Las mujeres viudas víctimas de la guerra sucia en Chiapas y su demanda de justicia

El 05 y 06 de marzo del año en curso, se realizó en San Cristóbal de Las Casas un homenaje de conmemoración a la memoria de Arturo Albores Velasco, a 36 años de su asesinato. La actividad fue convocada por la Organización Proletaria Emiliano Zapata (OPEZ) y la Organización Campesina Emiliano Zapata (OCEZ); organizaciones en las que militaba. Además de honrar su memoria, la actividad convocó a un debate en torno al “pasado, presente y futuro del movimiento social en Chiapas”. En la actividad estuvimos presentes las y los compañeros de lucha de Arturo. De la voz y testimonios de los presentes, recordamos la persecución, violencia, y la represión de Estado que sufrimos en los años ochenta y noventa; en una época a la que se le ha llamado “guerra sucia”.

La Guerra Sucia en México, refiere a un conjunto de acciones represivas militares y paramilitares, de grupos privados, que se implementaron para acabar con los movimientos de oposición, amada y política. Sus acciones estaban encaminadas a reprimir y acabar con las luchas sociales. En Chiapas, se eliminaron dirigentes sociales; se cometieron varios casos de tortura, asesinatos políticos, ejecuciones sumarias, y atentados contra defensores de derechos humanos. En México y Chiapas, estas acciones fueron de carácter selectivo, para aterrorizar a la población y contener la organización comunitaria y la lucha por la tierra. Numerosos compañeros de distintas organizaciones sociales fueron asesinados y/o encarcelados durante los gobiernos de Absalón Castellanos y Patrocinio González Garrido.

En esos años, una de las características de esa lucha fue el accionar de las mujeres viudas, esposas de los dirigentes asesinados, o familiares de los presos políticos. De este tema versó una de las ponencias presentadas en este foro, que honró, no solamente la figura de Arturo Albores, sino también de las mujeres compañeras, como Maricela Gonzáles, su esposa. Y, de Nelly Márquez viuda de Rubio, esposa de Agustín Rubio; también asesinado en un atentado carretero.

En el foro, se ponderó la rebeldía de estas mujeres que durante años sostuvieron las luchas y la memoria de sus compañeros. De ello me voy a ocupar en esta contribución, reconociendo su fuerza y valentía. Con frecuencia, ellas continuaron las luchas después de la muerte de los compañeros.

 

Maricela González Jurado y Arturo Albores Velasco: un legado compartido.

En el libro “Pueblos Originarios y Campesinos en la defensa de sus Derechos Humanos. Presos políticos en la defensa de sus derechos humanos en la cárcel de Cerro Hueco en Chiapas (1981-1982)”, publicado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos en el año 2021 (CNDH, 2021)[i], se recupera la historia de la resistencia del dirigente social Arturo Albores, desde el reclusorio, como preso político de un régimen represor de los gobernadores chiapanecos en la década de los ochenta, del siglo XX. El libro integrado con 389 páginas recupera documentos escritos por Arturo Albores, y sus memorias en la cárcel, en particular en la huelga de hambre en el reclusorio.

FUENTE: (CNDH, 2021:196)

El libro es de la autoría de la arquitecta Maricela González Jurado, esposa y viuda de Arturo Albores Velasco, quien fue preso político durante los años 1981-1982. El libro, con abundantes viñetas que elaboraron los hijos de Arturo y Maricela, es un texto ameno. Ofrece un contexto de época en el que se destaca la emergencia del movimiento campesino indígena desde los años setenta, siendo el parteaguas el Congreso Indígena de 1974. Y, a partir de allí una efervescencia de la lucha por la tierra; y la reacción represora de los finqueros, sus guardias blancas y la complicidad del gobierno del estado, que se resistían al reparto agrario. Caracterizó a la época, el origen del desmantelamiento del partido de Estado. La emergencia de las organizaciones independientes, y la defensa del régimen que realizaban las organizaciones campesinas corporativas, como la Central Nacional Campesina (CNC); que actuaron muchas veces como grupos de choque.

De un gran valor es el Capítulo siete del volumen. En esta sección cuyo título es “Las esposas de los presos políticos y la violación de sus derechos humanos”. se recuperan las luchas, resistencias y sufrimientos de las mujeres familiares de los presos políticos. Además de Arturo Albores, fueron detenidos Victórico Hernández Martínez y Agustín de la Torre Hernández; los tres relacionados con las luchas del pueblo de Carranza y de la Organización Campesina Emiliano Zapata.

Es un texto muy original. Tiene la característica de su polifonía, escrito con las voces y las palabras de Arturo Albores, el preso político que estaba en la Cárcel de Cerro Hueco, en Tuxtla Gutiérrez, y su esposa Maricela González Jurado, quien, desde el exilio en distintos lugares, luchaba por la liberación de su esposo y de los otros presos. En un abundante intercambio epistolar, Arturo y Maricela expresaban su emoción y aspiraciones por lo nuevo que nacería: el de una nueva sociedad justa, por la que luchaban y a la que estaban contribuyendo a crear; pero también los sueños sobre el bebe que nacería, ya que Maricela estaba embarazada. Cuando detuvieron a su esposo tenía dos meses de embarazo. Aún en esta condición Maricela resistió. Ella tenía cinco órdenes de aprensión por delitos inventados, por lo que fue también perseguida. Arturo y Maricela vivieron a salto de mata, perseguidos, refugiándose con frecuencia en las montañas.

El capítulo siete del libro, recupera las otras historias, aquellas que no se ven, la de las mujeres esposas de los líderes políticos; quienes, pese a que participan en luchas compartidas, sin embargo son invisibles. Así, ha sido frecuente que aun, desde la pluma de los compañeros activistas y desde la academia; cuando se habla de liderazgos del movimiento campesino e indígena, los únicos que son nombrados; los protagonistas visibles, son las figuras masculinas.

La cultura patriarcal registra la historia con mirada de hombre, y se omite reconocer la presencia de las mujeres, sobre todo de las esposas, o su pareja. Omiten decir, que la mayoría de ellas eran también activistas, participando muchas veces en acciones conjuntas de lucha. Compartiendo la violencia, la persecución y el riesgo. Las mujeres esposas de activistas, están acostumbradas a luchar junto a sus maridos. No podía ser de otra manera: en este caso, era la lucha por la tierra de la comunidad de Venustiano Carranza. Y, las amenazas sobre el hombre eran en realidad para toda la familia.

Aunque no queda registrada en la historia, las mujeres también hemos sido víctimas de atentados y agresiones. En una familia de activistas, no está únicamente en riesgo él líder, sino también la esposa y los hijos. En este sentido, la historia que se recoge en este libro no es únicamente la de Arturo, Victórico y Agustín. Sino también la de Maricela y las otras mujeres; las esposas de los otros presos políticos, con los que Arturo compartía esa condición. Mérito que se reconoce a la autora de hacerse, y hacerlas visibles.

La lucha de estas mujeres tenía un perfil particular. El activismo de las mujeres esposas de los presos era el que mantenía el interés público en los presos a través de sus denuncias. Ellas eran las que movilizaban; estaban presentes en las protestas en la calle. De su participación en plantones y marchas, y recordaban los nombres de los esposos presos. Con su protesta hacían visible la indignación por el injusto encarcelamiento de los compañeros. Y, el dolor embargaba a la familia y a la comunidad cuando eran torturados, o finamente sentenciados, sin obtener su libertad.

De no ser por su indignación y de su accionar beligerante; las acciones políticas de los presos, desde el reclusorio, como las huelgas de hambre, no hubieran tenido la resonancia que ganaron. No hubieran sido visibles y no hubieran tenido el impacto que condujeron a la liberación de algunos de ellos, después de dos años de su detención, entre 1981 y 1982.

Son las esposas quienes tienen que lidiar con un mundo desconocido, al tener que litigar a favor de sus esposos. Muchas veces eran compañeras de pueblos indígenas, con frecuencia sin un dominio técnico del español. Recorrían las oficinas en búsqueda de aliados, y se esforzaban por el entendimiento de las leyes, y el acceso a los expedientes, buscando demostrar la inocencia de su ser querido, y pugnar por lograr mejores condiciones carcelarias. Demandando siempre el derecho a una justicia pronta y expedita. Al mismo tiempo que seguían luchando por la recuperación de la tierra y los derechos de la comunidad.

En esta condición, las mujeres sufrieron múltiples violaciones a sus derechos humanos; pero no solo ellas, sino también sus hijos; quienes fueron privados del derecho a la paternidad, de crecer en una familia. Además de un progresivo empobrecimiento por los gastos que demandaba la defensa de los presos.

“Cuando detuvieron a VH (Victórico Hernández) su esposa estaba embarazada y con niño de tres años; tenía que realizar las visitas con su pequeño y la apoyaba la comunidad, pero generalmente tenía que resolver sus problemas por ella misma. Nació su hijita y su esposo (estaba) en el penal; él estaba desesperado porque no pudo ayudar a su esposa en el momento del nacimiento. En una ocasión, su esposa se transportaba con una comisión en un carro que se accidentó, fue golpeada en la cintura, así que su hijita nació fracturada de su cadera; una de las jóvenes mujeres salió violentamente del automóvil y murió al instante. VH estuvo encarcelado por siete años, siendo inocente.” (González, 2001:187)

Es de destacar el heroísmo de esas mujeres, que actuaban en varios frentes. Las esposas de los presos eran mujeres rebeldes y organizadas, acostumbradas a luchar junto a las causas colectivas, con su marido y la comunidad. Además, participan en distintos frentes de lucha, al ser parte de movimientos sociales amplios, como la Coordinadora Nacional Plan de Ayala y el Frente Nacional contra la Represión (FNCR). Eran mujeres valientes y aguerridas, su lucha era por la justicia; fueron mujeres transformadoras, aunque sus nombres quedaron en el olvido.

La lucha de Maricela y las mujeres esposas de los presos de Cerro Hueco, denunciaron violaciones a sus Derechos Humanos. Es la misma autora, quien los recapitula:

¿Cuáles son los derechos humanos violentados de las “esposas de Cerro Hueco”? el derecho a la justicia y a la libertad; el derecho a ser respetada como mujer y madre de familia, y como esposa: el derecho a defender a sus presos políticos y expresarse libremente, cancelando cualquier orden de aprehensión. El derecho a las audiencias y acceso a los expedientes; el derecho a un traductor, en el caso de las mujeres indígenas, y a un licenciado que las asesore sin extorsión alguna. El derecho a participar en mejorar las condiciones cancelarias que afectan a sus maridos presos injustamente. El derecho a una justicia pronta y expedita (2001:183).

Después de obtener su libertad en 1982, siete años después, el 6 de marzo de 1989, Arturo Albores fue asesinado en la ciudad capital de Tuxtla Gutiérrez. Después de su muerte, su esposa, la viuda Maricela González Jurado, junto con sus hijos, continuó su lucha; movilizada para exigir el esclarecimiento y castigo para los asesinos de su esposo. Al mismo tiempo que se encargó de documentar su legado. El libro de su autoría publicado en el año 2021, es un ejemplo de ello.

Agustín Rubio y Nelly Márquez. Obtenido del Muro de Facebook de José Jesús Langarica Márquez/2 de noviembre de 2017

Nelly Márquez de Rubio: su lucha por la justicia

En su condición de viuda, Maricela continuó luchando, engrosando la lista de la categoría de “mujeres viudas que luchan”; esposas de líderes sociales asesinados que se mantienen en la resistencia. Hasta nuestros días, ella, y sus hijos, se esfuerzan por cultivar su memoria, y su legado; pero también construir su propia lucha, una agenda por la justicia. Así, con este talante, conocimos a otras mujeres viudas, luchadoras sociales. Este es el caso de Nelly Márquez, viuda de Agustín Rubio Montoya.

Agustín, era un líder social integrante de la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC) y militante del Partido de la Revolución Democrática (PRD). En 1994 se desempeñaba como coordinador de la campaña de don Amado Avendaño Figueroa, prestigiado periodista, quien buscaba la gubernatura de Chiapas como candidato de la Asamblea Estatal del Pueblo Chiapaneco (AEDEPECH). El 25 de julio DE 1994, el candidato sufrió un atentado. En una carretera en la costa chiapaneca un tráiler arrolló el vehículo en el que viajaba, junto con su equipo de campaña. El resultado fue trágico. El candidato perdió un ojo y Agustín Rubio perdió la vida. Junto con él, mueren dos colaboradores más, Rigoberto Mauricio Villafuerte y Jorge Ernesto Fonseca García.

Agustín había desarrollado su vida política junto con su esposa Nelly Márquez, ambos eran activistas y sus acciones regularmente las realizaban de forma coordinada. Su esfuerzo lo dirigieron en gran medida, a consolidar al Partido de la Revolución Democrática (PRD), de la que eran fundadores. Nelly fue una histórica luchadora social. Fundadora del Partido Socialista Unificado de México (PSUM) en el año de 1982, y fundadora también del Partido Mexicano Socialista (PMS), en 1987, donde luchó al lado de Agustín, por esa izquierda que ahora pocos, o casi nadie recuerda. Y, que por ello nos parece relevante honrar su memoria.

El impacto de la muerte de su pareja dejó a Nelly devastada. Y, comenzó una batalla por la verdad y la justicia. Tocó numerosas puertas. Demandaba el esclarecimiento de los hechos y resarcimiento del daño moral y económico. Nelly construyó una identidad política como viuda: “Nelly Márquez viuda de Rubio”.

A partir de entonces, Nelly desplegó una lucha a favor de los derechos de las viudas y sus hijos, constituyendo la asociación “Viudas por la democracia”. Y sumó varias decenas de ellas en Chiapas y otras regiones de México. El organismo de Derechos Humanos Noria Research México y Centroamérica A.C., documentó la violencia político-electoral en los años noventa en México (3 de junio de 2021)[ii]. Contabilizó que durante el periodo 1989-2024, fueron 265 personas militantes del PRD los que cayeron asesinados en el país. El 64% fueron muertos en contexto electoral; el10% durante la campaña y 54% en contextos poselectorales.

La conflictividad imperante se vinculaba con las tensiones que trajo consigo la resistencia del partido de Estado al pluralismo político. La llamada “transición democrática” se realizó con una extrema violencia, estaba claramente vinculada con el negacionismo de los cacicazgos y aparatos de poder, en los espacios locales del Partido Revolucionario Institucional (PRI), frente a la construcción del PRD y la llegada del pluralismo electoral. Esta última, casi siempre alimentada por una militancia campesina, indígena, magisterial y estudiantil.

Por otra parte, durante este periodo, la fuente menciona que la violencia se dirigía principalmente hacia los hombres, lo cual se puede explicar por la escasa visibilidad (que no participación) de las mujeres en la vida política de la época. Esto puede explicar su baja mortalidad (3% de los casos registrados son mujeres). Al invisibilizar a las mujeres, la fuente no observa, que las mujeres vivían otro tipo de violencias. Al ser parejas, era muy probable que ellas también hubieran compartido otras agresiones, como allanamiento de morada familiar; despojos del patrimonio familiar, entre otros. Así como enfrentar el dolor del asesinato del padre de los hijos e hijas, privándoles de la paternidad, y muchas veces, del proveedor de la familia.

Estas y otras razones alimentaban la indignación de Nelly Márquez. Era una mujer valiente y coherente. Además de sus causas personales, Nelly se preocupó por las otras mujeres viudas, que sufrieron la pérdida de su estabilidad de vida; por motivo de la represión política partidaria. Era otro tipo de violencia, la de vivir como viudas, ellas y sus hijos. Muchas de las viudas fueron despojadas del patrimonio de la pareja y en ocasiones expulsados de la comunidad y de la casa familiar.

En los foros políticos en los que Nelly participaba, solía mencionar que, con la muerte de casi tres centenares de luchadores sociales, e integrantes del Partido de la Revolución Democrática (PRD) asesinados, se habían quedado en el desamparo igual número de mujeres y cerca de cinco mil niños, sin que las autoridades locales y federales hubieran resarcido el daño moral y económico, que representó para estas familias la pérdida de esas vidas. En una entrevista periodística se recogen sus palabras:

Nelly Márquez viuda de Rubio, presidenta de la asociación civil «Viudas por la Democracia», señaló que han quedado impunes los asesinatos, por razones políticas de los militantes perredistas, quienes lo único que hicieron fue contribuir al movimiento democratizador del estado de Chiapas, el cual repercutiría en una mejor condición de vida para las y los ciudadanos de esta entidad tan plural y diversa. (…) Indicó que durante los últimos 11 años las viudas de luchadores sociales, militantes del PRD en Chiapas, han pugnado porque el gobierno local y el partido del sol azteca indemnicen a cientos de mujeres y miles de niños que han quedado en completo desamparo, ya que el único apoyo moral y económico era el de los acaecidos. En la historia reciente de México, el movimiento nacional democratizador que surgió en 1988 se ha fortalecido con el consecuente saldo de asesinatos políticos», el cual cada día enluta a cientos de hogares chiapanecos, dijo.” (Cimac, 2 de mayo de 2021)[iii].

Por ello, Nelly Márquez viuda de Rubio demandó a los actores políticos, al gobierno y a los partidos políticos, principalmente al PRD, que no queden impunes los crímenes políticos, y al mismo tiempo asuman la responsabilidad que tienen con los familiares de los líderes sociales. Ya que estos pagaron con su vida los avances de la democracia en el país.

El objetivo de «Viudas por la Democracia», era denunciar a nivel nacional e internacional los hechos de impunidad de los asesinatos políticos y exigir una pensión vitalicia para todas las viudas políticas y sus hijos. Por este motivo, parte de su lucha fue demandar a los gobiernos federal y del estado la creación de una Comisión de la Verdad (Cimac, 15 diciembre, 2001)[iv]. Iniciativa pionera que sería materializada a nivel nacional, apenas en 2023, en términos de acopio y documentación; pero sin consecuencias de reparación para las víctimas

Después de una batalla por la vida, el 27 de abril murió Nelly Márquez viuda de Rubio, reconociéndole su lucha por la justicia y por dignificar la vida de las viudas y sus hijos. En su trascender, se encontró con Agustín para continuar su andar juntos, en la aspiración del cambio democrático.

Cierre final. Las viudas: las olvidadas de las olvidadas

Sí las mujeres somos invisibles como sujetos políticos, las viudas lo son aún más. Históricamente han sido una categoría ignorada. Las luchas de las mujeres viudas condujeron a la Asamblea General de las Naciones Unidas a declarar el 23 de junio del año 2011, como el primer Día Internacional de las Viudas, con el fin de darles un reconocimiento especial. De acuerdo con este organismo, por su condición de viudez, millones de mujeres en el mundo sufren pobreza, aislamiento, violencia, falta de vivienda, enfermedades y discriminación. Sin embargo, pese a este reconocimiento, la mayoría de los países han omitido tomar medidas que protejan sus derechos. Más aún, si su condición de viudez deriva de su militancia en la lucha política, como son los casos aquí referidos.

Es por ello por lo que en esta publicación hacemos un reconocimiento a la trayectoria y compromiso de Maricela González y Nelly Márquez viuda de Rubio, en su búsqueda por la justicia.

 

Referencias

[i] González, Maricela (2921). Pueblos Originarios y Campesinos en la defensa de sus Derechos Humanos. Presos políticos en la defensa de sus derechos humanos en la cárcel de Cerro Hueco en Chiapas (1981-1982).  Obtenido de: http://appweb.cndh.org.mx/biblioteca/archivos/pdfs/Libro_Pueblos_Originarios_Defensa_DDHH.pdf

[ii] Noria Research México y Centroamérica A.C. (3 de junio de 2021). Matar candidatos en México. El PRD en los años 90. Obtenido de: https://noria-research.com/mxac/es/matar-candidatos-en-mexico-el-prd-en-los-90/

[iii]  Cimac (2 de mayo de 2021). En el desamparo más de 300 mujeres y cerca de cinco mil menores- Eran esposas e hijos de luchadores sociales asesinados. Obtenido de: https://www.jornada.com.mx/2001/02/05/viudas30.htm

[iv] CIMAC (15 diciembre, 2001). Chiapas: presentarán iniciativa para crear Comisión de la Verdad. Obtenido de: https://cimacnoticias.com.mx/2001/12/15/chiapas-presentaran-iniciativa-para-crear-comision-de-la-verdad/

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