Saludos al mar


Foto. Celia Guerrero / Archivo PdP

Cristina revisó el calendario, aún faltaban varias semanas para las vacaciones. Respiró profundo, se sintió como cuando estaba en la primaria que al inicio de cada ciclo escolar averiguaba cuándo eran las siguientes vacaciones. Estaba tan entretenida en eso que no se percató que entró a su oficina Iván, su colega y amigo del trabajo, seguido de Fabiana, la jefa del área.

—¡Hola, hola! ¡Buen día Cristi! —dijo Iván.

—¡Buen día! ¿Cómo están? —saludó enseguida Fabiana.

—¡Wow! Pero qué coincidencia, buen día, qué gusto saludarles —respondió Cristina, con el corazón un poco acelerado de la sorpresa.

Después de los saludos Fabiana comentó cuáles eran los pendientes más prioritarios y tanto Iván como Cristina tomaron nota para entregar lo que tenían avanzado y lo que trabajarían aún.

La primera en salir de la oficina de Cristina fue Fabiana. Iván permaneció un ratito más, comentaron los pormenores de las encomiendas y llegaron al tema de las vacaciones próximas, que era el tema que ocupaba la mente de Cristina antes de las visitas.

Ambos coincidieron en que ir a la playa era uno de los destinos más anhelados, cada quien dio sus puntos de vista y el por qué de ese destino. Iván se despidió y salió de la oficina.

Cristina se acomodó en su silla y se puso frente a la computadora, mientras abría el archivo que trabajaría se le vino a la mente la imagen del mar. Se quedó pensando en comentarios que habían hecho algunas de sus amistades, que caminar en la playa ayuda a soltar estrés y tensiones; que  el agua salada es buena para la salud; que nadar en el mar es terapéutico; que meditar frente al mar es una experiencia única.

De lo que sí estaba segura Cristina era que a ella le gustaba ir a la playa para disfrutar las puestas del sol y también los amaneceres, para dejar que el agua del mar acariciara sus pies, para quedarse contemplando por mucho rato el ir y venir de las olas y la inmensidad del mar. En resumen, a Cristina le agradaba la conexión tan bella que sentía cuando estaba en ese bello paisaje de la naturaleza.

Hizo una pequeña pausa. Cerró los ojos, se imaginó estar sentada escuchando las olas del mar y contemplando un ocaso, desde su corazón le envío saludos al mar, como si en un susurro le dijera que era su próximo destino. Luego de la pausa abrió lentamente los ojos, volvió al aquí y ahora y comenzó a redactar su encomienda laboral.

No comments yet.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Leave your opinion here. Please be nice. Your Email address will be kept private.