Los que gobiernan el mundo, 1
Casa de citas/ 664
Los que gobiernan el mundo
(Primera de tres partes)
Héctor Cortés Mandujano
En un mundo inundado de información irrelevante, la claridad es poder
Yuval Noah Harari
Ya he comentado sus dos libros anteriores (De animales a dioses y Homo Deus), ahora he leído 21 lecciones para el siglo XXI (Debate, 2018), de Yuval Noah Harari, con traducción de Joandomènec Ros.
En el prólogo dice que (p. 12) “muchos de los capítulos se compusieron en respuesta a preguntas que me formularon lectores, periodistas y colegas”, y buscó equilibrar la visión global con el plano personal; (p. 15) “aunque la tecnología encierra muchas promesas maravillosas, aquí mi intención es destacar principalmente las amenazas y los peligros”.
La parte 1, “El desafío tecnológico”, la divide en cuatro capítulos: Decepción, Trabajo, Libertad e Igualdad.
- DECEPCIÓN: Hubo tres relatos, dice Yuval, que intentaron explicar el pasado y predecir el futuro (el fascista, el comunista y el liberal). Los tres fracasaron. Desde la década de 1990 (p. 24), “internet ha cambiado el mundo probablemente más que ningún otro factor, pero la revolución internáutica la han dirigido ingenieros más que partidos políticos. […] Los ordenadores han hecho que el sistema financiero sea tan complicado que pocos humanos puedan entenderlo”.
Dice (p. 27): “Quizá en el siglo XXI las revueltas populistas se organicen no contra una élite económica que explota a la gente, sino contra una élite económica que ya no la necesita”. Tal vez (p. 37) “todos los debates sobre tecnología e ideología pueden parecer muy abstractos y lejanos, pero la perspectiva muy real del desempleo masivo (o del desempleo personal) no deja indiferente a nadie”.
- TRABAJO: Antes, dice Yuval, las máquinas suplían a los humanos con la fuerza, porque no tenían conocimiento. Eran robots. La Inteligencia Artificial (IA) ha hecho que sean, incluso, superiores a los humanos. La última puerta que ya están abriendo es la comprensión de las emociones. Las máquinas son fuertes, inteligentes y sienten. No tardan en (p. 39) “sustituir a los conductores, banqueros y abogados humanos”.
Los médicos no se enteran de inmediato sobre una nueva enfermedad y un nuevo medicamento. Las máquinas sí (p. 42): “Aunque tengamos 10.000 millones de IA médicas en el mundo y cada cual supervise la salud de un único humano, aún es posible actualizarlas todas en una fracción de segundo”. También (p. 43), “los coches autónomos pueden proporcionar a las personas unos servicios de transporte mucho mejores”, y reducir accidentes humanos. “Los conductores y médicos que sean innecesarios tendrán que encontrar otra cosa que hacer”.
El arte también será materia de la inteligencia artificial (de hecho ya es): se componen canciones y se pintan cuadros sólo con programación (p. 47): “Facebook empezará a crear arte personalizado basado en cuanto sabe de nosotros”. Podría ocurrir que (p. 49) “el mercado laboral de 2050 estuviera caracterizado por la cooperación humano-IA en lugar de por la competición entre uno y otra”.
[La música y las películas en los servicios más usados por humanos son manejados ya por algoritmos. ¿Quién maneja los algoritmos? Se supone que nuestros gustos. Lo que no gusta, desaparece.]
- LIBERTAD: Dentro de unas pocas décadas, dice Yuval (p. 70), “algoritmos de macrodatos alimentados por un flujo constante de datos biométricos podrán controlar nuestra salud a todas horas y todos los días de la semana. Podrá detectar el inicio mismo de la gripe, de un cáncer o del Alzheimer mucho antes de que notemos que algo va mal en nosotros”. Y el algoritmo podrá saber si alguien es gay, incluso.
Además (p. 75), “ya no buscamos información. En lugar de ello ‘gogleamos’ ”. Los automóviles autónomos propondrán (ya lo hicieron en una prueba) al usuario (p. 83): “En caso de un accidente, ¿quiere que el automóvil sacrifique su vida o que mate a la familia del otro vehículo?”. Y en materia de libertad, pasando todo esto al escritorio de los políticos, pueden instaurase una dictadura digital, se pueden hacer (p. 86) máquinas asesinas y, como ya se ha mostrado en varios gobiernos, sistemas de vigilancia para eliminar posibles rebeldías. Sigue (p. 90): “En la actualidad, hay cada vez más bancos, empresas e instituciones que emplean algoritmos para analizar datos y tomar decisiones sobre nosotros”.
- IGUALDAD: Hoy (p. 97), “el 1 por ciento más rico posee la mitad de las riquezas del mundo. Y lo que es más alarmante: las 100 personas más ricas poseen más en su conjunto que los 4.000 millones de personas más pobres. Esto aún podría empeorar mucho”.
Se pueden establecer castas biológicas, dice el autor, porque la salud y la belleza ya se venden (p. 98): “Si con más dinero pueden comprarse un cuerpo y un cerebro mejorados, con el tiempo la brecha no hará más que agrandarse. Hacia 2100, el 1 por ciento más rico podría poseer no solo la mayor parte de las riquezas del mundo, sino también la mayor parte de la belleza, la creatividad y la salud del mundo. […] Es muy peligroso no ser necesario. Así pues, el futuro de las masas dependerá de la buena voluntad de una pequeña élite”.
Dice Yuval (p. 100): “Si queremos evitar la concentración de toda la riqueza y el poder en manos de una pequeña élite, la clave es regular la propiedad de los datos”. La carrera por poseer datos ya empezó: Google, Facebook, Baidu y Tencent nos dan “de forma gratuita información, servicios y diversión, y después revenden nuestra atención a los anunciantes”. Y más (p. 101): “Su verdadero negocio no es en absoluto vender anuncios. Más bien, al captar nuestra atención consiguen acumular cantidades inmensas de datos sobre nosotros, que valen más que cualquier ingreso publicitario. No somos sus clientes: somos su producto”.
Sabiendo quiénes somos, qué nos gusta, cuántos años tenemos, cuáles son nuestras preferencias, nos pueden vender lo que quieran, desde automóviles hasta nuestra forma de ver las guerras. A medida que mejor nos conozcan, será más fácil para los gobiernos y los dueños del planeta (p. 102) “manipularnos y tomar decisiones en nuestro nombre”.
Contactos: hectorcortesm@gmail.com
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