Música, Marimba, Rebeldía, Antropología
A estas alturas escribir que la música tiene una presencia básica en la vida humana, es una obviedad. En efecto, la música no sólo describe estados de ánimo, sino que es un factor para distinguir épocas y momentos en el devenir cultural universal. La música es una marca más, pero de las más importantes, de la variedad de la Cultura con mayúsculas. Es un medio de articulación social, un estímulo a la congregación, una exhibición sonora de la identidad imaginada y vivida (Lameiras, 1990). En resumen, la vida es inconcebible sin la música, símbolo sonoro de la capacidad inventiva, creativa, de la Humanidad como un todo. En el caso de la marimba cuyos orígenes son tan discutidos, llegó a tierras de lo que es hoy Latinoamérica y El Caribe en el vientre de los barcos esclavistas. Pero a lo largo de los siglos coloniales, y en el caso de México, en lo que es hoy el sureste, además de Centroamérica y partes de Sur América, la marimba se colocó como un instrumento que marcaba el surgimiento de una sociedad abigarrada que venía tejiendo sus relaciones y articulaciones en el contexto del dominio colonial. En los momentos en que ocurren los movimientos de Independencia, se origina el forcejeo por demostrar los orígenes locales de la marimba, es decir, es un hecho relacionado con la emergencia de los Estados Nacionales como es el caso de Guatemala y en varios sentidos, de Chiapas como una entidad que definiría su destino político con un referéndum cuyo resultado fue incorporarse al nuevo Estado Mexicano. Con ello, va unida la discusión que apuntalaría a las nuevas estructuras del poder, convencidas de la necesidad de crear una “comunidad de cultura” para consolidar al Estado Nacional. Es decir, la discusión sobre los orígenes de la marimba está relacionada con el surgimiento del nacionalismo que emerge de las luchas de independencia lideradas por los criollos y mestizos. Bien dice Israel Moreno que son los autores no latinoamericanos o caribeños los que escriben con mayor objetividad acerca de los orígenes de la marimba precisamente porque lo hacen al margen de una perspectiva nacionalista. Hace años, en los días del Instituto Chiapaneco de Cultura, conversamos este tema con Larry Kaptain, el maestro marimbero norteamericano que dirigía a la Marimba Yajalón y con Jesús Morales, “Moralitos”, el maestro marimbero cubano que hoy es profesor en el Conservatorio Nacional de Música. El texto de Israel Moreno, que me parece lo más destacado que se ha escrito sobre la Marimba, enfatiza ese hecho y con claridad advierte de la injerencia del nacionalismo -y diría que del localismo-en las discusiones sobre el origen de la marimba (Moreno, 2019, pp. 13-14). En Guatemala la marimba es un instrumento de la identidad nacional promovida por los círculos ladinos de poder que pusieron en marcha un proceso de asimilación de los pueblos indígenas de acuerdo con los propósitos de las políticas indigenistas surgidas en el Primer Congreso Indigenista Interamericano de Pátzcuaro, Michoacán, en 1940 (Fábregas, 2022). Ese “criollismo” en Guatemala se forjó durante los días coloniales como lo demuestra con excelencia Severo Martínez Peláez en su La Patria del Criollo (1994). En cambio, a diferencia de Guatemala, en Chiapas la marimba es un instrumento de identidad regional ladina, en un contexto en el que los pueblos indígenas también fueron sometidos a un proceso de asimilación por la puesta en práctica de las políticas indigenistas del Estado Nacional, también derivadas de los acuerdos del Congreso de Pátzcuaro de 1940. Como provocación para la discusión, me atrevo a escribir que la marimba, tanto en Guatemala como en Chiapas, es un instrumento de la identidad ladina mientras que los pueblos indígenas u originarios, se apoyan en una variedad de instrumentos que van desde la percusión hasta las cuerdas. Sirva lo anterior como una hipótesis que propongo con la expectativa de que un estudiante de antropología la asuma como guía de un proyecto de investigación para presentarse como tesis profesional. Es decir, existe una “tensión identitaria” entre los nacionalismos y los símbolos culturales de identidad. Es decir, unos son los símbolos de la comunidad política, de la Nación como una articulación política, y otros los símbolos portados por la variedad cultural de los pueblos y grupos humanos que componen a la comunidad política. Aquí lo básico es distinguir entre ”comunidad política” y “comunidad cultural”. Las Naciones de América Latina y del Caribe son comunidades políticas pluriculturales. En México, como comunidad política, los símbolos son la Bandera y el Himno Nacional. Pero los símbolos culturales expresan la variedad que compone a la Nación y por ello son diferentes a los que articulan a la comunidad política. Más todavía, hay símbolos sonoros que agrupan a diversas identidades que cruzan las fronteras de «lo nacional”. Como ejemplo está la música que expresó simbólicamente la rebeldía juvenil de los años finales de la década de los 1960 y toda la década de los 1970. En México, durante el Movimiento Estudiantil de 1968, los contingentes estudiantiles nos sentimos articulados con las canciones de Oscar Chávez, Judith Reyes o Chavela Vargas. Incluso, estudiantes de antropología como la finada Victoria Novelo, nos agruparon con canciones de Bob Dylan o Joan Báez cantadas en las asambleas o los mítines. La rebeldía juvenil tuvo expresiones sonoras en todo el mundo. Y en ese sentido, la etnomusicología, como una especialidad de la antropología, tiene mucho que decir. Justo este ramal antropológico recibió un notable impulso en nuestro país al fundar Arturo Chamorro la Maestría en Etnomusicología en la Universidad de Guadalajara, impulso que se acrecentó con la fundación en la Universidad Intercultural de Chiapas de la Red Napiniaca, que reúne a etnomusicólogos de varias partes del mundo. La discusión está abierta y libros editados en Chiapas o escritos o coordinados por académicos de Chiapas, señalan importantes contribuciones que articulan a la etnomusicología con los ramales de la Antropología como disciplina estudiosa de la variedad humana.
Ajijic. Ribera del Lago de Chapala. A 24 de marzo de 2024
Post data: Ver: Israel Moreno, La marimba en Chiapas. Evolución y desarrollo musical, Chiapas, UNICACH/ Consejo Estatal Para las Culturas y las Artes, 2019.
María Luisa de la Garza y Roberto Campos Velázquez, Editores, Etnomusicología desde Chiapas. Ritualidades Contemporáneas, Chiapas, UNICACH-CESMECA/Red Napiniaca de Etnomusicología, 2023.
José Lameiras Olvera, El Tuxpan de Jalisco. Una identidad danzante, Zamora, El Colegio de Michoacán, 1994.
Severo Martínez Peláez, La Patria del Criollo, Cuarta Edicion, E-Book/Piolín, (1970), 1994.
Andrés A. Fábregas Puig, El Indigenismo en América Latina, México, El Colegio de México, 2022 (Colección Historia Mínima)
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