Guerra en Chiapas o ¿cómo llamarle a la desaparición y muerte de las personas?
El “compañero” presidente y el gobernador (¿?), casi a diario nos dicen que Chiapas vive en la paz y armonía. Sin embargo, esto no es así y se ha venido incubando diversos procesos de violencia política y social.
En primer lugar, el eje agrario político. Muchos de los problemas de violencia política son entre comunidades agrarias e indígenas, los más conocidos son los de Chenalhó y Chalchihuitán, Chenalhó y Aldama; así como también a causa de problemas graves como el de Acteal, la paramilitarización desde Tila, Oxchuc, Ocosingo, el mismo Chenalhó. El de Pantelhó y Tila aunque provienen de cacicazgos políticos, el eje agrario está presente, reducirlo a problemas entre comunidades no ayuda, como tampoco verlo como parte de un proceso de justicia que crea impunidad
Hay un proceso de larga data como se dice pomposamente. El narcotráfico lleva sus años haciéndose de más poder y su ejercicio es de violencia no humana, y unos lo han enfrentado vía los fusiles, y en la actualidad atacando alguna de sus causas, pero ahora el extremo es la -in-movilidad de las fuerzas armadas.
Ver el problema desde la responsabilidad del Estado, al menos en esta coyuntura, parece un ejercicio de sordos, pues no ha bastado el número de muertos y desaparecidos, ni de denuncias, ni campañas solicitando y presionado para actuar y detener la barbarie.
Los desaparecidos, muertos y quienes huyen de la violencia, desplazados, tienen en el periodismo, el único y limitado espacio para que se informe no solo la sociedad, también el señor de palacio, y el inquilino en la plaza central de Tuxtla.
Me he preguntado si después de más de tres años de analizarlo y denunciarlo por qué no se hace algo más radical para que ya no más lo que estamos viviendo. Recientemente hice un viaje a la capital del país, en el zócalo había un expendio de los llamados “amlitos”, y me preguntó el dueño del lugar, joven, por cierto, si me caía bien o mal el presidente. Mi respuesta fue no es que caiga mal, pero creo que, en Chiapas, por ejemplo, no ha hecho las cosas bien. La respuesta del joven fue: ¡división de poderes! Y yo, le trataba de explicar que entendía que la entidad, su -des- gobernador era el primero que debería de actuar, el joven, no dejaba de repetir: ¡división de poderes!; ¡división de poderes!
Creo que el país es producto de la forma de gobernar, en este caso, el presidente ha creado una narrativa que gira alrededor de su persona, y que esta visión es muy personal, basada en su forma de hacer política (Ufff el capitán debe enojarse por esta referencia, pero como dice, ni modos).
México cada seis años es el país de un solo hombre. Hay cambios en México, pero siempre creados por una serie de relatos que ensalzan a la persona gobernante, dejando que los problemas que nos son de fondo se quedan como en el olvido pero terminan abonando en la impunidad.
Dice, por ejemplo, que el presidente es la persona que está mejor informada (ahhh el poder), sin embargo, a pesar de que se levanta temprano y atiende los problemas de seguridad, y el gobernador repite lo mismo ¿cómo explicamos que los narcos tienen armas y vehículos que enfrenta a ellos entre sí, y a la sociedad en Chiapas?
En Chiapas no hay lugar en donde no haya muertos y desaparecidos, en donde los carteles, es decir, sicarios, jefes, halcones y sus secuaces se mueven con tal impunidad que nos hace sospechar que en Palacio nacional o en el de Tuxtla Gutiérrez, la gente que habitamos estas nobles y hermosas tierras, les importamos un bledo.
El -des- gobernador habla del clima, de las reuniones, y claro, de las obras producto del amor a Chiapas del presidente. Supongo que eso lo ocupa y cansa mucho, pero ¿no hay un Plan de Gobierno en donde haya prioridades? Lo mismo del lado del gobierno federal ¿no hay una estrategia que defienda la soberanía interna? ¿no le conmueven los desplazados, desaparecidos y muertos en Chiapas, en México?
¿Qué nombre le ponemos a esta barbarie? El hecho de que no los nombren Rutilio y Andrés Manuel no quiere decir que no existen. Para acabarla de amolar como dice la abuela el que todavía no es gobernador ya nos anuncia nuevas (no son tan nuevas, pero eso es otro asunto) inversiones, me llama la atención la autopista Palenque a San Cristóbal o viceversa, en donde hay resistencias, y además, lo hace sabiendo que desde ya, su gobierno (muy suyo), ya tiene rompimientos con su mentor, y camina del lado de su calle, porque la de la nueva presidenta, solo es en el discurso.
De chico empezó un programa muy popular que se llamó el Chapulín Colorado, y de manera jocosa se preguntaba: ¿y ahora quien nos va a defender? Y de pronto aparecía eso Chapulín rojo, con martillo de plástico. Si lo uso como metáfora la pregunta sería ¿será que alguien nos va a defender?
Está visto que en palacio nacional la realidad es virtual, y que, en esta crisis, la peor de Chiapas y creo que de Mëxico, gira en el ego del presidente, la falta de empatía, del -des- gobernador. Las personas de Frontera Comalapa, de Chicomuselo, Amatenango de la Frontera, Mazapa de Madero, Motozintla, Bellavista, El Porvenir, Jaltenango, La Concordia, Pantelhó, por mencionar a los más conocidos, viven en guerra, impuesta desde afuera (los carteles), pero también de adentro, por los añejos problemas políticos, sociales y económicos. La guerra contra el olvido no solo es lo que sienten los pueblos, también es una guerra en donde la sociedad pone muertos, pero también se asocia al crimen, y forma parte de una situación que, de fondo, es propia del sistema de vida que hoy tenemos que es el capitalismo realmente existente.
Chiapas debe estar en paz, solos podremos aportar ideas, pero requiere de la intervención de las instituciones del Estado, pues no se trata de reprimir, sino de prevenir, recuperar el espacio público, limitar las actividades delincuenciales y fomentar en la sociedad menos corrupción. Son, como dice un hijo de padres, recientemente desaparecidos: “son los días más tristes que he tenido”.
Correo electrónico: ggonzalez@ecosur.mx
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