¿Vamos perdiendo?
No me refiero a la selección mexicana de fútbol, ni a un equipo en particular. Aunque reconozco que en México importa más el deporte aludido, que la desaparición de personas, o la corrupción de los gobiernos, o el tema de la llamada “política”. De lo que hablo o quiero hablar es sobre le guerra en Chiapas. No son dos ni tres años en guerra. Chiapas de por sí vive en guerra por la pobreza, exclusión, desigualdad, racismo, clasismo, misoginia, entre tantos males. Ya se ha dicho hasta la saciedad y hay que insistir: vivimos en un sistema en crisis, pero esa crisis siempre pega a los “jodidos” de siempre.
La paramilitarización de la década de los años noventa del siglo pasado, fue, y es una guerra contra los pueblos, contra sus organizaciones. La falta de canales de comunicación a sus demandas, que terminan, corrompiendo a líderes o representantes de comunidades y de las mismas organizaciones. La guerra contra el olvido, la que declararon en Chiapas el PFLN y el EZLN, se ha alargado bajo la de Guerra de Baja Intensidad (GBI); y ello provoca desplazamiento, y una situación crónica de violencia desde y hacia los pueblos.
El narcotráfico ha ido creciendo a pasos agigantados porque es una frontera porosa, pero con gran movilidad social por cuestiones de trabajo, culturales, familiares y más. Ya sabemos que la migración nacional e internacional es ahora una realidad que conlleva problemas como la violencia, injusticia y corrupción.
Hace algunos días, académicas y académicos firmaron una acción a través del portal change.org; una acción que en los últimos meses han hecho otras personas de la sociedad civil ante la creciente inseguridad, la barbarie y ahora por motivo del enfrentamiento y las injustas acusaciones al Centro de Derechos Humanos “Fray Bartolomé de las Casas”; el “Frayba”, que denunció la muerte de más de 20 personas, en condiciones de ser más una matanza que un enfrentamiento entre sicarios.
La entidad, sostengo vive una guerra que no es nuestra, y la sociedad pone los muertos. Es compleja, sin duda, pero las consecuencias del enfrentamiento de los carteles de la droga tienen una base social de cooperación o de cooptación, así como de amenazas y de reclutamiento. Sus sicarios son un ejército armado y pagado para eliminar a su enemigo y enfrentar al Estado. Estas fuerzas son una amenaza a nuestra seguridad, sus prácticas no humanas, están impactando en lo que fue nuestra vida cotidiana y en ese sentido, la ciudadanía de Chiapas venimos perdiendo. ¿Por qué? Pues es muy simple y doloroso. Hay decenas de personas muertas, desaparecidas y en los territorios tienen más presencia la delincuencia, los narcotraficantes y polleros, que la libertad de recorrer a la entidad como lo fue hace ya tiempo atrás. El espacio público ahora huele a sangre, a desaparición.
Hemos normalizado la violencia, parece ese grito de ¡sálvese el que pueda!; nada ni nadie parece entenderlo y menos, digamos, defendernos. Hace años, se decía que, si veían un ladrón enfrente o a un policía, era mejor ir con el ladrón. Hoy lo mejor es esconderse y protegerse de la maldad que hoy domina el espacio público.
No sé qué es más doloroso, si la indiferencia de las personas hacia las madres buscadoras, por ejemplo, o las muertes a causa del narcotráfico. En el caso de las acciones que intentan sensibilizar a la sociedad y promover más solidaridad por causas justas, es claro que la expresión escrita es limitada. Arriba no escuchan, todo se reduce a “fifis” “provocación” y “montajes”. No hay cosa peor en política que invisibilizar, en no reconocer, y señalar con adjetivos.
Hace unas semanas la candidata oficial a la presidencia, vivió lo que todos los días, en los territorios en disputa, vivimos miles de personas, más allá de la torpe, ridícula y desfasada declaración del presidente López Obrador, en cuanto a quienes vivimos en Chiapas, hay una cosa que debería de preocupar al poder en turno. Eduardo Ramírez Aguilar (ERA), que es muy probable que sea el próximo gobernador, y Rutilio, el ineficiente y débil gobernador, ya que parece que en su soberbia no atinan a entender el problema estructural de la entidad y lo que significa esta guerra en el país, y a Chiapas en particular.
Me preocupa ver imágenes de ERA, siempre recordando al padrino, la película. La política en México no logra atinar que los cambios nunca vienen de las personas, de arriba, ya que todo ello es responsabilidad de la misma sociedad. Gobernar representa un mandato, y no al revés, ahora vienen momentos de que es complicado prever.
Hoy la gente de MORENA en el poder ni tienen identidad de construir poder popular, y en cambio mucho interés por el poder cómo sea, incluyendo el costo. Les preocupa más las elecciones que tener una idea clara sobre cómo resolver, quiénes, cuándo y con qué situaciones como la violencia, el mal gobierno y la pobreza. La gente solo aporta el voto, de lo demás nosotros nos encargamos, pero ese es el gran problema.
El presidente no recibirá ninguna moción, su popularidad está encima de hacer gobierno como tal. La izquierda (electoral), está derrotada, el mayor contrapeso sería una izquierda crítica y no permitir que el presidente esté perdido, no tiene brújula sobre la responsabilidad de ser el jefe de Estado de una nación que intenta ser democrática si es que, a estas alturas eso nos puede decir algo, ante el drama que vivimos en el país.
Este país vive en una crisis sistémica, en justicia, en economía y en política. Hemos perdido el espacio de la deliberación, del acuerdo social, pues este, está roto. Es clara la señal de que el señor pone y dispone. No, esto no es democrático. En la lucha en contra de nuestros males, el gobierno tiene responsabilidades como el que los caminos sean seguros, pero ya no es el camino, ahora la ley de la frontera son retenes de personas que son, a fuerza o por convicción, la base social de los grupos en guerra. Para todo, son los cuerpos de las personas que se arman, se organizan, pero sin nada para su protección.
Parece que al presidente ya lo perdimos, la negación lo ha llevado a escucharse a sí mismo, creyendo que todo está “requetebién”; de Escandón ni cómo defenderlo, en la seguridad de una oficina o de una palapa, todo está bien, pero no, nada está bien. La parte final se su sexenio será de seguir siendo el del pronóstico del tiempo “cuidado con las lluvias” y paseando para la foto que seguirá insistiendo que en Chiapas no pasa nada, cuando pasa todo. Y sí, no somos el estado de la muerte, pero la muerte si se pasea por el campo.
Correo electrónico: ggonzalez@ecosur.mx
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