Ángel Torres, la oportunidad de reivindicarse
Ángel Torres Culebro se enfrenta a dos retos para convertirse en buen presidente municipal de Tuxtla Gutiérrez: quitarse la sombra de advenedizo que lo ha acompañado y lograr una gestión eficiente con proyectos útiles y viables; contará, para ello, con la herencia de un ayuntamiento ordenado y funcional.
En un principio, Torres pensó en convertirse en candidato a la gubernatura del estado. Su eslogan, bastante previsible, era: “Un ángel para Chiapas”, pero el ángel, que había volado desde muy joven de su natal Tuxtla, para desarrollar su carrera política en Tabasco, tuvo que cortarse las alas.
Bajó sus aspiraciones. Ya no era un ángel para Chiapas, sino un ángel para Tuxtla, y empezó a buscar a sus compañeros de banca de la secundaria, a comer tacos de cochito, para decir que era tan conejo, como el Sabinal, con sus aguas a veces limpias, a veces llenas de bacterias, a veces seco y otras veces caudaloso.
Desde luego que aquí nació. No se le puede escatimar su origen, pero tampoco que se fue a la Ciudad de México, que vivió en Tabasco por varios años, y que allá tejió sus relaciones empresariales y políticas, y que vino aquí en esa marea del grupo presidencial que ha territorializado todos los espacios.
Como presidente municipal tiene la oportunidad de reivindicarse. No necesita hacer mucho. Tan solo debe imponer orden, disposición de servicio eficiente y capacidad.
No son cualidades en los que haya destacado como secretario de Obras Públicas. Los puentes construidos sobre el Libramiento Sur están inconclusos. En las calles aledañas de estos puentes los habitantes sufren por la falta de infraestructura de electricidad.
Están, por ejemplo, los huecos para los transformadores subterráneos que no se han instalado. Ángel Torres lo sabe. También lo sabe la actual secretaria de Obras Públicas, Claudia Baca Esquinca, quien estuvo en la supervisión de la obra y ha conocido este pendiente que lleva más de tres años.
El presidente municipal electo recibirá una administración aceitada por Carlos Morales Vázquez, quien ha sido un excelente alcalde, pero que a su llegada en 2018 se encontró con un ayuntamiento de cabeza, en donde era urgente negociar con varios actores que amenazaban con inmovilizar su administración.
Había que renegociar la deuda pública y la privada, y en todos había tiburones dispuestos a seguirse alimentando de las finanzas tuxtlecas. Le fue posible, sin embargo, negociar con Proactiva, avanzar en la renovación del alumbrado público y solucionar los problemas internos y de contratos en agua potable.
En una carrera contra el tiempo, pudo sanear las finanzas, pagar a proveedores y a trabajadores. Su reelección fue un trámite, lo cual le permitió consolidar su trabajo que ha sido meritorio y destacado.
Pese a que no quedó el sustituto que le habría gustado, Carlos Morales no se interpuso en las aspiraciones del actual presidente electo. Al contrario, le facilitó contactos y estructura.
Ángel Torres Culebro tiene el reto ahora de demostrar que no es indolente, que tiene un proyecto trascendental para Tuxtla y que sabe gobernar. No puede tener mejor pista de aterrizaje para alcanzar sus propósitos: un ayuntamiento ordenado de la ciudad más importante de Chiapas que merece más y mejores servicios públicos, más y mejores centros de esparcimiento, de convivencia y mejores vialidades. Esperemos que realmente sea un alcalde que sepa gobernar y quiera trascender.
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