El Corredor Seco Centroamericano y los “migrantes ambientales”
Dice un informe de Naciones Unidas que a Centroamérica la azotan sequías desde hace doce mil años. La Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR) informa que; desde el año de 1981, en América Central se han producido sequías casi cada siete años, con una duración de alrededor de un año, que estas afectan generalmente cada ciclo a cuatro países y que el fenómeno de “el niño” solo agudiza el agostamiento regional.
El informe de la UNDRR indica que es más que probable que el cambio climático en América Central haga que las zonas secas sean más secas y las zonas húmedas más húmedas. Incluso, también afirma que cuatro de las siete ciudades capitales de la región tienen ya problemas con las precipitaciones pluviales y que el fenómeno de la canícula -que generalmente es de dos a tres semanas- en una ocasión; su duración fue de diez semanas.
La situación obviamente es compleja porque los ciudadanos centroamericanos de todos los estratos sociales se ven afectados. De ellos, los más vulnerables son los pobres. Aunque la UNDRR dice que también la vida urbana tendrá una afectación en cada ciclo. Se calcula que en América Central más de un millón de hogares sobreviven gracias a la agricultura de subsistencia. La mayoría de esas familias se encuentran en el denominado “Corredor Seco”, que abarca más del 30 por ciento de la región.
La FAO define al “Corredor Seco Centroamericano” como una franja de territorio que atraviesa los países de Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala. Es la zona donde viven más de 10 millones de personas, muchas de las cuales se dedican a las actividades agrícolas, en especial a la pequeña producción de granos básicos.
La FAO también dice que “El Corredor Seco Centroamericano” es una zona altamente vulnerable a eventos climáticos extremos, donde largos periodos largos de sequía son seguidos de lluvias intensas que afectan fuertemente los medios de vida y la seguridad alimentaria de las poblaciones locales. En esa región básicamente lo que sucede es que la lluvia llega en ráfagas muy fuertes después de largos períodos de sequía.
Esta región es de 1,600 kilómetros de largo y de 100 a 400 kilómetros de ancho que se extiende desde el sur de Chiapas, México, hasta Guanacaste, en Costa Rica. Se asienta principalmente sobre la costa Pacífica e incluso Ciudad de Guatemala, Tegucigalpa y San Salvador están dentro de su área. Básicamente, lo que dicen investigadores de la CEPAL es que en tres de los países del área se encuentra el “índice de vulnerabilidad prevalente” más alto de América Latina y del Caribe después de Haití.
En el corredor, la mayoría de sus habitantes dependen de las actividades agrícolas para lograr su sustento diario. Diversos activistas y ONG de Centroamérica, aportan un dato: En Estados Unidos, entre el uno y el dos por ciento de la población trabaja en la producción de alimentos o en el negocio del cultivo de alimentos. En América Central, el dato es exponencialmente mucho mayor, ya que esa cifra es entre el 40 y el 50 por ciento de la población. La agricultura tecnificada es pues un sueño en la región.
Otro dato que refuerza lo anterior; de los 10 millones de personas que viven en la zona del “Corredor Seco”, 7.3 millones de ellas están repartidas entre El Salvador, Guatemala y Honduras y necesitan algún tipo de asistencia, de esos 7.3 millones; millón y medio se pueden considerar en emergencia humanitaria. Tan solo Guatemala tiene la sexta tasa más alta de desnutrición crónica del mundo.
Naciones Unidas afirma que el número de personas que pasan hambre en Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua casi se ha cuadriplicado en sólo dos años. Para el 2024, eran 8 millones de personas padecen hambre en estos cuatro países, frente a 2,2 millones en 2018.
En consecuencia; si a la región en donde vives, la lluvia llega en ráfagas muy fuertes después de largos períodos de sequía como señalamos líneas arriba y a eso le agregas que la agricultura de la zona es de subsistencia; enfrente se tiene un problema muy complejo. La migración ha sido la respuesta histórica a los problemas de la región. Pero ahora, a la pobreza y la violencia súmele la inseguridad alimentaria provocada por el medio geográfico y el cambio climático.
Siempre se ha culpado a la violencia endémica de las pandillas y a la pobreza de obligar a cientos de miles de personas a dirigirse al norte para buscar refugio en Estados Unidos. Resulta que a ellos hay que sumarle las condiciones particulares del “Corredor Seco”. Y esas son condiciones particulares porque las condiciones climáticas son impredecibles. Adicionalmente le agregaríamos otro factor: la indiferencia gubernamental.
Eso indica que los esfuerzos para mitigar los efectos que sobre la población provocan las condiciones en el “Corredor Seco Centroamericano” son y han sido bastante limitados o incluso inexistentes.
La problemática se agrava porque Estados Unidos, que el país que generalmente recibe a la migración de la región, sobre todo la irregular, ha hecho su prioridad central precisamente contener la migración. Esas políticas restrictivas representan un obstáculo para los que están comenzando a ser calificados como los “migrantes ambientales”.
En esas condiciones, ¿Qué puede hacerse para reducir la inseguridad alimentaria inmediata y evitar que la mayoría de los pobladores de la región caigan en un callejón sin salida que los obligue a intentar migrar hacia donde se están endureciendo las políticas migratorias?
Es claro que se necesita una cooperación regional en donde pueda incluirse México. Esta cooperación tiene que ser inmediata puesto que todo indica que las cosas en Centroamérica empeoran y que tenemos ante nosotros una nueva categoría de migrantes, los de motivos ambientales. Pronto crecerán en número, pero encima cargan ya varios obstáculos de tipo político.
X: @GerardoCoutino

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