Definición de lluvia
¿Alguien tiene una amiga que se llama Lluvia? ¿Alguien tiene una mascota con tal nombre? Yo sí tengo una amiga que se llama Lluvia y conozco una chuchita que responde a tal nombre. Lo bueno es que la mascota no vive en la misma casa de mi amiga que, supe hace apenas dos semanas, realiza trámites para cambiarse de nombre.
Este inicio significa que el diccionario tiene una definición incompleta cuando señala que lluvia es “Agua que cae de las nubes”. ¿Por qué el diccionario no contempla que Lluvia es nombre de mujer o de mascotas?
Mi amiga Lluvia se cambiará el nombre porque no le gusta llamarse así. En el trabajo, algunos compañeros comenzaron a acosarla, comenzaron a decirle Lluvia Ácida. De esto bastó un paso para que todos dijeran en voz baja: “Ahí viene la ácida”.
Le pregunté qué nombre elegirá, me dijo que se llamara Helena, así, con hache. Dice que desde siempre le ha gustado el nombre de Helena y si la comparan la compararán con Helena de Troya.
Romeo, por el contrario, asegura que le gusta el nombre de Lluvia y así llamará a su hija que nacerá en enero de 2018. Dice que será como una lluvia de bendiciones, una lluvia de luz, una lluvia de pétalos inmaculados. Romeo es un romántico empedernido. Espero que su hija, cuando tenga edad suficiente, reconozca su nombre y le guste llamarse Lluvia y llueva por todas las parcelas de sus afectos.
Si a mí me preguntaran, entre Lluvia y Helena elegiría Lluvia, porque pienso igual que Romeo: Que el nombre es eufónico y (cosa obvia) baja del cielo.
Sé de comunidades donde dan gracias a la naturaleza cada vez que la lluvia bendice sus tierras que están como huesos de perro sediento.
Así pues, la lluvia sólo es caída de agua. Mucha gente la emplea para describir un paisaje melancólico donde cae una lluvia de hojas secas; o para admitir la gracia de la compañía de una muchacha bonita, cuando el muchacho le dice que ella es la lluvia que moja su piel cada noche.
La chuchita que se llama Lluvia la veo más pizpireta que el hermano que se llama Colibrí. Éste es un chucho que no vuela; en cambio, Lluvia se desliza por el pasamano de la escalera como si fuera un río.
Me encanta ver cómo Lluvia mueve la cola y se para en sus dos patas traseras cuando su ama (mi amiga Rocío) la llama: “Lluvia, lluvia, lluvia”. Sé que cada vez que Rocío llama a su perrita, algo bueno se formula en los cielos de la tierra.
Laco Zepeda, en uno de sus famosos relatos, cuenta cómo el personaje invocaba al viento llamándolo con insistencia: “Viento, viento, viento”. Así suena Rocío cuando llama a su perrita. Creo que de los elementos, el menos simbólico es la tierra, porque ¿quién invoca al lodo o al polvo? “Polvo, polvo, polvo” es rezo infructuoso. Cuando alguien, como el personaje de Laco, invoca al aire: “Viento, viento, viento” está desenredando a un brioso corcel. Lo mismo sucede cuando Rocío llama a su chuchita: “Lluvia, lluvia, lluvia”, algo como una dicha asoma su carita en el cristal del aire.
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