Nueve mujeres, 1

Casa de citas/ 731

Nueve mujeres

(Primera de tres partes)

Héctor Cortés Mandujano

 

Mi querida amiga Roxana Carbajal me regaló una caja, diseñada con gracia y belleza, con las obras ganadoras del Premio Dolores Castro 2024, convocado por el estado de Aguascalientes, México: “Poesía, Narrativa, Ensayo, Dramaturgia e ilustración creada por Mujeres”.

Aparte de los libros, la caja contiene sendas postales de las ganadoras del concurso de ilustración: Mariela Perea (Primer lugar) y Yazmín Dzoara (Mención honorífica), quienes también ilustran, y muy bien,  las siete obras que comento como las fui leyendo.

 

Ensayo

 

Bailar ballet es como tratar de sonreír

mientras te bañas con agua helada

María Yolanda García

 

El volumen de ensayo contiene dos obras. La primera se titula Ballet para (señoritas) señoras, de María Yolanda García (el título tiene tachada la palabra señoritas, que yo no puedo replicar por mi poca sapiencia en computadoras). El ensayo, premio del primer lugar, de autoficción, habla aparentemente de la autora: una mujer de más de treinta años, madre soltera, con problemas de alcoholismo y autoestima, quien para rescatarse del vicio decide bailar ballet “cinco veces a la semana”. Se equivoca en los pasos (p. 13): “Ya no sé qué sigue. Como cualquier borracha, mi arte consiste en perder la cuenta”.

Vive al principio en Guanajuato (p. 15): “La ciudad de Guanajuato es una cantina abierta” y cuenta los líos que, incluso, con hijo de compañía, le dan los traslados de casa a la academia. Comenzó a beber a diario, cuenta, por las presiones de su trabajo en telemarketing (p. 16): “Apurar un six de cerveza. Llenar silencios de cerveza. Apurar otro six de cerveza. Mi reino: un rebaño de latas vacías. Hecha añicos. Beber promete libertad, pero te deja de rodillas vomitando”.

En su valiente análisis no hace omisiones (p. 19): “Soy madre soltera. Bebo también para combatir el cansancio y el enfado que provoca la crianza”. Dice más adelante (p. 21): “Cuidar cansa”.

No es la mejor de la clase (p. 23): “Sería muy útil dejar de fumar. He bajado de veinte, a cinco cigarros al día. Me ahogo si corro o salto. En clase se nota, de pronto mis compañeras son ligeras y yo estoy cargando un tonel por dentro. Fumo desde que tengo 15 años y me encanta”.

Ilustración: HCM

Se define como una madre genérica (p. 24): “Sé que suena a que todas somos la misma y tenemos experiencias idénticas pero así me siento, aburrida, producida en serie”; (p. 25): “Si me piden resumir mi vida en una acción, diría, sin exagerar, que lavo ropa: soy la señora que lava la ropa”.

Hay una constante atención a lo que dicen las maestras (cuando se va de Guanajuato tiene otra), porque no sólo no son complacientes, sino son crudas en sus comentarios. ¿La razón? (p. 31): “Aunque somos constantes, nosotras, el grupo de principiantes, somos francamente malas”.

Bailar es, también, dejar de beber. Sufre (p. 36): “Tengo muchos recuerdos borrosos de baños y vómitos. La verdad es más simple: dejé de beber cuando le diagnosticaron cáncer de pechos a mi mamá. […] Llevo cuatro meses sobria. […] No tejo este relato para contar mis días en sobriedad: es una estrategia para hacerme compañía”.

Deja de fumar, deja Guanajuato (p. 48): “Mi nueva maestra nos grita mucho”. Cita un magnífico fragmento sobre lo que es escribir, de Ariana Harwicz (p. 51): “se escribe siempre, sobre todo cuando no se escribe. Alguien dijo eso, que la mayor parte del tiempo escribir consiste en no escribir”.

Sobre la sobriedad cita a Tony Morrison (p. 58): “Quiero sentir lo que siento aunque no sea alegría” y cuenta su experiencia en la escritura de este ensayo (p. 60): “borrar, pensar, leer, editar y llorar”.

María Yolanda García es Doctora en Filosofía por la Universidad de Guanajuato. Me encantó su ensayo, sentí su humanidad y quedé habitado por su vida.

 

La segunda obra es Archivo accidente, de Roxana Cortés, mención honorífica, también autoficción (p. 77): “Sábado, 21 de abril de 2001. 08:07 am. Mi cabeza se colisionó contra el asfalto mientras un par de dientes salieron del maxilar como un simple escupitajo. […] Un pedazo de mi pierna izquierda se había desprendido, dejando expuesto el hueso fracturado”.

Luego de su atropellamiento, la lenta y problemática recuperación, y la pregunta natural (pp. 83-84): “¿por qué mi cuerpo de 13 años fue embestido por una furgoneta?”.

El ensayo de Roxana está lleno de datos sobre otros artistas accidentados, que incluso, algunos, mueren en los hechos: Jackson Pollock, Rosario Castellanos, Van Gogh, Albert Camus, Lovecraft, María Izquierdo, Frida Kahlo, Hilma af Klint… Es doctora en artes y curadora, de allí su propensión a la vida de pintores y pintoras (p. 106): “Se pasa de cuerpo a cadáver en segundos”.

El golpazo la cambió para siempre (p. 116): “¿Cómo te llamas, qué día es hoy?, me preguntó un médico mientras examinaba las fisuras en mi cabeza y en mi pierna.

“¿Cómo te llamas?, repitió.

“En ese instante, yo no supe qué decir: había olvidado mi nombre.”

Dice después (p. 124). “Cuando Virginia Woolf habla de una habitación propia, en su sentido metafórico y literal, yo pienso en el cuerpo. El mío me ha condicionado a caminar un poco chueca, a sonreír con miedo por los dientes que perdí”.

En el epílogo, escribe (pp. 134): “Según la estadística de Accidentes de Tránsito Terrestre en Zonas Urbanas y Suburbanas en México, los hombres son responsables de 7 de cada 10 accidentes vehiculares.

“Cada día, los incidentes viales causan lesiones a 250 personas y la muerte a 12. El sábado 21 de abril de 2001, mi cuerpo fue uno de esos 250 lesionados. Me atropelló un joven de aproximadamente 20 años; nunca conocí su rostro, él abandonó la furgoneta y huyó.

“Quizá nos hemos cruzado por alguna calle o hemos compartido el mismo transporte. Tal vez le he sonreído…”.

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

 

 

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