El nuestro y los otros universos, 2
Casa de citas/ 690
El nuestro y los otros universos
(Segunda de dos partes)
Héctor Cortés Mandujano
¿Existe la Luna sólo porque la mira el ratón?
Einstein
(citado por Michio Kaku)
La teoría de las cuerdas se pensó que, desde los ochenta, explicaría todo, pero, dice Michio Kaku en Hiperespacio (p. 250): “aunque la teoría está matemáticamente bien definida, nadie ha sido capaz de resolver la teoría. Nadie.
“El problema es que nadie es suficientemente inteligente para resolver la teoría de campos de cuerdas o cualquier otro enfoque no perturbativo de la teoría de cuerdas”.
Más (p. 252): “El problema es que mientras que la física del siglo XXI cayó accidentalmente en el siglo XX, las matemáticas del siglo XXI todavía no han sido inventadas”.
En otro momento, y apartándose un poco del tema principal, a Michio le parece absurdo que las computadoras, como le dijo un colega, puedan dejar sin trabajo a los físicos (p. 301): “Quedé sorprendido por el comentario, porque para un físico un ordenador no es otra cosa que una máquina de sumar avanzada, un idiota impecable. Suple con velocidad lo que le falta en inteligencia. […] El ordenador no puede generar nuevas teorías por sí solo”.
De nuevo en tema, escribe que (p. 302) “todos los sucesos, por muy extraños que sean, son reducidos a probabilidades en la mecánica cuántica”; por ejemplo (p. 303), “nuestro universo, que originalmente podría haber empezado como un universo decadimensional, no era estable; explotó por efecto túnel en un universo de cuatro y otro de seis dimensiones”. Todo es posible, en teoría.
Kip Thorne, “cosmólogo serio”, propone que los agujeros de gusano pueden conectar el presente con el pasado; Stephen Hawking, lo criticó y propuso una teoría (p. 362) “que es incluso más fantástica. En lugar de conectar el presente con el pasado, Hawking propone utilizar agujeros de gusano ¡para conectar nuestro universo con un número infinito de universos paralelos!”.
El libro me aclara cómo fue que, de pronto, se dijera que el éter (un gas que se supone estaba en todo el universo) no existe (p. 378): “Einstein demostró que el éter era innecesario. Sin embargo, nunca dijo que el éter no existiera. Simplemente dijo que era irrelevante. Por consiguiente, por la navaja de Occam, los físicos ya no se refieren más al éter”.
***
No hay una razón especial a priori
por la que debamos vivir en la tierra
Eldestein y Giribet,
en Cuerdas y supercuerdas
Cuerdas y supercuerdas. La naturaleza microscópica de las partículas y del espacio-tiempo (National Geographic-RBA, 2016), de José Edelstein y Gastón Giribet, explica por qué debe haber unión en nuestro universo (pp. 26-27): “En un universo que, según todas las evidencias, nació hace 13 800 millones de años en una minúscula región del espacio, este carácter unificador se antoja algo más que un capricho estético. Es casi un imperativo ontológico”.
Sobre las cuerdas, dicen (pp. 30-32): “Las cuerdas sí tienen una longitud aunque no tengan espesor. Son objetos elásticos, de cierta tensión, y pueden ser tanto abiertas como cerradas”. Y más (p. 34): “Al ser objetos de una extensión finita –es decir, que tienen cierta longitud–, las cuerdas se propagan en el espacio-tiempo experimentando su curvatura en varios puntos a la vez, tal como una lombriz explora el terreno simultáneamente a lo largo de toda su anatomía”.
Las cuerdas, dicen los autores (p. 36), “tienen cierta tensión y esto les permite vibrar a distintas frecuencias”; son (p. 37) “infinitamente delgadas”, pero de su sonido, de sus acordes, “derivaría todo el universo”.
La física cuántica atiende a lo microscópico, dentro de los cual estarían las cuerdas y así (p. 41) “la cuerda en su estado de mínima energía se presenta como un objeto fantasmagórico ligeramente fluctuante, como si estuviera fuera de foco por una vibración pertinaz e incontrolable”.
Este libro insiste en lo dicho (p.53): “Según la teoría de las cuerdas, el espacio-tiempo tiene diez dimensiones y una simetría entra las partículas y sus interacciones: la supersimetría”.
La dimensión de una sábana, por ejemplo, “sentida” por un mosquito es tridimensional; un ácaro que sólo puede experimentar un hilo también llegará a la idea de tres dimensiones (largo, ancho, alto). La teoría de las cuerdas, en cambio, “necesita” diez dimensiones para funcionar. Oskar Klein, dice (p. 71): “Las dimensiones extra, aunque tan reales como las tres espaciales en las que nos es dado movernos, pueden ser de naturaleza distinta.” O sea (p. 83): “Lo que percibimos como un universo podría ser un rincón perdido de una estructura aún mayor llamada multiverso”.
En 1929 (p. 125), “Edwin Hubble obtuvo la primera evidencia observacional de que el universo no sólo se movía sino que lo hacía expandiéndose” y “hoy sabemos que hay al menos cien mil millones de galaxias en el universo observable”, y que también hay una “energía del vacío” o “energía oscura”, que es (p. 127) “un tipo misterioso de energía que impulsa al universo a acelerarse”.
Los descubrimientos no terminan, no tienen conclusiones aún, pero, Michael Atiyah, matemático, dice (p. 152): “Los matemáticos somos como los abogados: nuestro cliente puede ganar o perder, nosotros siempre ganamos”.
Escriben los autores, en la penúltima página de este libro (p. 152): “Hoy es imposible predecir si la teoría de las cuerdas tendrá el destino del éter o del átomo”; el primero ya considerado inexistente y el segundo revivido luego de miles de años por los descubrimientos científicos. La moneda está en el aire.
Contactos: hectorcortesm@gmail.com
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