No te veré morir
Casa de citas/ 710
No te veré morir
Héctor Cortés Mandujano
¿Qué se ama cuando se ama?
Gonzalo Rojas,
citado por Jorge Boccanera
La pasión de los poetas. La historia detrás del poema de amor (Laberinto Ediciones, 2018), de Jorge Boccanera, es un libro que muestra a dedillo la vida de los poetas, sus poemas, sus libros. Boccanera (Argentina, 1952) es un especialista en poesía y lo demuestra en cada una de las páginas que, evidentemente, rebasan la mera anécdota y en síntesis recorren vida, obra, pasión y muerte (en varias/ varios) de los poetas elegidos.
Dice que Pablo Neruda (cuyo nombre real era Neftalí Ricardo Eliecer Reyes) cambió nombres hasta hallar el seudónimo con el que se sintió a gusto (p. 23), “hasta que adoptó para siempre el apellido de un narrador checoslovaco, Neruda”. De 1920 al 24 mandó cartas amorosas con un nombre que no era el suyo (p. 26): “Caminé por la arena y escribí tu nombre y el mío: Paolo y Teresa”. Paolo. Pablo. Allí está ya el seudónimo completo.
“Tango del viudo” es el poema tremendo de un amor pasional que casi lo lleva a la muerte (la mujer era de armas tomar y él tuvo que huir). Dice en algunos versos (p. 34): “Daría este viento del mar gigante por tu brusca respiración/ oída en las largas noches sin mezcla de olvido,/ uniéndose a la atmósfera como el látigo a la piel del caballo./ Y por oírte orinar, en la oscuridad, en el fondo de la casa,/ como vertiendo una miel delgada, trémula, argentina,/ obstinada”.
Delmira Agustini tuvo también sus pasiones. Una la llevó a la muerte: su amante la mató a balazos (p. 46) “el 6 de julio de 1914”, con dos impactos en la cabeza, y luego se suicidó. Boccanera nos cuenta la pasión que inspiró estos versos que empiezan candentes en “El intruso” (p. 48): “Amor, la noche estaba trágica y sollozante/ Cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura”.
Elías Nandino dedica a un hombre desconocido un poema que, con música de Gabriel Ruiz, se convirtió en un bolero imprescindible (p. 81): “El mexicano Elías Nandino, poeta clásico atento a los recursos formales y a la métrica tradicional, está en una cantina escribiendo los primeros versos de ‘Usted’, que se convertirá en una de las canciones románticas más populares”.
César Vallejo y Georgette Philippart se enamoraron en París. Ella, antes de conocerlo, tenía un sueño macabro (p. 94): “Angustiada, noche con noche se acuesta temerosa de una pesadilla recurrente: camina con su propia cabeza cercenada bajo el brazo. Un detalle atenúa el espanto: su cabeza va cantando”.
No sabía que Idea Vilariño había sido amante apasionada de Juan Carlos Onetti, gran narrador uruguayo. Sí he leído muchísimas veces el poema que le dedicó luego que se separaron: Me parece de una total contundencia el final (p. 153): “No me abrazarás nunca/ como esa noche/ nunca./ No volveré a tocarte./ No te veré morir”.
Vicente Huidobro fue amante apasionado de varias mujeres. Por poner un ejemplo, cuando él tenía 32 se robó a la adolescente Ximena Amunátegui de 16. Terminó mal. Dice Huidobro a otra (p. 162): “Ante todo hay que saber cuántas veces debemos abandonar nuestra novia y huir de sexo en sexo hasta el fin de la tierra… Isolda, a veces quisiera ahogarme en un océano de mujeres… Sólo el ataúd tiene razón”.
De Leopoldo Lugones, al margen del tema del libro, me encantaron estos versos (p. 197): “Sólo la ignorancia es inmóvil” y “Nunca soy más tuyo que cuando me amas”.
Cita a Rosario Castellanos en el apartado donde habla de su pasión amorosa (p. 225): “Yo lo único que sé hacer a conciencia, es sufrir y transmitir mi sufrimiento a los demás”.
Pasión tremenda la de Nahui Olin con el Dr. Atl. Gerardo Murillo se llamaba él (p. 248): “Murillo, extraño personaje a quien Leopoldo Lugones rebautizó para siempre como Doctor ‘Atl’ (‘Agua’ en la lengua de los aztecas)”. Ella se llamaba Carmen Mondragón y fue rebautizada por él como Nahui Olin (p. 249): “Así llamaban los aztecas a los ciclos renovadores del universo”. Ella le escribe (p. 248): “Para nosotros dos sólo hay un solo día, la eternidad del amor y un solo cambio: más amor”. Era una mujer de polendas (pp. 256-257): “Siempre indomable vaga por las calles con la misión –según dice a quien quiera escucharla– de poner en movimiento el sol cada mañana”.
Se cuentan las pasiones, además, de Raúl González Tuñón, Gabriela Mistral, Enrique Molina, Ernesto Cardenal, Carilda Oliver Labra, José Coronel Urtecho, Pablo de Rokha, Gonzalo Rojas y Eliseo Diego.
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Residencia en la tierra es uno de los títulos básicos de Pablo Neruda. Lo releo en esta edición, regalo de mi amiga Linda Esquinca, de Losada, 1958.
Hay una línea que habla de su poética, en “Sabor” (p. 18): “Mis criaturas nacen de un largo rechazo”.
Aquí está también el “Tango del viudo”, que dice (pp. 63-64): “Oh Maligna, ya habrás hallado la carta, ya habrás llorado/ de furia,/ y habrás insultado el recuerdo de mi madre/ llamándola perra podrida y madre de perros […] Enterrado junto al cocotero hallarás más tarde/ el cuchillo que escondí allí por temor de que me mataras”.
Y otro clásico: “Walking Around” (p. 86): “Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos/ colgando de las puertas de las casa que odio,/ hay dentaduras olvidadas en la cafetera,/ hay espejos/ que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,/ hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos”.
Uno erótico sin más vueltas: “Agua sexual” (pp. 105, 106, 107): “Solamente es un soplo, más húmedo que el llanto,/ un líquido, un sudor, un aceite sin nombre,/ un movimiento agudo,/ haciéndose, espesándose,/ cae el agua,/ a goterones lentos/ hacia su mar […] Y aunque cierre los ojos y me cubra el corazón enteramente/ veo caer un agua sorda,/ a goterones sordos”.
En “Oda a Federico García Lorca” escribe un verso tierno (pp. 118-119): “me moriría por lo dulce que eres,/ me moriría por los lagos rojos/ en donde en medio del otoño vives/ con un corcel caído y un dios ensangrentado”, uno lúbrico: “Y silenciosos barcos de esperma te persiguen” y uno de homenaje: “Ven a que te corone, joven de la salud/ y de la mariposa, joven puro/ como un negro relámpago perpetuamente libre”.
Contactos: hectorcortesm@gmail.com
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