El futuro con Donald Trump
Pasadas las elecciones estadounidenses, y con Donald Trump como presidente electo de los Estados Unidos, solo hay que esperar su toma de posesión el día 20 de enero del próximo año 2025 para que inicie su mandato. La cercana fecha anticipa un panorama poco prometedor en ciertos aspectos que preocupan a los mexicanos y mexicanas y, también, en otros rubros que incumben al resto del planeta.
Después de jurar el encargo de presidente de los Estados Unidos en los escalones del capitolio, Trump pronunciará un discurso que debe marcar las principales líneas de acción de su gobierno, aunque son muchas las señales conocidas, por lo realizado en su anterior mandato, así como por lo prometido en una de las más polarizadas campañas electorales vividas en el vecino del norte.
No cabe duda que en México la preocupación se relaciona, entre otros muchos asuntos, con la inestabilidad económica apreciada cuando su moneda, el peso, sufre vaivenes como los que se han vivido en las últimas fechas. Un peso estable ayuda a la tranquilidad más allá de los mercados e intereses de la macroeconomía. Igualmente, los furibundos ataques del presidente electo, Donald Trump, hacia los inmigrantes en su país no llaman a la tranquilidad de los muchos mexicanos y mexicanas en suelo estadounidense, en especial de aquellos que se encuentran en situación de indocumentados.
De tal manera, la futura política migratoria del gobierno republicano afectará a México por ser un país expulsor de población, así como territorio de tránsito para otros migrantes procedentes de distintos países del continente americano. Una realidad, convertida en problema, dado que lo que preocupa es la condición social de la población involucrada en estos procesos de tránsito de fronteras. Es decir, la condición de pobres de los migrantes contrasta con la facilidad que otros colectivos humanos tienen para circular entre países.
Tampoco hay que olvidar que en temas de interés internacional, como son los distintos conflictos bélicos en el planeta, se pueden vivir cambios radicales; transformaciones que coincidirán, con toda certeza, con la marcha atrás del gobierno estadounidense en las tímidas medidas acordadas para frenar el cambio climático o la búsqueda de energías alternativas al petróleo.
Pero si todo ello no fuera suficiente, lo que va a ser evidente es que la condición de la política se sustentará, como lo hizo constantemente Donald Trump en su primer mandato, en la extensión de bulos y en una agresividad lejana a la requerida ética en este ejercicio público. Los principios elementales del sistema político liberal, que llevan tiempo tambaleándose, reciben, con el regreso de Donald Trump, una nueva estocada en una de sus bases fundamentales, la del diálogo para llegar a acuerdos. El autoritarismo, extendido en muchos países del planeta gracias a Trump y sus colaboradores, se ha hecho presente en Europa y en otros continentes que no necesitan mucho impulso para consolidar esa forma de ejercer el poder.
El panorama, por lo tanto, no resulta muy prometedor en el vecino del norte dado que el mandato del futuro presidente no tendrá los necesarios contrapesos en el poder legislativo y en el judicial. De ahí que la tentación autoritaria, que agrada a Donald Trump, será seguramente la forma de ejercer el poder. Una realidad que ya se observa en muchos Estados del mundo bajo el amparo de la democracia.
No comments yet.