Palabra y cosa, verba y res
Casa de citas/ 700
Palabra y cosa, verba y res
Héctor Cortés Mandujano
¡700! Gracias lector, lectora. Te abrazo.
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Res y verba pertenecen a universos irreconciliables,
por lo que ningún discurso será capaz de dar cuenta fidedigna de la realidad
Javier Blasco,
en “Cervantes creador: ‘la rara invención’ ”
Leo ReTrato de Miguel de Cervantes Saavedra (Gobierno del Estado de Guanajuato, 2011), edición de Florencio Sevilla Arroyo, con textos de especialistas que vuelven a tratar, de allí el título, tres ejes sobre la vida y la obra de este español del mundo: Biografía, historia y documentación; Poesía, teatro y novela; tradición, creación y poética literaria.
Cita Alfredo Alvar Ezquerra, en “Cervantes ante la narración de la Historia”, a George Steiner (p. 99): “En cada acto de lectura completo late el deseo de escribir un libro en respuesta. El intelectual es, sencillamente, un ser humano que cuando lee un libro tiene un lápiz en la mano”.
Krzysztof Sliwa, en “Semblanza documental de Miguel de Cervantes Saavedra”, escribe (p. 103): “La vida de Miguel de Cervantes Saavedra sigue todavía envuelta en el misterio: pese a contar ya con unos 548 documentos relacionados con el autor del Quijote, la personalidad del singular escritor ofrece muchos puntos oscuros que no se han esclarecido debido a la falta de documentación”. Cita después la crítica despiadada de Lope de Vega (p. 145): “De poetas, no digo buen siglo es éste. Muchos están [en] cierne para el año que viene, pero ninguno hay tan malo como Cervantes ni tan necio que alabe a Don Quijote”. Al final de su texto se pregunta sobre lo que falta por descubrir sobre Cervantes (p. 152): “¿Dónde están estos documentos? ¿Por qué no se han descubierto, quién los ha destruido?”.
En “Cervantes y la poesía”, escribe Pedro Ruiz Pérez (p. 177): “Cervantes no disfrutó de una clara posición de campo en el dominio de la poesía”. Por lo menos no en sus libros estrictamente poéticos, sino en los otros (pp. 198-199): “A diferencia de sus modelos y sus contemporáneos, el verso cervantino alcanza siempre su cumbre, como si fuera una condición ineludible, por medio de la interposición de sus personales novelescos”.
Escribe Jesús G. Maestro en “Cervantes dramaturgo: historia y presencia del teatro cervantino” (p. 295): “Es imposible leer el Quijote sin percibir la naturaleza entremesil, dramática y metateatral de muchos de sus episodios. Y lo mismo hemos de decir de buena parte de las escenas de sus Novelas ejemplares”.
Javier Blasco dice en “Cervantes creador: ‘la rara invención’ ” (p. 315): “A Cervantes, en el Viaje del Parnaso, no le duelen prendas en reconocer que, a pesar de los muchos trabajos y desvelos que siempre hizo para ella, el cielo nunca quiso otorgarle ‘la gracia’ de poeta”. El Quijote hace referencia a muchos libros y por eso (p. 319) “con el Quijote sólo –concluye E. Orozco, citando palabras de Menéndez Pelayo– podría adivinarse y restaurarse toda la literatura de imaginación anterior a él…, porque Cervantes se la asimiló a su obra” y sigue Blasco (p. 320), “la genialidad del trabajo de Cervantes reside en la capacidad para, con todos los hilos conocidos, tejer una tela absolutamente nueva, en la que los viejos discursos le hablan al lector con diferente voz (o, mejor, con diferentes voces). Para ello, somete los materiales de los que se sirve a una profunda transformación”. Cervantes escribe y el lector reescribe (p. 350): “La enseñanza, si alguna contiene la narrativa cervantina, dependerá del lector, y no del escritor, lo contrario sería adoctrinamiento”.
En “Algunas claves cerva
ntinas: literatura y vida: poética de la libertad”, Antonio Rey Hazas cita a Lope de Vega, a propósito de la imbricación escritura-vida (p. 364):
¿Qué no escriba, decís, o que no viva?
Decid vos a mi pecho que no sienta,
que yo diré a mi pluma que no escriba.
María Zambrano, filósofa, citada en extenso por Rey, muestra la necesidad del Sancho en el Quijote. Es, dice, escudero, juez, espejo y eso permite que el otro, el pensador, el justiciero, el loco, aparezca (p. 376): “Bien pronto aparece la otra imagen, la del hombre común que le sirve y sostiene, y sin el cual nada habría hecho”. Y Cervantes, sigue, nunca aparece en primera persona; también escribe desde un juego de espejos (p. 376): “Y así nos venimos a sentir como en la vida: indecisos bajo la mirada omnipresente de un autor que manifestándose con la mayor claridad ha dejado intacto el misterio”.
Rey también cita a Borges (p. 382): “¿Por qué nos inquieta que don Quijote será lector del Quijote, y Hamlet espectador de Hamlet? Creo haber dado con la causa: tales inversiones sugieren que si los caracteres de una ficción pueden ser lectores o espectadores, nosotros, sus lectores o espectadores, podemos ser ficticios”.
Cervantes escribió hasta que le dieron sus fuerzas. Dice Rey (p. 387): “Cuando Cervantes acaba el Persiles y escribe la dedicatoria al conde de Lemos, el 19 de abril de 1616, ya está moribundo, a tres o cuatro días de que la vida lo deje definitivamente”.
Dice Luis Rosales, en otra de las citas de Rey (p. 394): “Piensa Cervantes que el retiro nos hace libres, y en virtud de ello sus personajes se desgarran de la sociedad constituida para vivir en libertad. […] La Edad Dorada cervantina no es colectiva, sino individual, y no se apoya tanto en la justicia como en la libertad. […] Por esa causa la conciencia dolorosa de Cervantes nos sigue conmoviendo profundamente todavía. Ella es una de sus lecciones imperecederas”.
Más de este rico ensayo (p. 416): “La carta de amor que don Quijote escribe a su dama, como estudió Pedro Salinas (1967: 116-148) es el ápice del absurdo, puesto que ni Sacho ni Dulcinea saben leer, y don Quijote, pese a ello, la envía quién sabe dónde, porque ni él ni Sancho saben tampoco dónde vive Dulcinea, como se demuestra después”.
Cita al final Rey a Carlos Fuentes (p. 418): “Seguramente, esta es la primera vez en la historia que un personaje sabe que está siendo escrito al mismo tiempo que vive sus aventuras de ficción […] Don Quijote, el lector, se sabe leído, cosa que nunca supo Amadís de Gaula. Y sabe que el destino de don Quijote se ha vuelto inseparable del libro Quijote, cosa que jamás supo Aquiles con respecto a la Ilíada”.
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