La inteligencia artificial llegó para quedarse

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Debo reconocer mi torpeza para manejar las nuevas tecnologías que han crecido y se han sofisticado en los últimos años. A pesar de ello, intento no quedarme atrás en los avances necesarios en muchos trabajos o trámites administrativos en nuestra cotidianidad. Pero perseverar en su conocimiento y manejo no quiere decir tener éxito o ser lo suficientemente diestro. Además de todo lo vinculado a las nuevas tecnologías, recientemente se ha incorporado la denominada Inteligencia Artificial (IA) para acabar de engrosar las tareas de actualización que los seres humanos debemos emprender para no quedar atrás en el mundo actual.

Los partidarios de la IA indican que la capacidad de las computadoras para efectuar distintas funciones a través de la información disponible puede facilitar el trabajo. Labores que, con toda certeza, cuestan mucha inversión de tiempo y esfuerzo para la inteligencia humana. Tareas que, por ejemplo, son bienvenidas para usos empresariales como lo son la generación rápida de estadísticas o, incluso, la predicción de aspectos propios del mercado. Es decir, cuantos más datos existan mayor será la capacidad de la IA para generar informaciones y análisis.

Sin embargo, estas supuestas ventajas, que en lo personal no logro discernir, al menos todavía, tienen su contraparte. Un aspecto lógico para la crítica es la posibilidad de ejercer un control sobre los seres humanos dados los datos con los que cuenta o puede contar dicha IA. Y lo mismo puede decirse con respecto a la capacidad humana para crear o construir discursos y análisis propios si la IA se encarga de tal tarea. Un ejemplo nítido de ello es la posibilidad de que esta inteligencia artificial se encargue de construir textos, como lo son los artículos académicos. De hecho, esta posibilidad ya está tomándose en cuenta para las referencias y citas que aparezcan en artículos académicos.

La complejidad de este nuevo fenómeno no puede ser tratada en este breve texto, en especial porque por mucho que lo desee no tengo la capacidad de efectuar un análisis profundo y detallado de los tipos de IA o de su funcionamiento. Pero lo que parece incuestionable, y remarcan los especialistas en la temática, es que nos encontramos en otro paso más, y muy relevante, de los cambios tecnológicos vividos en las últimas décadas. Cambios que han transformado nuestra realidad social y que, por las predicciones que se efectúan, se acrecentarán con la IA.

Lo obvio es que la separación entre quienes sepan utilizar esta nueva herramienta tecnológica, que en muchos casos será un distanciamiento generacional, volverá a ponernos retos para su manejo y, también, a la hora de poder establecer hasta qué punto invade nuestras vidas o merma las capacidades humanas para la abstracción y la creación. Aspecto claramente visible y relacionado con las tareas propias de las humanidades y las ciencias sociales.

No tengo la capacidad de visualizar el futuro, ni el don de la predicción, pero no hace falta ser muy sagaz para entender que en los próximos años todo aquello relacionado con la IA se convertirá en foco de discusión y debate por sus impredecibles consecuencias para la vida humana.

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