Las manos que hablan

Foto: Cortesía

Nati observó con atención su mano izquierda que tocaba el cristal de la ventana. Estaba a bordo de un camión, viajando en carretera. El paisaje era una selva verde con un cielo en tonos grisáceos y unas pinceladas en color azul.

El tono del esmalte que decoraba sus uñas le gustaba, no se había percatado que también las uñas tenían sus colores favoritos. Se alegró de haber elegido el tono de color palo de rosa, le sentaba muy bien.

Continuó observando la forma de sus dedos, cada una de las partes que integraban las falanges, las falanginas y las falangetas de su mano. Siguió moviendo los dedos, se sintió muy agradecida de poder hacerlo. Tenía unas manos sanas y eso era un gran regalo. Absorta en el movimiento de la mano recordó que había aprendido elementos básicos de la lengua de señas. Comenzó a hacer el repaso del abecedario, su nombre completo, el nombre que le había otorgado su maestra sorda en lengua de señas. Las manos eran una herramienta fundamental para las personas sordas y las personas hablantes que querían comunicarse con ellas. El movimiento de las manos era todo un arte combinado con los gestos.

Además de lo anterior, las manos cumplen con muchas actividades, se usan para comer, vestirse, escribir, bordar, acariciar, cocinar, pintar, esculpir, maquillar, ejecutar un instrumento, construir, sostener, aplaudir, entre muchas funciones más. En su mente asomó la frase: ¡Vaya que las manos tienen un papel vital!

Continuó repasando algunas frases que había aprendido en lengua de señas, recordó que tenía palabras favoritas como los días y meses del año, se puso a deletrearlas.  Luego, se descubrió intentando dibujar las formas que imaginaba en las nubes. En espacio de instantes, las nubes se esparcieron y el sol se asomó para reflejar sus rayos sobre el rostro de Nati quien llevó sus manos para cubrirse los ojos.

‘Las manos que hablan’, dijo para sí, volviendo de nuevo la vista a sus dedos, ahora de ambas manos, como si fuera la primera vez que descubría lo maravillosas y bellas que eran, además de agradecer por lo afortunada que se sentía de tenerlas.

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