El «mijis»: nuevos modos
Desde el tiempo de los romanos o desde la misma Grecia, la política ha sido en mucho espectáculo, teatralidad, actuación. En estas primeras dos décadas del siglo XXI, el modelo continúo: políticas y políticos con autos de lujo, elegantes portafolios y séquitos de ayudantes. Diputaciones, secretarías o cualquier otro rimbombante nombramiento convierte a las personas en expertos capaces de opinar sobre lo que sea, casi siempre con rimbombantes conceptos y sofisticadas afirmaciones.
Pero el molde no es de piedra y cada cierto tiempo surgen figuras nuevas que desafían el modelo, refrescan el ambiente y posibilitan una cierta evolución.
Hoy, en este Galimatías semanal traigo el caso de una joven newyorkina que es la antítesis de un torpe y acartonado Trump y lo encara con irreverencia y desenfado. Hablo de Alexandria Ocasio-Cortez. Congresista por el distrito 14 de Nueva York.
Ocasio-Cortez representa mucho de todo aquello que no ha sido -ni es- la clase política norteamericana: Alexandria no es una política de carrera. Alexandria es una mujer de origen puertorriqueño y piel oscura que pocos meses atrás doblaba turno trabajando por las mañanas como camarera y por las noches sirviendo tragos en un bar para pagarse la vida.
El Bronx es uno de los sitios con mayores carencias del estado de Nueva York -una especie de Iztapalapa en CdMx o Patria Nueva aquí en Tuxtla-. Allí nació y se crió Alexandria y allí hizo campaña, desafiando a políticos tradicionales, con modos y propuestas nuevas: puerta por puerta Alexandria habló de universalizar el acceso a la salud, de ampliar el acceso de los jóvenes a la universidad o incluso de la legalización de la marihuana, expresando al respecto que además de un asunto de salud pública, es también un asunto de discriminación racial, pues mientras son blancos los que se llevan las ganancias, es el sector afroamericano el que pone los muertos.
Ya incorporada al congreso, no deja de hacer política con lenguaje y actitudes nuevas: con elegancia y claridad, ha evidenciado las pifias y desaciertos del Presidente Trump. Lo ha acusado abiertamente de racista, ha cuestionado su ética o su ignorancia respecto del calentamiento global. Ha sido la piedra en su zapato.
Hace algunas semanas, intentaron dar un golpe a su carrera al publicar un vídeo de sus tiempos universitarios en Boston, en el que ella aparece -aún más joven, jovencísima- cantando y bailando en una azotea soleada. Error. Ella respondió grabando un nuevo vídeo en que se acerca a la puerta de su oficina en el Congreso cantando la misma tonada y bailando los mismos pasos. Millones de vistas al video. Refrescante.
Hoy, México inicia lo que pretende ser una época nueva, impulsada por una clase política con un buen número de rostros también nuevos. No me detendré aquí a analizar subdirecciones, ni difusiones, ni poetas ni modistas. Ni a favor ni en contra. No es necesario.
Traigo a cuenta a Pedro Carrizales, mejor conocido como El Mijis, diputado local por Morena en el Congreso de San Luis Potosí.
El diputado Mijis -como Alexandria- ganó su distrito caminando sus calles, rompiendo modelos: en vez de traje y corbata, usa mezclilla, tenis y playeras para visibilizar a jóvenes que como él, suelen ser estigmatizados por su imagen; hablando de su época de chavo banda, cuando probó todo, estuvo en prisión, tocó fondo y se renovó. Ese es El Mijis.
En días pasados, este personaje dio muestra de su asertividad y su potencial como político. Ante un tuit en el que el columnista Ricardo Alemán le cuestionaba su inteligencia y socarronamente se burlaba de su anhelo de llegar a presidente de Mexico, El Mijis respondió señalando que en su agenda legislativa trabaja para ampliar la protección al libre trabajo periodístico. Bofetada con guante blanco.
Y luego, en entrevista, Chumel Torres le preguntó que cuál actividad -la política o las pandillas- era más peligrosa. El diputado respondió que la diferencia es que en las pandillas el enemigo ataca de frente y en la política por la espalda. Grande Mijis! Buena falta nos hacen inteligencias frescas y anhelos descriptivos. Ser uno más para transformar y no uno más para nomás llevar la fiesta en paz.
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