El beso de la vergüenza
Tras el triunfo de la selección femenina española de fútbol en el Mundial celebrado en Oceanía el mundo se ha indignado, y reaccionado, ante las imágenes del dirigente del fútbol profesional español, Luis Rubiales, dándole un beso en la boca a la capitana de la selección, Jennifer Hermoso, quien en la actualidad juega en el Pachuca mexicano. Un atropello que no fue excepción por parte de Rubiales, hasta entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol, porque a él se unieron otros gestos groseros como lo fue el tocarse los genitales desde el palco cuando la selección consiguió el triunfo en el partido de la final. A lo anterior hay que agregar la reunión que realizó días después de los sucesos narrados con los palafreneros, y después traicioneros, representantes del fútbol español para demostrar su condición de retrógrado machista. Su íntegra intervención en la reunión lo demostró con creces y es un buen ejemplo para realizar un análisis del discurso, aunque su contenido sea repulsivo.
A nadie deberían sorprender esos gestos por parte del ahora suspendido dirigente, por parte de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), si se conoce el carácter de las personas que encabezan ciertas instituciones españolas y cómo se conforman y funcionan en el fútbol profesional, en concreto, desde hace décadas. Una rareza española, se podrá pensar, aunque el fútbol internacional refleja a la perfección el anquilosamiento de sus instituciones, al mismo tiempo que ejemplifica las corruptelas del mundo global en todos sus ámbitos y no me detendré ahora a señalarlas. En este texto me interesa resaltar que el comportamiento de Luis Rubiales, que ha dado la vuelta al mundo, puso en imágenes la prepotencia construida desde las ideologías más reaccionarias del mundo, aquellas que, salvo contadas excepciones locales, se reproducen en el fútbol internacional.
La actitud prepotente y machista de tal personaje y de su equipo de trabajo no es nueva, no hay que olvidar que muchas de las posibles jugadoras que hubieran sido titulares de la selección de ese país renunciaron a participar en el Mundial por cuestiones que, sin especificarse concretamente, estaban vinculadas a formas despreciativas hacia el fútbol femenino y a sus practicantes. Algunas de las que también protestaron antes de celebrarse el mundial regresaron al equipo, por voluntad propia y por el deseo de no perder una competición de resonancia global, pero otras mantuvieron su dignidad personal frente al posible éxito deportivo y económico logrado.
Muchas personas desprecian el deporte profesional como entretenimiento y, también, lo hacen científicos sociales a la hora de comprender o analizar lo que significa dicha práctica dentro del mundo contemporáneo. Respetable actitud, pero poco coherente para conocer una parte fundamental de nuestra globalidad. Una posición similar a la que indica que se debe separar deporte y política. Muletilla constante y nada realista dado que el deporte profesional está unido al mundo en el que vivimos, y ello implica siempre tomar posiciones sobre la realidad que nos entorna. El deporte demuestra y, en muchas ocasiones, se anticipa a situaciones que después son consideradas de relevancia para comprender nuestras sociedades.
Lo ocurrido en el Estado español con respecto a la selección femenina es comparable con lo que sucede en sus órganos judiciales cuando se tratan agresiones a las mujeres en su territorio. Posicionamientos que no deben sorprender a nadie, aunque ello signifique irritar cualquier conciencia si se tiene un mínimo sentido de justicia y equidad que va más allá del género. Luis Rubiales, o los palmeros que lo aplaudieron en la citada reunión a modo de cualquier régimen autoritario, de cualquier signo político, no son una excepción, sino que representan perfectamente el sentir de buena parte de una sociedad. Igualmente, la llegada de estos personajes a los máximos cargos del fútbol local y mundial demuestra el talante que tiene años está adquiriendo el deporte profesional. Un deporte movido por el interés económico, las prebendas y una corrupción que por mucho que se ventile en los medios de comunicación confiables -cada vez menos, por cierto- no suelen tener consecuencias.
Los acontecimientos alrededor de este caso no han acabado, por supuesto, pero no cabe duda que el martirologio asumido por Luis Rubiales demuestra la poca capacidad para entender las transformaciones sociales, aquellas que dejaron atrás, o deberían hacerlo, abusos sobre cualquier colectivo humano. Los múltiples casos de acoso sobre mujeres destapados en los últimos años muestran a la perfección formas de pensar y acciones que lamentablemente recuerdan los malos usos medievales; aquellos que parecían olvidados pero que reaparecen para hacernos dudar de que el mundo cambia con la celeridad esperada y deseada.
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