Volar lo que se dice volar

Otoño en la sierra

La tarde otoñal era muy bella, el cielo dibujaba un fondo celeste con nubes blancas que lo decoraban y los rayos luminosos del sol creaban una atmósfera muy agradable. Ágata contemplaba el paisaje desde la ventanilla del camioncito donde iba sentada, junto con sus familiares habían decidido ir de paseo a visitar al tío Prudencio y la tía Vicky que vivían en un pueblito ubicado a 8 horas de la ciudad. Como eran varias personas decidieron rentar un pequeño camión.

El ambiente al interior era muy alegre. La tía Lupita que era quien armaba el relajo traía al presente las anécdotas chuscas que habían pasado a diversos integrantes de la familia. Doña Lupita se caracterizaba por la habilidad de narrar de forma tan amena las anécdotas, que tal parecía que las vivía al momento de contarlas, eso era algo que atrapaba la atención de quien la escuchaba.

Ágata estuvo atenta un buen rato a la conversación de la tía,  luego nuevamente giró la mirada hacia el paisaje. Éste atrapó su atención de tal forma que se le vino a la mente algo que supo desde que era niña, a ella le gustaba viajar e ir en carretera era uno de sus grandes escaparates. Revisó los recuerdos de su infancia, las diversas ocasiones en que viajó con su mamá y papá, cuando junto con su hermano mayor se ponían a contar algo que les llamara la atención, como árboles, letreros, focos encendidos, hasta el número de coches de cierto color. O simplemente alzaban la vista al cielo y le buscaban formas a las nubes. Siempre era divertido.

¿Qué era lo más atractivo de viajar? Se había preguntado más de una vez Ágata, como a manera de comunicación intrapersonal. Su respuesta casi siempre era la misma, t- o- d- o. ¿Todo? Sí, todo todito. Prepararse para el viaje, sentir la emoción porque la fecha se acerque; durante el viaje tratar de disfrutar al máximo cada momento, conversar con las personas, observar lo que es novedoso y también lo que es semejante, probar nuevos sabores en comida, dulces, bebidas, planear menos y estar con actitud de hacer alguna actividad de manera espontánea. Y por supuesto, agradecer al terruño y personas con quienes se interactuó para volver de regreso a casa, con el corazón contento.

Viajar era para Ágata como una manera de emprender el vuelo, justo se le vino a la mente la letra de la canción Volar, de El Kanka y empezó a tararear la partes que recordaba,

Volar, lo que dice volar

Volar, volar, volar, no vuelo…

Solté todo lo que tenía y fui feliz

Solté las riendas y dejé pasar

No me ata nada aquí

No hay nada que guardar

Así que, cojo impulso y a volar

El buen ambiente continuaba al interior del camioncito que cada vez estaba más cerca a su destino. Ágata seguía atenta contemplando el paisaje. Mientras tanto el cielo comenzó a cambiar de tonalidad, como dándole la bienvenida al ocaso.

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