Arte y artistas, 2
Casa de citas/ 721
Arte y artistas
Héctor Cortés Mandujano
(Segunda de dos partes)
El arte está poseído por una verdadera manía de totalidad
Arnold Hauser
Arnold Hauser, en su Historia social de la literatura y el arte 2. Desde el Rococó hasta la época del cine dedica varias páginas a Charles Dickens. Cito en extenso (p. 373): “Dickens es uno de los escritores de mayor éxito de todos los tiempos y quizás el gran escritor más popular de la Edad Moderna. Es, de todas maneras, el único verdadero escritor desde el romanticismo cuya obra no brota de la oposición a su época, ni de una tensión con su ambiente, sino que coincide absolutamente con las exigencias de su público. […] Chesterton observa muy justamente que, a diferencia de Dickens, los escritores populares de nuestro tiempo siempre tienen el sentimiento de que han de descender hasta su público. […] Pero tal hiato no existe en Dickens”.
Según Hauser, Dickens era lo que se llama un hombre común, salvo que escribía (p. 379): “Fue uno de los más incultos escritores ingleses”. Fue: “ignorante e iletrado […] No tenía nada en sí de intelectual, y tampoco pensaba nada en los intelectuales. Si alguna vez describía a un artista o pensador, se reía de él”.
Al contrario de Dickens, hay escritores a los que se deifican. Uno de ellos fue Tolstói (p. 418): “Gorki no habrá sido el único en haber pensado al verle: ‘Este hombre es semejante a Dios’, confesión con la que el incrédulo termina sus memorias de Tolstói. Muchos habrán tenido la sensación, como Thomas Mann, de que Europa se quedaba ‘sin amo’ después de su muerte”.
La sociedad entroniza a ciertos autores y luego los deja caer al abismo (p. 457): “Oscar Wilde es un escritor burgués triunfante mientras parece soportable a la clase dominante, pero tan pronto como comienza a disgustarle es ‘liquidado’ sin compasión”. Era el rey de los salones, hasta que hizo pública su homosexualidad. Fue demandado y encarcelado. Cuando salió de aquella pesadilla era la sombra de lo que había sido”.
Termina el libro con un capítulo dedicado al cine (p. 499): “El nuevo concepto de tiempo, cuyo elemento básico es la simultaneidad, y cuya esencia consiste en la especialización de los elementos temporales, en ningún otro género se expresa más impresionantemente que en este arte joven, que data de la misma época que la filosofía del tiempo de Bergson”.
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Platón es amigo. Aristóteles es mi amigo.
Pero mi mayor amigo es la verdad
Isaac Newton
Biografía y análisis de obra se juntan en La ley de gravedad. Newton. La fuerza más atractiva del universo (RBA, 2023), de Antonio J. Durán Guardeño.
Me detuve en algunos parajes que me llamaron la atención. Por ejemplo, en su forma de leer la Geometría, de Descartes (p, 81): “empezó leyendo minuciosamente diez páginas y deteniéndose cuando acumulaba suficientes dificultades; volvía entonces otra vez al principio hasta lograr entender esas diez páginas y unas cuantas más; se detenía de nuevo y volvía a comenzar otra vez desde el principio. Finalmente, intento tras intento, logró dominar la complejísima obra y afianzó sus conocimientos acerca de las últimas aportaciones matemáticas del filósofo francés”.
Era reacio en publicar (p. 98): “Newton escribió el primero, De analysi, en 1669, pero no se publicó hasta 1711 –¡cuarenta y dos años después!–, mientras que el segundo, De methodis, a pesar de ser escrito en 1671, no apareció en prensa hasta 1736 –¡sesenta y cinco años después de ser redactado y nueve después de la muerte de Newton!– […] lo cierto es que la reticencia de Newton a dar sus trabajos a la imprenta, a pesar de las muchas voces que le urgían a ello, constituye uno de sus pánicos más característicos”.
Daba cátedra en el Trinity College de Cambridge (p. 103): “Según un conocido de la época: ‘Eran pocos los que iban a escuchar las clases de Newton, y menos aún los que le entendían; por falta de oyentes, a menudo leía para las paredes’ ”.
Sabía mucho y trabajaba mucho (pp. 104-105): “a pesar de que Newton fue sin duda un genio, tuvo también una capacidad de trabajo mayúscula que ejerció durante toda su vida y, en particular, durante su estancia en Cambridge, donde no hizo otra cosa, olvidándose en ocasiones de comer o dormir”.
Robert Hooke fue un gran científico, opacado por la genialidad de Newton (p. 132): “Cuando Hooke murió era apenas piel y huesos, consumido por la diabetes y por su odio a Newton. Una lectura entre líneas de las páginas de sus diarios nos muestra a un hombre derrotado por la humillación de saber que la posteridad lo recordaría, más que por sus propios méritos, por haber sido uno de los tantos enemigos que Newton tuvo”.
Una de las célebres frases que Newton dirigió a Hooke, por carta, en 1676, es (p. 135) “ ‘Si he llegado a ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de gigantes’ y […] suele ser interpretada como una muestra de agradecimiento del primero al segundo”. Dice Luisa Randall, en Universos ocultos (2011): “Sin embargo, corre el rumor de que dijo esto guiado por su antipatía a Hooke, que era muy bajo”.
Newton murió el 31 de marzo de 1727 (p. 161): “De la magnificencia del entierro de Newton nos queda la descripción de Voltaire: ‘Vivió honrado por sus compatriotas y fue enterrado como un rey que ha hecho el bien a sus súbditos’ ”.
Alexander Pope propuso un epitafio, a la muerte de Newton, que finalmente fue rechazado (p. 160): “La naturaleza y sus leyes yacían ocultas en la noche. Dios dijo ‘¡Hágase Newton!’, y todo se hizo luz”.
Contactos: hectorcortesm@gmail.com
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