuro educativo de sus hijos, y los que en el extremo opuesto defendían el derecho del magisterio a luchar contra la llamada Reforma Educativa que, a su juicio, amenaza conquistas laborales y la educación gratuita en México.
Cuando llegó la fecha formal del inicio del ciclo escolar, no fueron pocos los conatos de violencia entre padres que querían que las escuelas abrieran para que sus hijos reanudaran clases, y maestros y papás que impedían el acceso a las instalaciones, además de amenazar con represalias a quienes intentaran romper los candados de las puertas.
La división llegó hasta las entrañas del movimiento magisterial y fue bastante evidente cuando después de más de 120 días de protestas tuvieron que votar por la continuidad del paro o finalizarlo. En la víspera de la definición, el ala “ultra” de la CNTE desconoció a la dirigencia acusándolos de haber traicionado la lucha al negociar con el gobierno ignorando el mandato de las bases. El día que se levantó el plantón, luego de una tensa asamblea estatal, los líderes no fueron bajados de “vendidos” y “corruptos”. Y sobra decir cómo quedó de lastimada la relación magisterio-gobierno estatal, después de que éste recurrentemente descalificó las acciones del sindicato y emprendió el procedimiento administrativo para despedir a cientos de maestros.
Bajo este clima hostil, es indudable la pertinencia de un proceso de reconciliación que sane las heridas y diluya los resentimientos, que restablezca los lazos de confianza. Y para ello tiene que haber de parte de todos los involucrados tolerancia, madurez y voluntad de volver a trabajar juntos, guiados por el interés superior de la educación de las nuevas generaciones.
Pero más allá de la reconciliación que propone Domínguez, que no debe quedarse sólo en el plano de las relaciones humanas, la gran tarea pendiente en la actual coyuntura de la reforma educativa, es el necesario rediseño de la Secretaría de Educación estatal para deshacerse de los lastres y las mafias que se han enquistado en la institución, pero sobre todo, para darle viabilidad a los renovados programas educativos, a las exigencias de selección y evaluación del personal docente, así como a la reorientación y transparencia del uso de los recursos públicos en esta área estratégica para el desarrollo de Chiapas.
No sabemos si haya voluntad política para emprender una iniciativa de este calado en la presente administración, pero tarde o temprano tendrá que plantearse si en verdad se quiere sanear la institución que está carcomida por las perniciosas camarillas de la burocracia gubernamental y sindical. Pudiéramos aventurar a decir que el secretario Domínguez Castellanos tiene la gran oportunidad de iniciar esa reforma, pero vemos que hoy anda un poco distraído en las grillas internas del Partido Revolucionario Institucional, que busca relevar a su dirigencia en el estado.
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