Autocentrismo: Nuestros conceptos de tiempo, distancia y estatus
La crisis gasolinera que se vive en algunas regiones del país pone sobre la mesa diferentes cuestiones. Evidencia por un lado, y con brutal claridad, que es el sistema político mismo el que está lleno de fugas y ductos podridos. Las redes que llevan la gasolina por nuestro país son las mismas redes por las que se riega multidireccionalmente la corrupción. Por acción u omisión, casi nadie estamos a salvo. Triste foto.
Por otro lado, la emergencia huachicolera deja en claro lo que quisiera describir como nuestra dependencia energética, y no me refiero a nuestra necesidad de importar gasolinas del extranjero. No.
Me refiero más bien a esta circunstancia occidental-aspiracional-urbana-pronorteamericana que convierte al automóvil en el eje de nuestra movilidad.
Viajar un auto es sinónimo de rapidez, de comodidad, de estatus.
Ya lo decía el presidente Fox, todos los mexicanos aspiramos -según él- a “tele, vocho y changarro”, algo así. Y preocupante -en mi opinión- es que algo hay de cierto en ello, al menos en nuestra clase media.
Y para reforzar esta dependencia, tenemos sistemas de transporte público deficientes e insuficientes que se suman a vías de comunicación urbana pensadas para el automóvil y nunca para sistemas de movilidad alternativa.
La aparente escasez de gasolina hoy es resultado de decisiones políticas. Dentro de algunas décadas dicha escasez no será aparente, será definitiva e irreversible. El petróleo, como el amor, parece que no son infinitos. Y parece también, que como en las rupturas amorosas, no estamos preparados para ello.
Y cómo “prepararnos”? En principio, ayudaría cuestionar nuestra cultura autocentrista -aunque esta sea solo aspiracional-
En segundo analizar, cuestionar y replantear nuestros conceptos de “distancia” y “rapidez” y aquí pongo el ejemplo de Tuxtla Gutiérrez, y aterrizo mi conclusión.
Cuando en lo personal argumento mi determinación de transportarme preferentemente en bicicleta por nuestras calles, con frecuencia escucho comentarios como “yo haría lo mismo pero es que aquí los automovilistas no respetan”, cosa completamente cierta, tan cierta como que solo ganando el espacio ahí, en la vía pública podremos transformar.
Otros me preguntan si no llego a mi destino “asoleado y empapado en sudor” y respondo que es cosa de organizarse y calcular el tiempo suficiente para llegar a una cita con minutos previos para recuperarme y “limpiar el sudor” (que asco llegar sudando el cuerpo-mejor llegar contaminando el planeta)
Tuxtla es una ciudad ciertamente calurosa la mayor parte del año, pero es también una ciudad que al menos en su trazo original, de la Diana Cazadora a La (ex) Fuente y de la 9a Sur a 5a Norte, tiene un trazo vial cartesiano perfecto, en una superficie prácticamente plana, condiciones más que idóneas para ser una ciudad con alta movilidad ciclística.
Cosa de superar nuestra dependencia energética y nuestro autocentrismo. Cosa de redefinir nuestro conceptos de distancia, rapidez y hasta de estatus -hay bicicletas que valen más que un auto compacto. Cosa de visión gubernamental para fortalecer la movilidad múltiple.
Cosa de entender que otro mundo es posible.
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