Corazonarnos

Fotografía: Shane Rounce

La tarde del miércoles Marina tenía reunión con sus vecinas y vecinos del barrio, el motivo era organizarse para que las calles pudieran estar más limpias y también para cuidar en colectivo los pocos arbolitos que tenía el parque que estaba en su barrio.

La reunión fue en un pequeño salón de usos múltiples que habían construido entre el vecindario. Marina quien había convocado fue la primera en llegar. El frío comenzaba a sentirse en los primeros días de diciembre, así que ella preparó un par de termos con té de limón. Doña Fluvia había quedado de llevar unas galletas de animalitos, doña Paty  y don Lisandro se ofrecieron a llevar el café. A toda la gente se le convocó a llevar su taza y plato, para evitar generar basura.

La cita era a las 5 de la tarde, por lo regular, la gente del barrio era puntual, así que la reunión inició al alrededor de las 5 con 15 minutos. En la sesión se atendieron los dos temas centrales por los que se convocó la reunión. Pero, además de eso,  comenzaron a salir otros temas que preocupaba a la gente del barrio. Uno de los temas fue el caso de doña Asunción, doña Chonita como la conocían con cariño. Era una señora de la tercera edad que tenía problemas para caminar, sus rodillas le ayudaban poco. Doña Chonita era mamá soltera, tenía una hija, Gertrudis, quien trabajaba prácticamente todo el día para poder sostener a sus dos hijos y a su mamá. Gertrudis hacia limpieza en casas por la mañana y por la tarde era cocinera en una fonda. De tal forma que doña Chonita a veces solía salir por algún mandado, pero no siempre lograba llegar a su destino, más de una persona se había percatado de ello.

En la reunión no se contaba con la presencia de Gertrudis, doña Chonita llegó al salón con la ayuda de doña Fluvia. La mayor parte de quienes llegaron estuvieron de acuerdo en ayudar a doña Chonita y a su hija por si requerían algún mandado, del mercado, de la tiendita, o incluso por algún malestar de salud de doña Chonita. En el caso de que Gertrudis estuviera en su horario de trabajo.

Cuando escuchó a sus vecinas y vecinos, doña Chonita sintió muchas emociones en el corazón, no se había dado cuenta que en estas personas su familia podría encontrar un gran apoyo. Fueron tomando la palabra doña Fluvia, Marina, don Lisandro, doña Paty, cada quien compartió alguna experiencia vivida con Chonita y también con Gertrudis.

Marina remarcó que entre más unida esté la gente, se pueden lograr más cosas; doña Fluvia dijo que la confianza es un punto importante entre quienes habitan un barrio; don Lisandro señaló que no hay que tener vergüenza para solicitar ayuda. Por su parte, doña Paty mencionó que es importante estar al pendiente de quienes son las vecinas y vecinos, habló de volver la mirada a los corazones:
—¡Hay que corazonarnos! Por ejemplo, hoy estamos quienes pudimos asistir a la reunión, trajimos algo para compartir, no importa que sea algo sencillo, pero se hace de manera sincera.

Los ojos de doña Chonita se llenaron de agua, intentó sonreír y agradecer, lo hizo entre sollozos. Marina sintió mucho agradecimiento por esos momentos, no pensó que una reunión pudiera ser tan emotiva y compartir cosas importantes, que a veces pasan desapercibidas. La ayuda entre vecinos. La frase, ¡hay que corazonarnos!, seguía resonando en ella.

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