El valor del tiempo
Paola observó el reloj, las 5 de la tarde, tenía justo media hora para decorar las galletas de mantequilla del pedido que entregaría a las 6 en punto. Doña Rita, quien le había hecho el encargo, era muy puntual. Lo primero que se le vino a la mente fue llamar a Lorena, su hija mayor para que la ayudara. En ese momento recordó que no estaba, ella le había pedido ir a comprar unos materiales para un trabajo de la secundaria que tenía que entregar Mariana, su hija menor.
—¡Qué mente la mía! Voy a llamar a Mariana, tiene menos práctica que Lore pero me ayudará —dijo para sí Paola.
—¡Mariana, Mariana! Por favor, ¿puedes venir?
Se hizo una pausa, un breve silencio y luego se escuchó,
—¡Voy mamá! ¡Ya voy!
Paola empezó a sentir el tic tac del reloj y Mariana no llegaba, justo cuando iba a llamarla nuevamente, se asomó.
—Dime mamá. ¡Wow, qué bien huele! ¿Hiciste galletas?
—Sí, tengo un pedido para doña Rita, ¿por favor, me ayudas con la decoración? ¿O prefieres ir acomodando en las cajitas para la entrega?
Mariana optó por lo segundo, no era tan diestra en decorar y cuando Paola le dijo que tenían alrededor de 20 minutos para terminar el trabajo prefirió acomodar las galletas. Finalmente, el pedido quedó terminado en tiempo y forma. Paola obsequió unas galletas a Mariana quien comenzó a degustarlas mientras regresaba a continuar avanzando con su tarea escolar, en tanto llegaba Lorena con los materiales.
Paola revisó el reloj, 5:40 de la tarde, respiró profundo. Terminó de acomodar las cajas con galletas. Se sintió más tranquila. Su trabajo ya había terminado. Escuchó el sonido de mensajes en su celular, pensó que era doña Rita que llegaría antes. Eran mensajes de otros pedidos, de una empresa querían 50 galletas de avena y 50 de chocolate para las ocho de la noche y una familia quería unas roscas de mantequilla para un desayuno al día siguiente. En el mensaje de la empresa le decían,
—Doña Pao, disculpe hacer el pedido a esta hora, sin embargo, usted siempre saca el trabajo. Y sus galletas son muy ricas.
Por la mente de Paola pasaron varias ideas, su trabajo era requerido y eso lo agradecía. Sin embargo, observó la hora, prácticamente tenía poco tiempo para hacer las galletas. Y al día siguiente tener listas las roscas. Normalmente le gustaba revisar los ingredientes, tener suficiente material y destinarle el tiempo, la energía y el amor al cocinar cada pedido. Se quedó unos minutos más pensando en la respuesta que daría, ¿acaso la gente no valoraba el tiempo que ella dedicaba a cocinar? Además de eso, ella también tenía otras actividades que hacer, estar con su familia; amaba su trabajo pero también respetaba sus tiempos. En ese dilema estaba cuando escuchó el sonido del timbre, fue a abrir la puerta.
—Señora Paola buena tarde. ¿Cómo está? Vengo por mi pedido.
—Doña Rita, usted tan puntual, justo me agarró pensando en el valor del tiempo. Pase, ahora le traigo sus galletas.
Paola hizo la entrega de las cajas, doña Rita le echó flores a las galletas, al aroma y a la presentación. Le agradeció el trabajo; mientras tanto en la mente de Paola resonaba la importancia del valor del tiempo.
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