Nayib Bukele: aclamado Dictador
Por Edgar Baltazar Landeros[i]
En muchos países quieren un Bukele. Alguien que elimine a los delincuentes, que les castigue con crueldad, que les exhiba y haga pagar por sus crímenes; aunque para ello exista un “margen de error” o “daños colaterales”. Bukele es popular porque el autoritarismo, el militarismo y la sed de venganza también lo son.
En su campaña electoral inconstitucional, Bukele chantajeó al electorado: si no lo reelegían y no otorgaban la mayoría absoluta a su partido, los políticos de la oposición no continuarían con el régimen de excepción y liberarían a los pandilleros presos. Bukele no sólo impuso su voluntad al reelegirse inconstitucionalmente, ha cumplido también la voluntad de un pueblo, que mayoritariamente ha decidido matar a su democracia para abrazar la dictadura.
Las mayorías bukelistas no son necesariamente seres irracionales que siguen acríticamente a un líder que los engañó con estratagemas fascistas[iii], o no sólo eso; son personas que fueron víctimas de la violencia inenarrable de las pandillas y de gobiernos tan corruptos como el de Bukele, pero ineficaces para darles la oportunidad de caminar con tranquilidad, usar el transporte público sin miedo, salir a los espacios públicos o dejar de pagar renta a las maras. Muchos quieren venganza contra sus verdugos, cueste lo que cueste.
Esa sed de venganza y el odio contra las pandillas y los políticos del pasado no necesita de un discurso político elaborado, sino sólo del culto a la personalidad.
Los seguidores de Bukele no tienen complejos lemas políticos, su grito de batalla es sencillo pero ilustrativo: ¡Nayib, Nayib, Nayib! El pueblo, el Estado y la Ley son una sola persona. Y eso se celebró el pasado domingo 4 de febrero con show de luces, drones, selfies, música y streamings.
La reelección inconstitucional fue la estocada final a la endeble democracia salvadoreña. La dictadura ya había tocado a la puerta el 9 de febrero de 2020 en el intento de golpe de Estado de Bukele en contra de la entonces Asamblea opositora, después se mostró amenazante durante el manejo punitivo de la pandemia de Covid-19, para finalmente, entrar al Salón Azul desde el primero de mayo de 2021. Aquel día, la Asamblea Legislativa ya en manos del bukelismo, pisoteando el orden constitucional, hizo pedazos la institucionalidad democrática del país, al dar un golpe de Estado al poder judicial e imponer a magistrados y un fiscal a la medida de la autocracia. Desde entonces, la frágil democracia salvadoreña hizo agua, la Sala de lo Constitucional espuria y la sumisa autoridad electoral avalaron la intención dictatorial del líder único e incuestionable. Bukele anuló todo sistema de frenos y contrapesos.
El bukelismo redujo el número de diputados, de alcaldes y consejos municipales para hacerse del poder absoluto con mayor facilidad. El régimen dictatorial de Bukele ha restringido el espacio cívico, con ataques sistemáticos a las organizaciones defensoras de derechos humanos y a la prensa independiente. Es cada vez menor el espacio de discusión plural, sustituido por el discurso uniforme de la propaganda oficialista.
Pero la popularidad no es sinónimo de democracia. Bukele ha hecho uso de estratagemas de tipo emocional para ganarse el apoyo popular y perpetuarse en el poder. Los demagogos, lo señaló Aristóteles, corrompen la democracia y son aduladores del pueblo. Bukele es un populista de derecha que construye una oposición maniquea del mundo político, donde el único proyecto válido es el suyo en anteposición a los enemigos opositores.
La dictadura, según la RAE, es el “régimen político que, por la fuerza o violencia, concentra todo el poder en una persona o en un grupo u organización y reprime los derechos humanos y las libertades individuales”. El régimen de Bukele ha empoderado a la fuerza pública más que nunca en la era de posguerra, ha perseguido a los opositores como no se veía desde la Guerra Civil, concentra todo el poder en su clan familiar y ha suspendido libertades; es sistemático su ataque a los pocos contrapesos sobrevivientes en su dictadura.
Un sector muy mayoritario del pueblo apoya la autocracia porque en ella se sienten más seguros que nunca. Para mantener bajos los niveles de violencia homicida y con ello ganarse la amplia simpatía popular, Bukele, como lo hicieron gobiernos del pasado, pactó con las pandillas, protegió a sus líderes de la extradición e incluso a algunos los liberó. Pero en marzo de 2022, algo se rompió. Ante la captura de algunos pandilleros, las maras vieron roto su pacto con Bukele, a quien apodan Batman. Desataron una masacre, 87 personas fueron asesinadas en el fin de semana del 25 al 27 de marzo de 2022. Como respuesta, Batman instauró un régimen de excepción vigente desde aquél fatídico fin de semana. Ese régimen excepcional devino regla y ha derivado en el encarcelamiento de más de 75 mil personas y la muerte, casi siempre violenta, de más de 200 personas en prisión.
La reelección inmediata, pasando por encima de al menos seis artículos constitucionales que la prohíben, acabó de anular la débil oposición contra la voluntad del tirano. El bukelismo asfixió a los partidos de oposición al no pagarles la deuda política. El partido de Bukele repartió paquetes de comida a su nombre y dispuso de todo el aparato de propaganda gubernamental para difundir la imagen del presidente y candidato inconstitucional.
El sumiso Tribunal Supremo Electoral (TSE) ha presentado múltiples problemas para computar los resultados electorales, particularmente de la elección de diputados. El sistema de transmisión de resultados no funcionó el día de la jornada electoral. El sistema del TSE duplicaba e incluso triplicaba los votos para diputados al ingresar las actas. Ante el fallo del sistema, el TSE ordenó llenar las actas a mano. El conteo de votos fue declarado fallido y se anunció un recuento. Al momento de escribir estas líneas, el 7 de febrero de 2024, no hay aún resultados oficiales de la elección de diputados.
A pesar de la inconstitucionalidad del proceso y que no existen resultados oficiales, diversos gobiernos han felicitado ya a Bukele por su reelección, incluido el de México, por medio de la canciller Alicia Bárcena. Estados Unidos lo hizo por medio del secretario de Estado, Antony Blinken. Paradójicamente, Bernardo Arévalo, supuesta esperanza democrática de Guatemala, fue de los primeros en externar su felicitación al tirano salvadoreño. Xiomara Castro, presidenta de Honduras y fanática del bukelismo, le reconoció al autócrata cuscatleco “su firme compromiso con la seguridad del pueblo”. La dictadura nicaragüense de Ortega y Murillo le llamó “hermano” a su par salvadoreño.
Tímidamente, la Misión de Observación Electoral de la OEA presentó su informe preliminar[iv] donde reconoció una etapa de procesamiento y transmisión de datos extremadamente lenta, señalando la deficiencia del sistema del TSE y enfatizando cuatro condiciones: 1) las elecciones se realizaron bajo un régimen de excepción, 2) la reelección fue permitida por una polémica sentencia de la Sala de lo Constitucional, 3) falta de equidad en el financiamiento para los partidos y 4) reformas al sistema político-electoral a menos de un año de la elección. De forma más contundente, en su informe sobre observación electoral, el Centro de Intercambio de Solidaridad (CIS) señaló que, en su observación sobre 10 municipios, Bukele obtuvo alrededor del 85% de los votos, mientras para diputados, el oficialismo alcanzó el 60% y no el 96% como declaró el dictador[v].
Pero en un Estado de excepción no importan las leyes ni la oficialización de resultados, la única decisión política vinculante está atada a la voluntad del autócrata. Bukele ya se autoproclamó triunfador de la reelección inconstitucional y dijo que su partido, Nuevas Ideas, ganó 58 de los 60 escaños de la Asamblea Legislativa. El mismo día de la jornada electoral, Bukele emitió un discurso ante sus seguidores reunidos frente al Palacio Nacional, arremetiendo, como en tantas otras ocasiones, contra la prensa y la comunidad internacional. En su particular interpretación sobre lo que entiende por democracia, Bukele aseguró que, ante su contundente triunfo, “sería la primera vez que en un país existe un partido único en un sistema plenamente democrático”. Y agregó con orgullo, “toda la oposición, junta, quedó pulverizada”.
Aún en franca minoría y casi en extinción, la oposición y resistencia a la dictadura existe. Aún hay minorías activas que no adoptan la posición de una “democracia de partido único” ni están pulverizadas. Muestra de ello fue la voz del poeta salvadoreño-canadiense, Carlos Bucio Borja, quien está preso por cometer el “delito” de leer en voz alta los seis artículos de la constitución salvadoreña que prohíben la reelección inmediata.[vi] La menguada oposición partidista pide la nulidad de las elecciones. Con enorme dignidad, en El Salvador hay valientes mujeres y hombres, sobre todo mujeres[vii], que defienden a la democracia y a los derechos humanos en medio de un Estado de excepción permanente. Son esos sectores los que hoy requieren la solidaridad internacional de quienes son insumisos ante la demagogia de moda.
[i] Colaboración preparada para el Observatorio de las democracias: sur de México y Centroamérica (ODEMCA). Becario posdoctoral del CIMSUR-UNAM.
[iii] Siguiendo a la RAE, estratagema es un ardid de guerra; astucia, fingimiento y engaño artificioso. Una obra imprescindible para la comprensión del uso de estratagemas fascistas es: Adorno, Theodor (2009), La técnica psicológica de las alocuciones radiofónicas de Martin Luther Thomas, Escritos sociológicos II, núm. 9/1, Madrid, Akal.
[iv] OEA (2024, 06 de febrero) Informe preliminar de la Misión de Observación Electoral de la OEA en El Salvador. https://www.oas.org/fpdb/press/INFORME-PRELIMINAR—Informe-preliminar-de-la-Mision-de-Observacion-Electoral-de-la-OEA-en-El-Salvador.pdf
[v] Mondragón, Lissette (2024, 06 de febrero) “Observadores cuestionan cambios hechos por el TSE y declaraciones de Bukele sobre gane con 58 diputados” en: La Prensa Gráfica. https://www.laprensagrafica.com/elsalvador/Observadores-cuestionan-cambios-hechos-por-el-TSE-y-declaraciones-de-Bukele-sobre-gane-con-58-diputados-20240206-0034.html
[vi] Urbina, Javier (2024, 07 de febrero) “Escritor sigue en El Penalito tras su captura en elecciones” en: La Prensa Gráfica. https://www.laprensagrafica.com/elsalvador/Escritor-sigue-en-El-Penalito-tras-su-captura-en-elecciones-20240206-0097.html?utm_source=cmsmedios&utm_medium=newsletter&utm_campaign=5am
[vii] Nolasco, Bladimir (2023, 23 de septiembre) “Las mujeres que abogan por la dignidad humana en El Salvador” en: Gato Encerrado. https://gatoencerrado.news/2023/10/02/las-mujeres-que-abogan-por-la-dignidad-humana-en-un-el-salvador-bajo-regimen-de-excepcion/
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