Exterminar como política

Manifestación a favor de Palestina. Foto: Archivo Gaspar Morquecho

El pasado año escribí sobre lo vivido en la Franja de Gaza, un conflicto que, en vez de caminar hacia rutas de solución política, está totalmente enquistado. Situación nada sorprendente si se toma en cuenta la cerrazón para dialogar en busca de soluciones, aunque sean parciales, porque es una quimera pensar en la resolución definitiva de la disputa entre el Estado de Israel y los dirigentes del territorio de Palestina. Una realidad que vive, más allá de lo sucedido en las últimas fechas, de los múltiples agravios acumulados desde hace decenios.

Esta confrontación bélica desigual, dada la capacidad armamentística de Israel frente a los palestinos, se demuestra con el número de muertos de ambos lados, donde tristemente sobresale la población civil. Al armamento, por supuesto, hay que añadir la formación militar del ejército israelí y de su población. Un hecho ratificado con la facilidad para obtener insumos para la guerra del Estado de Israel gracias a los apoyos de Estados Unidos y la Comunidad Europea. Hay que recordar, en ese sentido, que en diciembre del pasado año el ejecutivo estadounidense aprobó la venta de 14,000 proyectiles para tanques a Israel. En definitiva, la supuesta guerra es más un enfrentamiento desigual entre un Estado, con todos los recursos propios y ajenos, y una población confinada en una concreta franja de terreno, puesto que tiene 40 km de largo y 12 km de ancho.

Dada esa realidad no resulta extraño que haya incluido el verbo exterminar en el título de este breve artículo de opinión. Afirmación sustentada en el número de víctimas civiles tras la entrada del ejército israelí en la Franja de Gaza. Nadie olvida las víctimas judías que detonaron esta invasión, pero lo sucedido en el territorio donde los palestinos están segregados desde hace años resulta un verdadero exterminio de civiles, donde sobresale, por su número e impacto emocional, la gran cantidad de niñas y niños asesinados.

Más de 20,000 víctimas, hasta la fecha, remite a una política de tierra arrasada en un pequeño territorio donde la única salida es la huida hacia el sur, en busca de refugio en Egipto. Las otras salidas de la Franja son el propio Estado de Israel y el mar Mediterráneo. Así, la ofensiva terrestre israelí, respaldada desde el mar por su propio ejército, no puede resultar más que en una masacre.

El triste papel que juega la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en este y otros conflictos, dadas las restricciones, en forma de veto, que ejercen las grandes potencias mundiales sobre posibles soluciones pactadas, o en forma de envío de tropas de pacificación, refiere lo lejano que está el planeta de acuerdos que trasciendan el uso de las armas y los intereses geopolíticos. A pesar de ello, y antes de finalizar el año 2023, Sudáfrica presentó, ante la Corte Internacional de Justicia de la ONU con sede en La Haya, la acusación de genocidio contra Israel debido a la indiscriminada masacre de palestinos en Gaza.

Lejos de revivir antiguas y siempre reiteradas opiniones y movimientos antijudíos, es evidente que el sionismo ha construido un discurso, ya conformado el Estado de Israel, que de defensivo ha pasado a ser de inquina hacia poblaciones que ninguna culpa tuvieron con la “solución final” vivida por los judíos en Europa, como es el caso de los palestinos. Estos últimos marcados por la segregación constante desde la creación de dicho Estado de Israel y que, dadas las imposibles soluciones políticas para convertirse en ciudadanos o contar con un Estado propio, optaron por la radicalidad representada por Hamas, la organización política y militar que controla la Franja de Gaza.

En resumen, hoy el mundo ve este exterminio de población palestina, como ocurre con otras situaciones similares en distintos lugares del planeta, con una pasividad convertida en normalidad. Una normalidad que llama a la reflexión sobre la perennidad de los conflictos en la humanidad y, a la par, respecto a la irrelevancia con la que se observan las muertes humanas.

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