Mariposas en verano

Foto: Laura Lorena Fernández

 

Ese sábado Araceli despertó alrededor de las 7:30 de la mañana. A José, su papá, le sorprendió que en fin de semana estuviera despierta a esa hora. Mientras se preparaba un licuado de leche con manzanas y peras, le explicó a su papá que el motivo de madrugar ese día era porque quería comprar materiales para una maqueta que le habían pedido en la prepa. La tienda donde vendían lo que requería solo trabajaba un rato en día sábado. Se dio un baño y se apresuró para salir antes de las 9 de casa.

Aunque el día era soleado, a esa hora todavía se percibía cierta sensación de frescura. Araceli se percató que mientras caminaba sobre la acera izquierda, apareció una mariposa amarilla en tamaño pequeño, volando en medio de la calle,  luego una mariposa más se incorporó y como en una especie de sincronización los vuelos de ambas se conectaron. Araceli las observó y pensó que era una linda manera de iniciar el día, sobre todo cuando era muy raro ver volar mariposas en las calles de la ciudad.

A medida que continuó su recorrido las imágenes de las mariposas fueron viniendo a su mente; recordó que de niña solía ver muchas mariposas en las calles. Intentó identificar en los recuerdos si era en la época de verano cuando las veía, justo coincidió en que sí. Había olvidado que el vuelo de las mariposas le generaba una grata sensación y ánimo, como si ella también estuviera en movimiento con ellas. En ese mar de pensamientos, se le hizo breve  el trayecto a la tienda.

Cuando Araceli se percató que la tienda que buscaba ya estaba abierta, sintió una especie de tranquilidad, aunque lo estaría más cuando verificara que ahí vendían los materiales que le faltaban para hacer su maqueta. En efecto, ahí encontró lo que necesitaba. Preguntó costos e hizo cuentas para ver si llevaba el dinero suficiente para la compra. Se detuvo unos instantes, no le alcanzaría para comprar todo lo que quería; antes de que pudiera juzgarse por no haber previsto llevar más dinero o pedirle a su papá, se hizo algunas preguntas:

—¿A ver Araceli, en realidad requieres todo eso? ¿Hay algunos productos que podrías sustituir creándolos tú con materiales reciclables? ¿Y si lo intentas?

En eso estaba cuando de nuevo vinieron a su mente las mariposas en movimiento, esa ligereza y ritmo en el vuelo era un hermoso paisaje para detenerse a observar. Sin duda que esa mañana la habían inspirado.

Finalmente, decidió llevar solo algunos materiales, haría el intento de crear los que le faltaban. La materia prima a reutilizar la tenía; consideró integrar materiales como semillas, hojas y  ramas secas de flores o árboles que había en casa.

Regresó a su domicilio, aún no había mucho movimiento en su familia, supuso que continuaban durmiendo. Se dirigió al patio donde tenían flores y algunos árboles frutales. Se agachó para recolectar hojas y ramas secas, mientras elegía cuáles eran las más idóneas para la maqueta se percató que una mariposa, luego otra y otra, revoloteaban en las flores que había en el patio. Hizo una pausa en su labor de recolección. Admiró la cadencia de los movimientos de las mariposas, sus bellos colores y decorados, su agilidad para ir de un lado a otro y luego posarse sobre las flores. El rostro de Araceli dibujó una sonrisa, las mariposas en verano la habían inspirado y recordado la importancia de crear desde lo que se tiene.

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