El Prometeo chiapaneco
Por Daniel Villafuerte Solís[i]
El Prometeo chiapaneco está encarnado en la figura trinitaria de dos mujeres y un hombre que aspiran a gobernar Chiapas, un estado que lastimosamente sigue ocupando el primer lugar en el país en rezago social, impunidad, justicia laboral, pobreza, exclusión, a lo que ahora se añade la violencia criminal.
Prometeo es el Dios de la prosperidad y el desarrollo. La figura trinitaria ofrece para Chiapas mejorar las cosas en un territorio dolido por el olvido de los malos gobiernos que le ha tocado en los últimos 18 años. Todos han medrado con la miseria y el sufrimiento de la gente que no tiene los recursos para una canasta básica, que no cuenta con seguridad social y no puede pagar los medicamentos cuando enferma, que muchas familias tienen que mandar a sus niños y niñas a pedir monedas en las esquinas.
En 1990, según el Censo de Población y Vivienda, Chiapas contaba con 3.2 millones de habitantes, hoy se estima en 5.7 millones, es decir 78 por ciento más, lo que se traduce en una fuerte presión social en la demanda de empleos y de servicios básicos: salud, educación, agua, electricidad, vivienda, etc.
Cada 14 de septiembre se celebra oficialmente la incorporación de Chiapas a México. Este año se cumplirán 200 años de este acto, y sin embargo los beneficios para la inmensa población no han llegado. La entidad, dada la dotación generosa de recursos naturales, se convirtió en la gran despensa para el centro y resto del país: energía eléctrica, gas, petróleo, alimentos y mano de obra barata. Hoy también aporta fuerza de trabajo a Estados Unidos, el año pasado generó 4 367 millones de dólares por concepto de remesas familiares.
Hace tres décadas (el 1 de enero de 1994), el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se levantó en armas en busca de justicia social y democracia participativa, enarboló demandas elementales para la subsistencia de millones de campesinos e indígenas. Y, sin embargo, en el presente los rezagos económicos y sociales se mantienen prácticamente inalterados. Chiapas sigue ocupando el primer lugar en pobreza, la realidad duele, es un clavo en la herida de un cuerpo social lastimado, agraviado, despreciado.
Chiapas ocupa el tercer lugar en la tasa de informalidad laboral con 75.2 por ciento, el primero es Oaxaca con 81.2%, y el segundo es Guerrero con 79%. En trabajo asalariado ocupa el tercer lugar con 41.8, superado por Guerrero y Oaxaca que ocuparon el primero y segundo lugar, respectivamente. Este indicador revela la debilidad de la relación capital-trabajo e indica que buena parte del trabajo corresponde a mano de obra familiar no remunerada. También registra la tasa más alta de condiciones críticas de ocupación en el país con 48.1 por ciento. Es la entidad con mayor pobreza del país con 3.8 millones de personas, de las cuales 1.6 millones corresponde a pobres extremos, según la última cifra de CONEVAL de 2022.
Chiapas tiene una estructura económica, donde predomina el “changarrerío”, su estructura es precaria y desde hace años está estancada. El sector más abandonado es el primario (agropecuario y forestal), pese a que absorbe el 30 por ciento de la población de la Población Ocupada (equivalente a 661 182 personas), frente a 48 por ciento del sector terciario (1 068 184). Fuera del ámbito agropecuario, el 80 por ciento de la Población Ocupada (PO) se concentra en micronegocios y pequeños establecimientos. En 2022 la contribución de la economía chiapaneca al PIB nacional fue de 1.5 por ciento. Más del 57 por ciento de la PO gana hasta un salario mínimo y 14 por ciento no recibe ingresos.
Esto es parte del escenario donde el próximo 2 de junio, 13 partidos políticos disputarán el voto de más de 4 millones de votantes registrados en la lista nominal de electores[ii], que elegirán a 123 presidentes municipales, gobernador y 24 diputaciones de mayoría relativa, además de presidente de la República, senadores y diputados federales. Es mucho lo que está en juego, sobre todo porque Chiapas forma parte de las 8 entidades con más electores en el país.
Esta realidad implicará para el nuevo gobierno tener un planteamiento de fondo, si es que existe el propósito de hacer cambios sustantivos. En el Prometeo chiapaneco no hay un reconocimiento explícito del papel estratégico que juega el campo en la generación de empleos, la producción de alimentos y la estabilidad social. En el medio rural están presentes los grandes problemas estructurales que deben ser atendidos con máxima prioridad, desde la pobreza y la desigualdad social, hasta la violencia política, religiosa y criminal que ha comenzado a hacerse presente.
Chiapas es una entidad frontera, lo que añade mayor complejidad por ser un territorio de origen, tránsito y retorno de migrantes, lo que lo convierte en un espacio complejo. El tema de la frontera sur y el fenómeno migratorio están en la agenda de seguridad nacional, tanto de México como de Estados Unidos. Chiapas forma parte de las entidades federativas expulsoras de población, en 2023 se colocó en el cuarto lugar nacional en captación de remesas familiares, después de Guanajuato, Michoacán y Jalisco, estados de vieja tradición migratoria. La migración masiva a Estados Unidos que comenzó de manera sistemática en 1990 ha mantenido una tendencia ascendente.
La cuestión migratoria pasa por reconocer que, en lo que se refiere a la de tránsito, ha venido creciendo rápidamente. Ahora ya no se trata de la migración centroamericana, a la frontera sur llegan migrantes de Venezuela, Haití, Ecuador, Colombia, a lo que se suman las personas extracontinentales. El año pasado, transitaron por la selva panameña, conocido como el Tapón del Darién, más de medio millón de personas, la mayoría de ellas llegaron a Tapachula.
El gran ausente de las propuestas en la figura trinitaria de Prometeo es el cómo superar o resolver los grandes rezagos sociales y económicos, que requiere estrategias de corto, mediano y largo plazos. Tampoco hay un planteamiento en torno a las relaciones con el Centro, donde se decide el presupuesto y las políticas nacionales que habrán de implementarse en Chiapas. Incluso en el Centro se definen las candidaturas para gobernador, diputados y senadores.
El reto para los futuros gobernantes es cómo lograr la gobernabilidad, lo cual pasa por entender las complejidades que presenta la entidad por su composición étnica, la diversidad religiosa, la pobreza y exclusión social. Tendrán que impulsar un nuevo pacto social, entender que sólo el gobierno no puede resolver todos los problemas, que es necesario pensar en el Estado ampliado donde la sociedad y sus organizaciones participen en un proyecto de país y de estado incluyente. Que se necesita dar sentido y contenido a eso que llaman democracia para disminuir la pobreza y los grandes rezagos sociales. Dejar de ver la pobreza como un capital político, como un negocio que deja dividendos para quienes medran con el dolor y la miseria de la gente.
Resulta fundamental en estos tiempos de corrupción pensar en una contraloría social que observe el buen uso de los recursos y la rendición de cuentas. Los grandes males de esta sociedad son la impunidad y corrupción que generan violencias y espacios ingobernables, donde el crimen organizado va controlando territorios y población a través del miedo, el poder y el dinero. Las violencias inhiben el desarrollo social y económico, es una cadena que es necesario romper y contribuir a cambiar el rumbo de la historia.
[i] Profesor Investigador en el CESMECA. Observatorio de las democracias: sur de México y Centroamérica.
[ii] https://www.ine.mx/credencial/estadisticas-lista-nominal-padron-electoral/
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