Surimbia, el Calalá y la transfiguración
Al año siguiente, en el día principal de Corpus Christi, cuando en la madrugada me preparaba a ponerme el traje de tigre, escuché unas garras
que arañaban la pared de adobe de mi casa. Salí al patio y vi, a pocos metros, a un tigre de ojos intensos que emitía un rugido de fiesta.
Sarelly Martínez. Surimbia
Para Verónica Robles Ancheyta
Surimbia de Sarelly Martínez, editado por Tifón estudio, es un ameno relato que rinde tributo a las tradiciones y memoria del municipio de Suchiapa, lugar de nacimiento del autor. A través de su lectura nos adentramos a su historia, fundación, ritos, mitos y fiestas de orígenes ancestrales.
Con una prosa fluida, imaginación desbordada y escritura impecable, el autor nos lleva por el origen del gentilicio y la génesis del pueblo. Dice: Surimbia era parte de los soctones, una larga extensión en donde aparecían varios pueblos […] reclamaron su tierra en los albores de la colonia. Una comisión —dice la tradición, dice la leyenda— debió de caminar durante meses, primero por caminos reales del soctón, después por dominios zoques, y más allá, por tierras tojolabales, por los Cuchumatanes, para hacerse oír por los representantes de las autoridades coloniales en la ciudad de Guatemala.
Después de esperar pacientemente e insistir en su petición —dice Sarelly—, regresaron contentos con los títulos de propiedad de sus tierras que les empezaron a repartir. No querían el nuevo nombre de Suchiapa. Ellos estaban orgullosos de Surimbia, que significa el lugar del pozo de nambimba.
Con la llegada de los frailes dominicos durante la época de la colonia, sus ritos se vieron alterados; no obstante, preservaron la memoria de lo antiguo con lo nuevo. Surgieron los guardianes del ritual y conformaron la Cofradía del Santísimo para protegen la tradición y guardar la memoria de la población originaria. Las danzas que se ofrendan, son muestra de ello.
En la fiesta de Corpus Christi el pueblo danza acompañado del Calalá (Calaahlau, término de origen chiapaneco que significa donde viene el venado), los tigres, el gigante emplumado, el gigantillo, las reinitas y los chamulas que llevan consigo animales y remiten a la cosmovisión de los habitantes originarios, en donde animales y hombres son semejantes en sus formas y comportamientos.
Dice Sarelly: Coloqué, como me había dicho el sacerdote, aquellas palmas en un plato especial en el altar de la sala de la casa. Cualquier danzante sabe que las palmas benditas son imprescindibles para cuando se viste de tigre…El danzante que no se ata las palmas se expone a quedarse encerrado por siempre en la piel amarilla del felino fiestero.
Los vínculos que establecen, expresa Yolanda Gama, con los animales son también demiurgos (descripción de una deidad) entre el hombre y lo otro, aquello que es lo más lejano y extraño: los misterios de los cielos, la vida y la muerte; en el mundo onírico se pone en contacto con aquellos hombres que buscan penetrar en el mundo de los espíritus y los traga para después excretarlos transfigurados en hombres superiores que pueden entender el mundo de los hombres y los espíritus.
Los rituales festivos en Suchiapa se expresan en las fiestas, además de la de Corpus Christi, están las de San Esteban en la cual danzan los parachicos y toritos, los viejos que recorren las calles; la Santa Cruz con los espadañeros, hombres que llevan sobre
su espalda hojas de la palma para ofrendarla y la festividad de Santa Ana con la danza de Nambayuli una fusión entre los españoles y los indígenas chiapanecos.
En Surimbia se recrea la vida cotidiana de Suchiapa, sus lugares de encuentro y convivencia, los familiares y amigos, las autoridades civiles y religiosas que se congregan en sus festividades que, en un sincretismo, integran lo que fue en el origen de los tiempos y lo que se incorporó al paso de los años, el asombro de la novedad que altera la cotidianeidad de la vida rutinaria y como: Un diablo se enamoró de una bella surimba, en esos tiempos en donde convivían en el pueblo, brujos y ángeles, sacerdotes y mitoteros, dioses y satanases.
La edición es de bolsillo, con un diseño estético de la portada elaborado por Juventino Sánchez y un extraordinario diseño editorial de Tifón Estudio.
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