Conclusiones preliminares sobre conflicto magisterial
El paro magisterial encabezado por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación en Chiapas es un movimiento roto. Comparado con episodios anteriores, ahora no ha podido conseguir sus objetivos sindicales por sí mismo y para fortalecerse se ha visto en la necesidad coyuntural de apoyarse en otras organizaciones populares de baja influencia o de nueva creación; las alianzas la robustecen en volumen y beligerancia, pero le resta fuerza para negociar sus demandas particulares, pues tiene que incorporar otras con las cuales las bases docentes no necesariamente estarían de acuerdo. Los límites temporales de la protesta también han sido rebasados; si bien la Sección 7 tenía previsto un conflicto prolongado, no contemplaba llegar a los 60 días y menos en las actuales condiciones, donde ni siquiera hay visos de negociación con las autoridades federales; la estrategia de los profesores para conseguir recursos que sostengan el movimiento puede darle mayor tiempo de vida, pero el desgaste de dos meses le cobrará factura adelgazando su legitimidad interna, lo cual obligará a mantener la “lealtad” sindical con medidas coercitivas. Un tercer factor de quiebre está en el reflujo de la lucha del magisterio a nivel nacional; los acuerdos con el gobierno pactados por la Sección 22 de Oaxaca –cabeza emblemática de la protesta— dislocó la dimensión del movimiento; pese a que se quedaron en el Distrito Federal contingentes representativos de varios estados, su impacto disminuyó notablemente y obligó a replantear su estrategia desde los bastiones locales; ante el repliegue de otras secciones la CNTE-Chiapas, según sus líderes, pretenden retomar el “liderazgo nacional” de la lucha en la ciudad de México, lo cual parece inviable en las condiciones actuales de desgaste y falta de cohesión gremial.
—La dirigencia de la Sección VII del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, dominada por integrantes de la CNTE, se encuentran en una coyuntura crítica. A dos meses de haber estallado el paro no han logrado los resultados esperados. Su intento de negociar en México con el gobierno federal ha resultado infructuoso y al parecer no les quedará más remedio que establecer una mesa de diálogo con el gobierno del estado. Seguir alargando un conflicto donde hay pocas probabilidades de ganar, podría incluso costarles el puesto y permitir el regreso de la facción oficialista que había mantenido el poder del sindicato hasta hace poco.
—Los maestros de la CNTE aseguran estar luchando a favor de la educación pública y contra la privatización educativa, pero a dos meses del paro laboral la matrícula de los colegios particulares sigue creciendo; muchos padres que tenían a sus hijos en escuelas públicas han decidido cambiarlos de institución para que no pierdan el ciclo; otros están pagando clases particulares en espera de que concluya el conflicto.
—El conflicto magisterial no sólo ha confrontado a los docentes con el gobierno, también a la sociedad. Un sector apoya las demandas de los profesores sindicalizados, ya sea por convicción, por solidaridad o simplemente por oponerse a los gobernantes. En el otro extremo se ubican quienes descalifican al movimiento, los que le reclaman el uso de estrategias de lucha caducas y los afectados por el plantón, sean empresarios, empleados, automovilistas o ciudadanos de a pie. El rechazo se expresa nítidamente en esta coyuntura; sin embargo, la animadversión se ha cultivado durante muchos años a través de la percepción dominante que asocia la figura del maestro con la falta de preparación, la irresponsabilidad o con una profesión fácil, que se puede comprar y es bien pagada.
—Ante la ausencia de un canal de debate abierto en los medios escritos y electrónicos, las redes sociales se han convertido en una arena pública para la discusión o el debate, donde no pocas veces se cae en la descalificación. Es un buen aliciente para seguir oreando los asuntos e interés público.
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