Siete libros de Jesús Morales Bermúdez, 1

Casa de citas/ 681

Siete libros de Jesús Morales Bermúdez

Héctor Cortés Mandujano

(Una de cinco)

 

Obra literaria reunida (Casa Juan Pablos et al, 2007), de Jesús Morales Bermúdez (novelista, cuentista, ensayista, oriundo de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas), contiene, como él mismo dice en el prólogo, una (p. 12) “septena de libros literarios”. Fuera de estos, dice, quedan (pp. 12-13) “cinco libros con significaciones y resonancias de importancia para mi pensamiento y tal vez para la región que me diera nacimiento”. Anoto algo de ellos para ti lector, lectora.

 

1. Memorial del tiempo o Vía de las conversaciones

(tiene dos ediciones anteriores: 1986 y 1987)

 

Caminamos juntos y nos caló la lluvia

y dormimos los mismos suelos y

compartimos comida, pozol, sudor y aguardiente

Jesús Morales Bermúdez,

en Memorial del tiempo

 

Escribe Jesús en el prólogo de este libro (p. 19): “La noche del cuatro de octubre de 1973, recostado en el interior de la ruina del templo de Moyos, con la fresca sensación que siguió a la lluvia, con el luminoso espectáculo de las constelaciones, sostenía mi primera charla con uno de los nativos”.

Sigue (p. 22): “Memorial del tiempo: a) es producto de innúmeras conversaciones; b) es una presencia que rompe el tradicional silencio indígena, y, c) atrapa una modalidad del habla popular”. La modalidad que ofrece este libro (pp. 23-24) “es una modalidad indígena de comunicarse en español; más aún, es una modalidad ch’ol. Es, de alguna manera, una traducción”.

El libro es, pues, eso: una recreación del lenguaje ch’ol, con su morosidad y sus torpezas (dejar la lengua materna y aventurarse en otra no es fácil), con sus vueltas a lo mismo, con su música triste, con su recuerdo minucioso.

La historia surge en la memoria de Diego Alfaro Tigre-Pescado ante el presente de la iglesia de Moyos, con el techo caído. Dice, en “Cuando el sueño”, el primer capítulo (p. 27): “Tan bonita como es iglesia. Ya como ése no lo hacen ahora iglesias”.

Los invitaron a ir a la iglesia de Moyos, en Sabanilla. Y van. Uno de los peligros es hallarse con el Yulas Wolok ok (“Juguetes del duende”), una aparición (p. 30): “Es un puro gusto que nomás va a estar chingando al caminante. Como su huella siempre va a estar atrás de donde se camina, por eso que se pierde el rumbo de donde uno se anda. Es como que lo agarrás tu camino en Tila y que en lugar de llegar en Tila te llegás en Tenosique o en Salto de Agua o más lejos; entonces, qué chinga que te para. Te engañó, pues. Así su gusto ese cabrón Wolok ok”.

El viaje es bien sucedido (p. 32): “Tan contentos que llegamos a los Moyos. A empezar su fiesta de San Francisco. ¡Puta cuando llegamos! ¡Cómo hay chingos de gente por todos lados! En el parque, en la iglesia, en las calles, en todos lados; los chingos se mira la gente; de veras. Pero más tal vez onde están las cantinas. Ahí sí que se cae la gente”. Cuando limpian al santo, descubre que no es San Francisco, porque (p. 36) “no está pelona su cabeza” y porque, por la posición de las manos es “San Juan Baptista”, lo que hace que entre risa en su corazón. No lo dice, se lo guarda.

El elemento desencadenante de esta aventura, sin embargo, no es la religión, sino el sexo, que comienza a aparecer cuando se aparta para orinar y ve que el Ramón (p.  39) “se lo está echando su palo con la Inés; se lo está cogiendo, pues”.

Ilustración: HCM

Se queda en casa del Hesiquio y sueña, ya en lo que será el remolino –el sexo como vórtice– de sus próximos días, en que lo persiguen San Francisco, San Juan (p. 48) y “Santo Diablo Panzón”. Le avientan un panal y las avispas le pican el miembro cuando va orinar: “apenas que lo tengo sacada mi china, ai que llega de avispa y de una vez que lo pica mi china”. El sueño salta a la realidad cuando descubre que (p. 52) “que lo tengo hinchado mi güevo como si fuera tiene piquete de avispa”.

Aunque es casado con doña María, comienza a obsesionarse con cómo tendrá el sexo la hija del Hesiquio (p. 58): “si tendrá pelazón como dicen lo tienen sus cosas las ladinas o si será que está peloncita como es su cosa mi mujer. […] ¡Harto para que tengo ganas de echarlo mi palo su hija el Hesiquio!”.

Aunque hay otros temas, se regresa (incluso con otros personajes, como don Noé Moreno) al asunto erótico. La obsesión por la hija de Hesiquio hace que el protagonista busque a doña Lencha, una curandera, para que le ayude a volver a la normalidad de su vida.

En “Cuando la vida”, por consejo de doña Lencha, pide ayuda, para su curación (p. 83), “al Señor de Tila, Señor de Sabanilla, Gran Viajero de los Cerros”. En este capítulo se refiere a la lucha mapachista contra los carrancistas (p. 97): “Cómo me acuerdo el pinche Pineda se lo pasa jalando indios onde es su paso, para que lo hace más grande su ejército el Pineda”; (p. 105): “Entonces, no te podés imaginarlo cómo se mira el puto gentío con que tiene para formarlo su ejército mi general Pineda”; habla de algunos enfrentamientos, pero vuelve a lo que lo enfermó (p. 117): “Por eso vamos a guardarlo su güevo sin uso de mujer”.

San Miguel se vuelve su protector contra los malos pensamientos (p. 124): “Es como me llegó en mi vida de sanmiguelero. Es como desde entonces lo hago curación, o sea adivinación. Es como lo tengo conocimiento de muchas cosas. Lo tengo mi poder”.

En “Cuando la tierra” descubre su ser quetzal (p. 132): “Es que nomás lo gusta para andarlo en todos lados, como que es pura libertad” y también su participación en el Congreso Indígena, donde se toman acuerdos para defender la tierra, para que ya no les robe el “cabrón finquero”. Fray Bartolomé de las Casas, defensor de los indígenas, era “una arriera”, andaba solo (p. 155): “Ya no hay Bartolomé. Pero aistá, pue, hermanitos que todos juntos es como que podemos para hacerlo más fuerte que el Bartolomé. […] se van para formarlo entre todos un solo corazón, un nuevo Bartolomé”.

Y así como antes se asombró de tanta gente que llegaba a la iglesia de Moyos, ahora se asombra de tantos que llegan al congreso en octubre de 1974 (p. 160): “¡Son chingos y chingos los compañeros que están llegando! […] Ahí en un lado lo podés mirarlo de tzeltales; en otro lado, de tzotziles; en otro lado, tojolabales y, en otro, todos que somos de ch’ol”. No todo es miel sobre hojuelas porque a los “congresos” los acusan de muchas cosas malas y en los enfrentamientos, en representación de los caxlanes, les mandan al ejército. Pero queda claro que en ese tiempo y hacia el futuro (p. 192): “Todos juntos son que se van a levantar juntos”.

El gran protagonista de este libro de Jesús (al margen de los varios meandros de la historia) es el lenguaje ch’ol.

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

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