De la tiendita al Oxxo
Antes de que finalizara el pasado año leí una noticia, aparecida en el periódico Milenio y firmada por Regina Reyes-Heroles e Ilana Sod, en la que se informaba que se abrirían más de mil tiendas Oxxo durante este año 2024. Una expansión del negocio que va a la par con el crecimiento de su tarjeta “Spin by Oxxo” (https://spinbyoxxo.com.mx/), misma que funciona como una billetera digital, o como una tarjeta de banco, pero sin tantos requisitos para tenerla como los solicitados por las entidades bancarias. De esta forma, FEMSA, propietaria de las tiendas Oxxo entre otras empresas en México, se convierte en una alternativa a las clásicas entidades financieras en todo el territorio mexicano y también en otros países de América Latina.
Esta pequeña introducción de lo que sucede u ocurrirá este año con Oxxo tiene sentido por un simple y, a veces, poco apreciado motivo, como lo es que la transformación de prácticas cotidianas se manifiesta, de manera inequívoca, en el lenguaje. Hace más de tres décadas, cuando llegué a México, era común escuchar o decir “voy a la tiendita” para señalar los desplazamientos destinados a comprar aquellas cosas faltantes en nuestras despensas. La famosa tiendita de la esquina solventaba, casi siempre, esas necesidades que evitaban largos trayectos hacia el mercado o el super. En definitiva, eran la alternativa, o la única, a la inversión de tiempo para realizar compras.
Entiendo que las jóvenes generaciones, que han nacido bajo otras circunstancias, observen esta narración de hechos pasados como un cuento de viejitos, pero resulta evidente que esos cambios influyen a todas las personas, sin importar la edad. Hoy resulta difícil escuchar ese “voy a la tiendita” porque, sea cual sea el negocio al que se acude, suele decirse “voy al Oxxo”. En otras palabras, en pocos años no sólo han cambiado prácticas sino, también, los usos del lenguaje que refieren actividades tan comunes como lo son las compras cotidianas. Una circunstancia a la que se agregan otras que requieren el uso de tecnología, como lo es la recarga de celulares y los pagos o transferencias de carácter bancario. Así, el uso o la visita a los Oxxos, y tiendas similares de la competencia, se vincula a lo que la misma empresa propietaria de estas tiendas señala como necesidad de innovación.
El mantenimiento de la “tiendita”, un reclamo que, más allá de la nostalgia, se relaciona con la existencia del comercio de proximidad barrial o de colonia, parece complejo porque, además de lo señalado, la preeminencia del Oxxo y de tiendas semejantes está vinculada con la imparable transformación de las ciudades. Núcleos de población cada vez más alejados del lugar de encuentro y convivencia o conflicto social para devenir espacios de circulación y dormitorio. Es decir, los Oxxos son un síntoma más que la causa de estos cambios. Representan una forma de comercio al menudeo que se adapta a la perfección al devenir de las ciudades extendidas y que, lejos de convertirse en espacios de confluencia se muestran como sitios de dispersión. Nuevos tiempos, nuevas condiciones, que no siempre agradan, aunque resulta difícil contrarrestar si no es a través de la evocación y la nostalgia.
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