Fútbol Club Sant Pauli: en primera división alemana contra toda discriminación

Fútbol Club Sant Pauli

Hace cinco años ya escribí, en estas mismas páginas, sobre un club de fútbol alemán singular porque más allá de su actividad deportiva su ideario se distingue por enfrentar cualquier tipo de discriminación, además de ser claramente antifascista en un país que vivió bajo el régimen nazi del Tercer Reich. Autoritarismo y racismo convertidos en políticas de Estado que, pese al tiempo transcurrido, todavía resuenan como anhelos en movimientos presentes en Alemania y en toda Europa.

Vuelvo a hablar de este club porque en la próxima temporada de la liga de fútbol alemana, que está cercana a comenzar, el Sant Pauli jugará en la primera división tras haber conseguido el ascenso después de 13 años fuera de esa categoría. A muchas personas, dadas las complejidades locales y nacionales, les parecerá que mencionar al Sant Pauli es una banalidad de poco interés. No cabe duda que para quienes no están atraídos y atraídas por las competiciones deportivas, y en concreto por el fútbol, la noticia es una más de ese somnífero de masas como puede ser considerado el balompié. Por supuesto, mi opinión es diferente, porque de lo contrario no escribiría este texto.

El club Sant Pauli, fundado hace más de 110 años en el barrio portuario de Hamburgo, homenajea esa historia al ser su camiseta principal del color marrón que portaban los estibadores de dicho puerto. Una historia reivindicativa y de compromiso demostrado con los anuncios observables al interior de su estado: “No hay lugar para homofobia, fascismo, sexismo, racismo”. Posicionamiento militante a través de campañas y actividades que van más allá del día de juego donde se reúnen, siempre, 30 mil personas para abarrotar las graderías de su estadio.

El ideario del club, un hecho bastante insólito entre entidades deportivas, quedó reflejado en este siglo con 15 principios fundamentales ratificados por los socios-aficionados del club. Principios donde destacan el respeto a los derechos humanos, la vinculación con su comunidad o la atención al medio ambiente. A todo ello se unen diversas actividades de carácter social y político en las que participa su hinchada y el barrio portuario que aloja al equipo. Acciones llevadas a cabo en Alemania, pero también en otros continentes como ha ocurrido en distintos países de América Latina. En definitiva, quienes sigan con la máxima que no debe mezclarse política y deporte es que nunca han entendido que el deporte responde plenamente a la máxima de que todo en la sociedad tiene un carácter político. De manera abierta, o simulada, los intereses o posicionamientos políticos están presentes. El fútbol, en este caso, no es ajeno a ello, otra cosa es que se demuestre de manera evidente o que dicha certeza quede solapada u oculta. Un ejemplo evidente de la implicación política se demuestra en muchas barras ultras de los equipos europeos, siempre con simbología y cánticos ligados a la extrema derecha e incluso al fascismo. El caso de los seguidores del equipo italiano de la Lazio romana es un ejemplo, no precisamente a seguir, por mostrarse con simbología fascista y cánticos a favor de esa ideología. Hay que recordar que Benito Mussolini fue socio y seguidor de dicho equipo. Para los seguidores del fútbol español pueden observar lo mismo en el estadio del Club Atlético de Madrid, por solo citar otro caso.

Como seguidor de este equipo alemán y que luce con orgullo la playera “Jolly Roger”, nombre con el que se conoce la bandera pirata y que identifica a los hinchas del Sant Pauli, disfruto el éxito de este equipo y sus seguidores comprometidos con el combate frontal a cualquier tipo de discriminación y, sobre todo, a las tentaciones totalitarias que, con distintas expresiones, se extienden en el planeta.

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