Los embrollos del Departamento de Estado
En varias de las “mañaneras” recientes, el Presidente del país, Andrés Manuel López Obrador, se ha referido a las actividades de la famosa agencia norteamericana especializada en perseguir a cárteles de la droga conocida por su siglas en inglés como la DEA; así mismo, el Presidente se ha referido a la actividad del Departamento de Estado de los Estados Unidos, comentando lo que él llama su manía de intervenir en los asuntos de otros países, lo que es reprobable. Esas intervenciones del Presidente, que me parece curioso, salvan la responsabilidad del propio Presidente de los Estados Unidos, planteando que la DEA o el Departamento de Estado actúan por su cuenta sin informar y menos consultar con el presidente norteamericano. Tal pareciera según el discurso del Presidente López Obrador, que cada agencia de Estado del Gobierno de los Estados Unidos, opera por sí misma, lo que es difícil de aceptar. Sin embargo, las constantes alusiones a las actividades de la DEA y al intervencionismo norteamericano en los asuntos de los países de América Latina y en verdad, del mundo, son referencias muy útiles para no olvidar que esa actitud intervencionista del gobierno norteamericano es añeja. Justo mientras el Presidente López Obrador hablaba de ello, recordé los escándalos que se suscitaron en la década de los años 1960 debido a la puesta en práctica de proyectos intervencionistas norteamericanos como lo fueron, por ejemplo, los llamados “Plan Simpático” y “Plan Camelot”. Lo importante aquí es que estos planes como los mencionados iban dirigidos a los centros de educación superior en América Latina. El propio Presidente López Obrador difundió el contenido de una carta que un embajador norteamericano dirige a su gobierno, recomendando becar a jóvenes mexicanos de las elites del país, para convertirlos en fervientes admiradores de la “American Way of Life” y que una vez en los máximos puestos de poder, pondrían a sus países en la condición de nuevas colonias de los Estados Unidos. Estos Proyectos, financiados y promovidos por los Estados Unidos, ponían en marcha investigaciones sobre todo antropológicas, para detectar qué sectores de la población latinoamericana serían más susceptibles al cambio social y sobre todo, que rechazaran la intervención norteamericana en los asuntos internos de los países latinoamericanos, incluyendo al Caribe. El más famoso de estos planes fue el llamado “Plan Camelot” que se aplicó en Chile entre 1963-1964-en plena Guerra Fría- y fue financiado por el ejército de los Estados Unidos. Una vez que se destapó, el escándalo recorrió a toda América Latina. En Chile fue todo un acontecimiento y provocó una gran movilización social. Incluso, el antropólogo chileno, que aceptó estar al frente del dichoso plan, fue despojado de su nacionalidad por el Senado Chileno. El propio Embajador de los Estados Unidos en Chile, Ralph Duncan, se vio sorprendido ante la reacción del pueblo chileno a un plan de su gobierno que él desconocía, dato que puede apoyar la opinión del Presidente López Obrador de que cada institución que conforma al Estado Norteamericano actúa por su cuenta. En efecto, el ejército no había informado a la diplomacia norteamericana del Plan Camelot, lo que fue protestando por el embajador Duncan quien informó que la reacción anti norteamericana en Chile había sido muy notable y enérgica. El propio Senador norteamericano William Fulbright, Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado Norteamericano, al protestar por la puesta en práctica de un proyecto intervencionista como lo era el Plan Camelot, dijo que protestaba ante una actitud del ejército norteamericano que era reaccionaria, retrograda y opuesta al cambio social. En las aulas de la Escuela Nacional de Antropología e Historia(ENAH), hacia 1966, se discutió el intervencionismo norteamericano al darse a conocer lo que había sido el Plan Camleot. Incluso, el propio Director del Proyecto, el antropólogo chileno que perdió su nacionalidad y que a la sazón hacía trabajo de campo en México, se atrevió a discutir el asunto con los estudiantes en memorable Asamblea General de la ENAH. Fue un verdadero juicio del que salió totalmente derrotado el dicho antropólogo. Pero además esa discusión memorable mostró la histeria anti comunista que animaba a los Estados Unidos en aquellos tiempos de Guerra Fría. Es esa misma actitud la que estuvo presente en el derrocamiento del Presidente Salvador Allende en Chile, acción aconsejada y dirigida por Henry Kissinger. Los propios científicos sociales norteamericanos escribieron manifestando su rechazo a este intervencionismo, que aún no ceja, como lo muestra el bloqueo a Cuba. Uno de los sociólogos más importantes de los Estados Unidos, Irvin Louis Horowitz, alumno que fue de Charles Wright Mills, escribió denunciando este tipo de proyectos en un memorable texto que es posible consultar en línea y lleva por título “Vida y Muerte del Proyecto Camelot”. Por su parte, un antropólogo de la importancia de Marshall Sahlins, publicó en 1967, el texto titulado “El Orden Establecido: no doblar, arrugar o mutilar” (En: Irving Louis Horowitz, Editor, The Rise and Fall of Plan Camelot, Cambrige, MIT Press). En ese memorable texto, Marshall Sahlins terminaba su denuncia de estos planes afirmando que un científico social necesita de la libertad para crear conocimiento y no puede estar sujeto a los caprichos de la política, menos cuando esta tiene la perversión de intervenir en los asuntos internos de otros países. Sucesos del contexto de la Guerra Fría pero que no dejan de tener actualidad y apuntan hacia el análisis de la situación contemporánea de América Latina y El Caribe.
Ajijic. Ribera del Lago de Chapala. A 13 de mayo de 2024
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