La antropología ante el nuevo tiempo en Nuestra América
En uno de sus poemas, el poeta de Matanzas, Cuba, Aramis Quintero, escribió: “La hora del crepúsculo es ambigua como muchas importantes respuestas; está atacada, además, como ninguna otra, por el tiempo; se le ve caminar de tal manera que, bien pensado, es terrible. Es la hora que amaba el más brumoso, poético y ambiguo de los pintores italianos del Renacimiento: Leonardo. Pero es también la hora que se resiste entrar al lienzo, en la que cada instante la sombra y el color son otra sombra, otro color.” Bien leído, este párrafo de un poeta de gran magnitud como el cubano Aramis Quintero, describe lo que vivimos en este Nuevo Tiempo: una luz que anuncia a un mundo mejor pero que, bien mirada, no termina de alumbrar al mundo; una penumbra que testimonia la presencia de la oscuridad. Un Mundo Nuevo que lucha por una Humanidad Universal y un Mundo Viejo, insaciable en sus desmedidos privilegios, que no termina de irse. En un contexto así, es vital la práctica de una antropología que reflexione la actualidad, la Cultura en un momento de transformaciones y cambios tecnológicos que más bien enajenan que liberan. ¿Qué sucede en esta Nuestra América que aún llamamos Latinoamérica y El Caribe? Pregunta básica de un tiempo que es aún sombras y luces, penumbra. Un tiempo en el que la búsqueda por el cambio social profundo, que quiere decir, desaparición de la desigualdad, de los prejuicios, de las injusticias, de todo lo que impide la llegada de una Humanidad Universal, igualitaria y diversa. Es importante descubrir las perspectivas que en el mundo actual anuncian la posibilidad de una Humanidad plena, si se prefiere, reconciliada consigo misma. Descubrir esas perspectivas es una tarea ingente que requiere el rediseño de la reflexión, si ello es posible. Y es que en términos de la situación de Nuestra América el colonialismo sigue siendo una realidad que además se articula con la desigualdad de clases, géneros, lingüísticas, culturales, sociales para resumir. Ya lo advierte la antropóloga keniana Nyanchama Okemwa, “no podemos seguir fingiendo que el mundo moderno no está basado en el colonialismo”. Advertencia que resulta propia para la situación actual que vivimos. Esta advertencia de una antropóloga africana nos conduce a pensar en los caminos posibles para realidades como la latinoamericana y caribeña, en la que la pluralidad cultural es el punto de partida para reconstituir las configuraciones sociales. Es una tarea de la antropología sin duda. Todo un Continente que emergió de realidades coloniales que las teorías sociales han tratado de explicar, varias de ellas, para situar las estrategias del cambio social. Ahí está la pregunta central: ¿Cuáles son las relaciones y construcciones socioculturales en la actualidad que nos permiten no sólo prever sino diseñar las estrategias para la transformación social? ¿Cómo contribuye la pluralidad cultural a la elaboración de estrategias para el cambio social, para la erradicación de la desigualdad en sus múltiples dimensiones? Son preguntas centrales en este fin de período y que están relacionadas con las modificaciones y alteraciones al medio ambiente, al avance de una tecnología cuyos alcances aún son ambiguos, como ese crepúsculo del que habla Aramis Quintero. Horas fundamentales en un mundo convulso como lo advertimos al pasar nuestra mirada a los escenarios actuales: el Medio Oriente, el avance del fascismo en el mundo con sus diversas manifestaciones, la perseverancia de la injusticia, y en fin, esa cara de una oscuridad que no termina de diluirse. Y que sólo será diluida con la práctica misma de una Humanidad convencida de que un futuro mejor no sólo es deseable sino posible.
Auguro a todos los lectores y lectoras, todes, de Chiapas Paralelo un año de buena ventura y de posibilidades de una convivencia mejor. Ojalá que así suceda.
Ajijic. Ribera del Lago de Chapala. A 10 de diciembre de 2023
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