La Red Centroamericana de Antropología: 30 años de trascender fronteras
Desde 1994, momento en que se conformó la Red Centroamericana de Antropología, dicha red ha celebrado XIV congresos en distintos países que componen el istmo centroamericano, donde también ha participado México por la vinculación histórica de Chiapas y sus territorios fronterizos con la región. Sin entrar en la organización y funcionamiento puntual de la Red, lo que cabe destacar es que su creación y caminar, durante estos 30 años, ha representado un esfuerzo institucional y personal de aquellos que se involucraron desde sus inicios hasta la actualidad.
Iniciativas precedentes en Centroamérica, así como las llevadas a cabo por el que fuera Instituto Chiapaneco de Cultura, bajo la dirección del Dr. Andrés Fábregas Puig, con distintos eventos realizados en ciudades de Chiapas (Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal de Las Casas y Tapachula) se concretaron en el primer Congreso celebrado en Costa Rica, y que se convirtió en el fundante de la Red.
Quienes conozcan la realidad centroamericana, tan cercana y lejana al mismo estado de Chiapas, sabrán las dificultades de la región para tener estabilidad política y económica, un hecho que incide de manera fundamental en aspectos imprescindibles como la educación y la investigación, en este caso en una de las disciplinas sociales como lo es la antropología. Especialidad científica que, como ocurre en otros ámbitos de la vida social, está sometida a procesos determinados por la hegemonía de la ciencia producida en los países centrales del planeta. En tal sentido, decía hace algunos años el colega Gabriel Ascencio que entre los propósitos de la Red se encontraba “configurar una antropología centroamericana con identidad propia, en concordancia con las diferentes culturas y problemas del área”. Es decir, abrevar de la historia de la disciplina en la región para conformar, con los impulsos contemporáneos, una tradición propia que pueda debatir con otras antropologías surgidas en los países hegemónicos. Un loable propósito, nada fácil de lograr, pero que habla de la disposición por construir. Esa idea de crear una tradición regional ha quedado simbolizada, por ejemplo, en la conmemoración-homenaje a personalidades relevantes para la antropología centroamericana o del país organizador en cada congreso.
Para avanzar en los propósitos de la Red se han llevado a cabo intercambios de académicos, formación de estudiantes, y proyectos educativos y de investigación como son la creación de posgrados. Circulación de académicos y estudiantes para enriquecer un propósito loable y construido desde el compromiso, más allá de la disposición de recursos económicos y apoyos institucionales.
En México las instituciones participantes en la Red han oscilado en los años de su existencia, pero un núcleo duro en Chiapas y Quintana Roo se ha mantenido para demostrar que la tentación de mirar únicamente hacia el norte geográfico no es un objetivo compartido entre todos los académicos.
El próximo Congreso Centroamericano de Antropología, el número XV, se llevará a cabo en Honduras. Los retos para los países participantes, y para la disciplina antropológica son múltiples, pero mantener la participación estudiantil y seguir con los intercambios académicos debe estar en la mira de los participantes y representantes de la Red. Nuevos retos se hacen necesarios en tiempos de cambios acelerados y donde, por solo poner un ejemplo, las contemporáneas innovaciones tecnológicas deben explotarse para edificar vínculos presentes y futuros. Sin embargo, uno de los puntos principales para pensar en los siguientes años es el relevo generacional de los participantes-representantes en dicha Red, un hecho indispensable y necesario pero que, desde mi perspectiva, deberá mantener los conocimientos de los históricos sustentos de esta Red alimentada por el buen talante de las relaciones personales.
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