¿Cuánto cuesta la salud?
Selene revisó su reloj, eran las 9:45 de la mañana, había quedado de ir a la farmacia por los medicamentos de su tío René. Bianca su prima le llamó un par de días antes para pedir su apoyo para la compra de las medicinas. Selene y sus familiares más cercanos habían conformado una red de colaboración para situaciones diversas, entre ellas las cuestiones de la salud.
—No solo hay que estar juntos en la pachanga, también en los momentos de necesidad —solía decir la tía Chayito, esposa del tío René.
Antes de salir a la farmacia, Selene buscó la imagen de la receta médica que le mandó Bianca y el mensaje con los costos de los medicamentos. Hizo una cuenta sobre el aproximado del total que sería, siempre y cuando hallara todas las medicinas. Se alegró que no tuviera que comprar ningún antibiótico porque no le aceptarían la receta en formato digital.
Para la compra de los medicamentos Selene siguió la ruta que le sugirió Bianca. Al llegar a la primer farmacia, una de las mejor surtidas, se formó en la larga fila que había.
—Pero qué barbaridad, cuánta gente hay aquí. ¿Será que está más económico acá? Por eso habrá esta fila de espera —dijo para sí Selene mientras esperaba pasar pronto para que la atendieran.
Como al interior de la farmacia se perdía la señal de internet, Selene se concentró en observar el servicio que daba cada trabajador y trabajadora de la farmacia a la clientela. Tocó el turno a una señora que iba antes que ella. La señora habló con el empleado y le pidió el precio del medicamento solicitado y que le repitiera nuevamente el costo.
—Cuesta 1105 pesos, es lo de una caja. Aquí dice que es una caja por mes y que tiene que tomar el medicamento por un año.
El rostro de la señora dibujó desaliento, a pesar de eso siguió preguntando,
—Si cuesta eso, entonces como cuánto sería en un año. Más de 10 mil pesos, como 13 mil…
El empleado, con un rostro de poco interés, hizo movimientos en la computadora y dijo,
—13,260 pesos, sería —mientras su mirada se enfocaba en la fila de espera.
La señora repitió la cantidad y nuevamente inquirió si no habría otro medicamento de más bajo costo, el empleado le dijo que no. La señora volteó a ver a la fila de la clientela en espera, como una especie de auxilio. Finalmente, dijo que avisaría del costo del medicamento y luego regresaría a la farmacia.
Selene sintió una especie de impotencia. Quiso tener mucho dinero y poder apoyar a la señora. Por fin, le tocó el turno de atención, pasó y refirió la lista de medicamentos. Mientras el empleado iba a buscarlos, ella se quedó pensando en la señora que no compró el medicamento. ¿Cuánto cuesta la salud? Fue la pregunta que le resonó. Vinieron a su mente una serie de pensamientos, entre ellos que no todos tienen las posibilidades de comprar medicamentos caros, no todas las personas tienen acceso a un sistema de salud público y tienen que acudir a un servicio médico particular, pero no alcanzan a cubrir el costo de las medicinas.
El empleado regresó con los productos, a excepción de uno, todos los demás de la receta estaban surtidos. Al momento de pagar, Selene agradeció en su interior que su familia tuviera la oportunidad de hacer uso de un servicio médico particular y tener dinero para comprar medicamentos. Rumbo a casa siguió pensando, ¿cuánto cuesta la salud? Y en la medida que sus pasos avanzaban fue ideando en cómo poder aportar desde su red familiar para situaciones como la de la señora. Sin embargo, el trabajo tenía que ir más allá, porque la salud es un derecho y como tal las autoridades tienen, dentro de sus tantas encomiendas, que trabajar en eso. Respiró profundo, un par de niños corriendo delante de ella le hizo intentar esbozar una sonrisa, sin duda que había mucho que trabajar desde la sociedad en el tema de la salud y los derechos a ella.
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