Neruda
Casa de citas/ 730
Neruda
Héctor Cortés Mandujano
Neruda. Sin ningún plan, por azar, leí y releí al hilo más de una docena de sus libros. Neruda nació y su madre murió “pocas semanas después de darlo a luz”. Así comienza Neruda (Editorial Hermes, 1996), de Volodia Teitelboim, su amigo y biógrafo. Dice Neruda en su poema “Luna” (p. 11): “Ella murió. Y nací. Por eso llevo/ un invisible río entre las venas”.
Dos años después, su padre se casa nuevamente con una mujer a la que el futuro poeta adora (p. 26): “Tal vez para matar a la madrastra perversa de los cuentos infantiles, por amor a esa mujer maravillosa, inventó la palabra ‘mamadre’ ”.
El papá, ferrocarrilero, desconfiaba de los poetas. Por eso, su hijo, Ricardo Eliecer Nefatlí Reyes Basoalto, adoptó el seudónimo de Pablo Neruda (p. 43), “como un modo de ocultar a su padre el deshonor de un hijo poeta”.
¿Por qué Pablo y por qué Neruda? La pregunta (p. 59), “se la hicieron mil veces. Lo persiguió hasta el cansancio” (en otra Casa de citas habló de esos orígenes supuestos). También Gabriela Mistral (Lucila Godoy Alcayaga), la otra Premio Nobel de Literatura chilena, usaba un seudónimo con piezas tomadas de dos poetas (p. 77): Gabriel D’Annunzio y Federico Mistral.
Neruda encontraba (p. 138) “amigas momentáneas: ‘mujer para mi amor, para mi lecho,/ mujer plateada, negra, puta o pura,/ carnívora celeste, anaranjada…’ ” y, por su andares por el mundo, también se encontró muchas veces con la soledad. Antes de los 25 años ya tenía claro algunos gustos y disgustos (p. 148): “A mí me gustan los grandes vinos, el amor, los sufrimientos y los libros como consuelo a la inevitable soledad. Tengo hasta cierto desprecio por la cultura, como interpretación de las cosas; me parece mejor un conocimiento sin antecedentes
, una absorción física del mundo, a pesar y en contra de nosotros”.
Vive en una aldea, cerca del mar, cuando trabaja para el consulado de su país en Singapur y Batavia (p. 159): “Bañarse en el mar. Jugar con perros y gatos. Los perros le acompañarán siempre, todo el resto de su vida. Está muy solo”. Aparece una mujer holandesa, con quien se casa: “Mi mujer es un poco más alta que yo, rubia y de ojos azules. Como yo no hablo todavía el holandés, ni ella el castellano, nos entendemos en inglés […] De todos modos somos pobres, pero felices”.
Platica con Lorca y éste, en un juego verbal, le dice a Neruda (p. 175): “¿Dónde está la tienda de rosa Rubén Darío?”. Lorca lo presenta en Madrid, el 6 de diciembre de 1934, con un bello discurso que, entre otras cosas, dice (p. 193): “Un poeta más cerca de la muerte que de la filosofía; más cerca del dolor que de la inteligencia; más cerca de la sangre que de la tinta. Un poeta lleno de voces misteriosas que afortunadamente él mismo no sabe descifrar”; la de Neruda es, dice Lorca, una “poesía que no tiene vergüenza de romper moldes, que no teme al ridículo y que se pone a llorar de pronto a la mitad de la calle”.
Gabriela Mistral y Pablo Neruda se quisieron mucho. A ella no la trataron bien. Él le pidió que, como su tren pasaba por Temuco, saludara al pueblo. Ella, aunque se lo prometió, no lo hizo (p. 240): “No retiró a Temuco de la lista de las ciudades malditas”. Dice Volodia, en la misma página: “Esa mujer, de raíz campesina, sostenía que ‘toda cultura ha comenzado por la tierra… En Chile se cree que la cultura comienza por el bachillerato”.
Neruda también tuvo problemas en varios lados. En México, con Siqueiros (p. 268): “Aprovechó ese mes que estuvo suspendido de su cargo de Cónsul por el ‘affaire Siqueiros’ para viajar a Guatemala. Allí entabla una amistad con Miguel Ángel Asturias que dura por el resto de sus vidas. Tenían cierto parecido físico. El pecho y el vientre se les adelantaba como en los pavos. Alguien los vio caminando juntos y los apodó los dos chompipes. Pero Neruda rendía a todo señor todo honor. Llamaba a Miguel Ángel Asturias el Gran Chompipe”.
El 27de agosto de 1943 los mexicanos despiden a Neruda (p. 270): “Como los otros lugares no daban abasto, fue necesario recurrir a un estadio, el Frontón México. La cancha se convirtió en un inmenso comedor con más de dos mil personas, que despedían a un poeta extranjero, hecho del todo desacostumbrado”.
En Chile Neruda fue perseguido por el gobierno, por sus ideas; lo trataron de detener, de encarcelar (p. 310): “Revisando antiguos diarios y viejos papeles, hemos encontrado la primera página de El Imparcial, del jueves 5 de febrero de 1948. El título, a todo columnaje, dice con tipografía excepcionalmente grande: SE BUSCA A NERUDA POR TODO EL PAÍS”. Lo que pasó lo cuenta Neruda en uno de sus libros más importantes: Canto general. Fue recibido, cuidado y protegido por los pobres, por muchísima gente que lo quería. Hay también películas que tocan este tema en particular. Hay una, relativamente nueva, que se llama Neruda, de 2016, dirigida por Pablo Larraín, por ejemplo.
Como el Werther de Goethe, que produjo suicidios, el inicio de su poema “Walking Around” (“Sucede que me canso de ser hombre”) estaba marcado en un hecho de sangre (p. 341): “Allí estaba un ejemplar de Residencia en la tierra” y un joven que se había dado un tiro. Quiso retirar el poema del libro, pero los lectores se opusieron
Al cumplir los sesenta y cinco años (p. 436) “ha sido traducido a cincuenta lenguas y los trabajos escritos sobre él suman millares. Es el clásico viviente”; un periodista le pregunta sobre su filosofía de vida: “No se puede ser feliz si no se lucha por la felicidad de los demás. Nunca se puede abandonar el remordimiento de tener algo si los demás no lo tienen. El hombre no puede ser una isla feliz”. Y más (p. 482): “El que suprime el realismo se aleja de la vida y llega a ser un espectro flotante, y el artista que se niega al sueño y al misterio naufraga a la mitad de la calle”. En 1971 le conceden el Premio Nobel de Literatura.
Estuvo muy enfermo antes de que lo internaran. Pinochet había dado su golpe de estado y se había impuesto como presidente de Chile, el 11 de septiembre de 1973. En el hospital (p. 492): “Matilde le tenía cogida la mano y percibió un súbito estremecimiento. Su corazón se había detenido, roto. […] Eran las diez y media de la noche del 23 de septiembre de 1973”.
Después de muerto, emisarios del gobierno destruyen su casa, queman sus bienes, saquean, merodean a quienes le hacen un homenaje popular en su funeral, declaran la Isla Negra, su casa (p. 503): “un peligro para la seguridad nacional”.
Actualmente se ha descubierto que Pablo Neruda no murió de muerte natural. Lo mataron en el hospital, lo envenenaron, por órdenes del gobierno de Pinochet.
Contactos: hectorcortesm@gmail.com
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