Las complicaciones de Morena para designar candidato en Chiapas
Si el próximo viernes Morena decide que Sasil de León Villar sea su candidata a la gubernatura, seguramente Eduardo Ramírez Aguilar saldrá de ese partido para contender por otra organización política.
No sería una sorpresa. El senador ha dejado claro que es el ganador de la encuesta y que si no es designado estará de todos modos en la boleta electoral del próximo año. Además, no tiene alternativa. Es su última oportunidad para llegar a Palacio de Gobierno.
De los siete perfiles es el único que tiene base social fuera de Morena. Aunque los demás manifiesten sus desacuerdos, en caso de no ser los favorecidos, ninguno emprendería el éxodo hacia la tierra prometida por falta de apoyos externos a ese partido político.
Claudia Sheimbaum y su equipo deben estar analizando con mucho cuidado la situación de Chiapas, tanto que hasta el momento no está definida la candidatura, como también sucede en la Ciudad de México. La suerte de Eduardo Ramírez Aguilar está vinculada a la de Omar García Harfuch.
Los del ala dura de Morena, como Jesús Ramírez, Hernán Becerra y Luis María Alcalde, presionan para que Clara Brugada sea la candidata en la Ciudad de México y Ramírez Aguilar en Chiapas. Para Hernán Becerra, la posible designación de Sasil de León Villard abriría “un conflicto político de envergadura, pues según varias encuestas la senadora figura en tercer lugar, con una distancia de entre 25 y 30 puntos sobre el puntero, Eduardo Ramírez”.
Continúa: “Difícilmente Ramírez renunciará a ser el candidato si el día 10 de noviembre se confirma que tiene una intención de voto cercana a los cuarenta puntos para gobernar su estado. En caso de no ser favorecido, es altamente probable que busque un camino alternativo para hacerse de la candidatura”.
Llama la atención que otras entidades en donde el padrón es mucho menor, se opte por un hombre, como en Yucatán, en donde el padrón es menos de la mitad de Chiapas. Además, sin garantía alguna de que Morena vaya a ganar.
Es decir, mientras que Joaquín Díaz en Yucatán pueda obtener, cuando mucho, 500 mil votos, de un padrón de un millón 554 mil electores, en el caso de Chiapas, Eduardo Ramírez Aguilar podría incrementar la cifra a más de un millón y medio de votos, de un padrón de tres millones 459 mil electores.
Por el contrario, si no participa, Morena dejaría de captar al menos 500 mil votos; una gran parte de esa votación se iría a Movimiento Ciudadano o al Frente Democrático Nacional.
Además, los dirigentes opositores estarían muy contentos de que Eduardo Ramírez fuera su candidato. Hasta el momento no cuentan con un aspirante serio a la gubernatura, y él les garantizaría un incremento notable de votos en las elecciones presidenciales.
Si el hoy senador por Morena cruza el Rubicón de la política oficial, no sería la primera ruptura significativa que viviríamos en Chiapas. Pablo Salazar logró la hazaña de convertirse en gobernador cuando se enfrentó al sistema político priista en el 2000.
Eran otros tiempos, desde luego, pero eso no quiere decir que no se pueda repetir la gesta, incluso en un escenario de máxima hostilidad, persecución de opositores y reparto de dineros públicos como no lo hemos visto en ninguna elección en Chiapas.
Con varios frentes abiertos en el último tramo de su mandato, el presidente no podría dedicar tantos esfuerzos y tiempo a Chiapas, y eso sería una ventaja para Eduardo Ramírez Aguilar. Tampoco el gobernador Rutilio Escandón podría ejercer de Torquemada, porque sabe que si gana la oposición, él sería el primero en ser llamado a cuentas, en una administración que tiene varios boquetes por desvío de recursos. La otra posibilidad es que para no perderlo en las filas del oficialismo, Eduardo Ramírez Aguilar contienda por el Partido Verde.
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