El mago de Oz Car, 1
Casa de citas/ 675
El mago de Oz Car
(Primera de dos partes)
Héctor Cortés Mandujano
Una vuelta al mundo por un viaflor (Unicach, 2022), de Esaú Márquez Espinosa, es en realidad un volumen –345 páginas– de mails enviados a Esaú por Óscar Márquez Ovando quien (p. 24) “nació en el ejido Nuevo México, municipio de Villaflores, Chiapas, el 16 de febrero de 1956” y, ya como médico, se fue a vivir a París, donde ejerce su profesión desde 1984.
Este alejamiento de su país y su estado, sin embargo, no ha hecho que Óscar (a quien agradezco haberme enviado el pdf de su libro) abandone su identidad frailescana, como es notorio en su escritura libérrima y llena de los modismos de su tierra natal.
Esaú, su tío y amigo, comenta en la introducción que desde el 2004 comenzó a (p. 21) “guardar la correspondencia” y que en ella hay (p. 22) “cuatro asuntos centrales: viajes, situación laboral, social y familiar, narrados de manera ingeniosa y coloquial”; aclara también algo importante: “Óscar no tuvo noticias que había un libro en proceso de construcción […] la correspondencia sostenida con Óscar a lo largo de estos años no fue condicionada para obtener resultados específicos, la correspondencia fluyó libre y espontánea en todo momento”.
Al pie de página Esaú hace notas que aclaran ciertos giros lingüísticos, algunas palabras, el desparpajo verbal –ingenioso y creativo– de su doblemente sobrino. Yo confiaré en que el que entendió, entendió (como dicen en el pueblo), y por eso las citas que siguen corresponden totalmente y sin aclaraciones a mi querido primo Óscar Márquez.
2004
Son frecuentes las salidas poéticas, las metáforas ejidales de Óscar (p. 31):“Arranquéme tu amor de cuajo, cual nigua del gancho de la pata”; (p. 44): “Aquí nomacito, haciéndonos pendejos ¿qué más queda?”, y también sus frases lapidarias (p. 32): “Soy el hombre más feliz de mi vida”; (p. 46) “Feliz el zope, no hace nido, ni cría cuervos”; (p. 51): “la vida es un camote, agarre su montón”.
Llama a Esaú, su corresponsal, de muchísimas maneras; aquí algunas: “Incróspito poeta del papayal; Insigne filósofo del cuajilote mallugado; Impecable profeta del montaral; ¡Oh, irreverente Adonis del pantano!; Abominable Aniceto; Serenísima majestad don Cleofas Tirso de la Majada”…
Y se firma, también, de incontables formas: “El machete de chela, El poeta del mamey, El zángano de zinzunzan, El zule man, La erre con erre rorrito, El ronron rueda riata, El bizcocho de chuchena, El nanchón memeliteño, El chuti emplumado, El papausón reventado, El homo plato, El tacuachón mañoso, El vinagre de cuajilote, El zompopo de ultratumba”…
Su escritura modifica, sin prejuicios, títulos célebres (de películas, de libros), nombres de autores, frases famosas. Escribe en el mensaje que titula (p. 37) “¡Los pelos del pito Pérez!” sobre sus dudas existenciales: “Aquí nomás sangarriando el cara de papa, o dicho de otro modo, sarandiando el tiranosaurio. Volvió este pinche frío de mierda, tan bonito que estaba. Mi dilema es si al final arranco pa’Praga o me voy a la verga, es decir, otra destinación menos exótica, o por qué no, pasármela durmiendo toda la semana cual turipachi en cuaresma”.
Es un viajero constante (p. 38): “A Anna se le ocurrió que pa’l mes de junio nos jalemos a Croacia, mirálo en el mapa, porque cuando pasaste por la primaria a lo mejor no existía”, y después (p. 47): “parece que pa’diciembre la suerte está echada y tengo ganas de acordarme de las películas de Tarzán, luego entonces la destinación es Kenia con todo su animalero: rebaños de elefantes, cebras, búfalos, antílopes, chinacas, chinches, garrapatas, niguas y ardillas voladoras y al fondo a la derecha el Kalimanjaro con sus nieves de fresa y de limón. Resumiendo, paga que me cae, paga que me chingo en viajes”.
En las comparaciones, entre Francia y Chiapas, gana el segundo (p. 58): “Las fiestas estivales del ejido de París no les piden nada a las del Valle de Corzo o al carnaval coiteco. Por ejemplo, el rión ése, el Sena que le dicen, le pusieron unas palmeras, un lodazal, unos cuantos cacashtazos de grava, unos mancerinazos de arena, unas pelotitas, una atarraya y ya se llama ‘Paris Playa’ ”.
Son igualmente irreverentes sus despedidas (p. 50): “Lavartolas el Culiacán”.
2005
Cuenta Óscar sobre algunas peripecias de su nuevo viaje (p. 76): “organizamos las vueltas y desenvueltas pa’las reservas animaleras: Massai Mara, Tzavo y Shimba Hill. Se me realizó el sueño tarzanesco. Y pa’que te rías, tomamos como diez rollos de fotos con dos cámaras, la primera, que es como la tuya, salieron; la de Anna, con teleobjetivo y toda la cosa, valieron verga”.
El frío en París sigue terrible (p. 79): “Ahorita, enfríaseme el chuti, la rede y el jonís con este pinche frío jijuesuchingadamadre”. Hace una reflexión erótica (p. 85): “lo único bueno que tenía esta puta vida, que era la cogedera, ya la vinieron a chingar con los condones”.
El clima no cambia (p. 88): “Aquí sigue el frío, y el agüita, y el ventarroncito, ¡y te güa decí que ya me tiene hasta la reverga!”.
Informa a Esaú, su corresponsal, de un encargo: (p. 103): “Bueno, compréte los caites susodichos en color café. Me dirás, qué pendejo sos, los vieras comprado negros…, negro tendrás el jonás, ¡caso había pue!”.
El frío sigue siendo tema constante (p. 117): “La nieve cayendito cayendito, así como ‘los mariachis… cayeron’, y automáticamente el friazo volvióse friíto”.
2006
Un diálogo sobre la convivencia marital: (p. 126): “El hombre y la mujer no están hechos pa’viví juntos, sólo de vez en cuando y únicamente a fines reproductivos, díjome la muy indina. Ni pa’eso, contesté”.
La mamá de Óscar vive en Chiapas, pero los cumpleaños son sagrados, así vivas lejos (p. 130): “¡Qué bueno que me acordaste que es el cumpleaños de mi jefa, porque se me estaba pasando, hasta aquí se habrían oído las mentadas de madre!”.
El tema del cumpleaños, ahora el de él, aparece de nuevo: (p. 131): “Así es mi estimado Clodomiro, ¡ya nos llevó la Sanverga! Pasado mañana cumplo el tostón, esperando vivamente no llegar al peso”.
Hace ahora un creativo juego de palabras con un célebre título de Nietzsche y una lección de la primaria (Ese oso se asea…) (p. 142): “Ecce homo se asea, así es ecce homo”.
[El título de esta columna es una de las formas en que Óscar Márquez firma sus mails.]
Contactos: hectorcortesm@gmail.com
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