Siete libros de Jesús Morales Bermúdez, 5
Casa de citas/ 685
Siete libros de Jesús Morales Bermúdez
Héctor Cortés Mandujano
(Cinco y última)
- Divertimenta
(2000/ Traducido al italiano en 2004)
Vimos un día reptar una serpiente;
miraba hacia un lado, hacia el otro;
se llegó al ojo de agua y se introdujo allí.
Fue como fundamos nuestro pueblo
Jesús Morales Bermúdez,
en “Mito”
Este es el libro de breves relatos más extenso: tiene 60 viñetas narrativas, de distinta intención. No todas son tan recreativas de leer, como propone el título general, que quizás aluda a la escritura: El divertido pudo ser el autor, mientras las escribió.
Hay alusiones varias a la creación. “Proscenio 1” nos sugiere que el mundo fue creado por los dioses (p. 593): “En la desierta soledad del campo se han sentado los dioses a conversar. Y los susurros, las luyidas oquedades de sus voces, parecieran dar comienzo a la creación”. “Proscenio 2” los muestra cavilando sobre la malignidad y el tiempo.
“La caja” juega con las puertas que se abren a otra puerta y a otra, como las cajas chinas, como las matrioskas, como los días de la vida. Tal vez sea una alusión a Pandora. A la mujer del texto le gustan las cajas; una le habla, ella la abre y (p. 596) “Una nueva se abrió y hacia allá fue conducida, hacia otra, hacia aquellas que se continúan abriendo aún el día de hoy”.
En este conjunto de narraciones, Jesús abandona la narración en primera persona (en la mayoría opta por la tercera) y hay mucho más presencia femenina protagónica que en los otros libros.
Hay sutiles referencias a los clásicos. En “Dos hombres” cita a Dante (p. 598): “Dos hombres, Virgilio el uno, Augurio el otro, toparon en el cruce de un camino viejo. Perdido el primero, como entre una selva oscura” y como en varios de los textos de este libro sólo sugiere, evoca, plantea, esboza…
Algunas de las prosas se extinguen con la broma final, con el remate del chiste, como en “El espejo” (un regaño le recuerda al borracho dónde hay dinero), “La novia” (poner dos veces el miembro en las manos de una muchacha, la enferma la primera vez, la cura la segunda) o “Quebranto” (el hombre que decide no acostarse con una mujer, porque tiene una curación sobre el prepucio y la trusa sucia), entre otros textos.
Me gustó mucho “De la prensa”, que comparto completamente contigo lector, lectora (p. 614): “Grupo de migrantes aniquiladas. Una caravana de mariposas proveniente de Guatemala se internó en Chiapas con la intención de alcanzar los Estados Unidos de Norteamérica o las costas de Canadá. A su paso por la montaña de los Altos, la caravana fue apañada por el frío y en número muy grande sus integrantes yacen muertas o agonizantes entre las calles del poblado de Jovel”.
La escritura de Jesús, a veces se regodea en el lenguaje metafórico. Lo hace en general en sus libros. Tomo de éste un ejemplo, que me queda al paso. En “Ofidio”, un hombre se encuentra frente a una serpiente y entonces el narrador, para hacernos saber que se le pusieron los pelos de punta, escribe (p. 615): “Una descarga enhiesta su capilaridad”.
Un músico, en “El descubrimiento”, primero se introduce en un piano, luego toma a una mujer en la que también se mete y le practica (p. 633) “una especie de sexo oral pero realizado no sobre el cuerpo de la mujer sino desde dentro de ella”.
Puede ser, luego de leer muchos de los textos de este libro, que Divertimenta se refiera a la gratuidad de las invenciones (hechos para sólo entretener, divertir), a la libérrima facultad de no ceñirse a una lógica narrativa, sino tomar al azar cualquier atajo…
En “La noche”, el hombre vuelve de la taberna. Vive solo con la hija, ésta lo ha esperado (p. 637): “Toma al padre de la mano y le conduce al lecho. Le recuesta en él, le cubre. Con la naturalidad de una virgen deja caer sus ropas al pie de su desnudez y se interna en el cuerpo del hombre”. [En la Biblia, dos hermanas emborrachan a Lot, su padre, y se hacen embarazar por él. Quizás de allí venga esta idea de la hija que se entrega al papá, quien siempre podrá decir que no estaba en sus cabales…]
“Santuario” cuenta de un recinto para el descanso, atendido exclusivamente de mujeres, que en cierto momento deciden una diáspora que clausura el lugar (p. 647): “una mujer salió de allí para unirse en nupcias con un embajador acaudalado; tres doncellas para clausurarse en algún monasterio, renunciando a conocer el cuerpo y los secretos de varón alguno; veinte doncellas más, las vestimentas al aire, alegres y sabias, hacia su novísima vocación: la de rameras”.
Un hombre está feliz: tiene una amante, en “Inscripción”. Jesús nos dice con lenguaje metafórico su gana de que el mundo sepa de su amor (p. 652): “Si un bando poseyera y una cohorte de chambelanes, esláteos, bufones y esgorbias, rincón ninguno del universo quedara sin noticia de este bello amor, apasionado y triste”.
En este libro hay una historia que comparte título con otra, ya comentada, de Por los senderos de lo incierto: “Helena”.
Los libros de Jesús Morales Bermúdez (San Cristóbal de Las Casas, 1947) son, pues, en el terreno novelístico, un trabajo de reformulación del discurso hablado: un ch’ol, en Memorial del tiempo (cuyo narrador “es la imagen fiel de don Diego Álvarez Parcero”), un tzotzil en Ceremonial…, y una mestiza en La espera. En los tres casos, la estrategia narrativa está basada en el pasado, en el recuerdo.
Las narraciones breves tienen también, en buen número, el estro de la oralidad, es decir, de la primera persona, aunque hay también otros modos narrativos (aunque nunca una segunda persona, por ejemplo). En estos relatos, cuentos y prosas hay también constantes referencias a autores clásicos… Valgan estos apuntes para incitar a leer a este autor, cuya presencia engalana la literatura escrita en Chiapas.
Contactos: hectorcortesm@gmail.com
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