Chile: 11 de septiembre de 1973
En la década que se iniciaba en 1970 había una intensa discusión en Latinoamérica y El Caribe acerca de cómo transformar a sociedades tan desiguales, objeto constante de los golpes de estado en países como Brasil en el que desfilaban los militares en el poder. Fue la época de los llamados “gorilatos”. Cierto es que el triunfo de la Revolución Cubana justo a finales de los 1950 ( primero de enero de 1959), había alentado el optimismo y la confianza de que a través de la lucha armada se lograría un triunfo de las izquierdas latinoamericanas y caribeñas y con ello la oportunidad de incidir en el cambio social desde el Estado. Cierto es también que en América Latina se había dado la primera Revolución Social del Siglo XX, cuando en 1910 se levantaron en armas los campesinos mexicanos bajo la conducción de líderes como Emiliano Zapata o Francisco Villa. Todo conducía a pensar en la imposibilidad del cambio social a través de otros caminos que no fuera la lucha armada. Las guerrillas operaban en Colombia, Perú, Uruguay, Venezuela y se extendían a países centroamericanos como Guatemala. En ese contexto también se encontraba la llamada “Guerra Fría” establecida después de la Segunda Guerra Mundial entre la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS) y los Estados Unidos (USA) que llevaban el conflicto al terreno de la competencia científica, política, cultural, comercial, al tiempo que alentaban guerras regionales “calientes”. Los Estados Unidos proclamaban que no permitirían la introducción del comunismo en lo que consideraban su territorio, América Latina y El Caribe, y decretaron un bloqueo a Cuba que aun perdura. Gracias a ese bloqueo los cubanos se ven en serias dificultades para comerciar con el mundo en general o tener presencia en organismos internacionales. El pueblo cubano en un ejemplo impresionante: ha soportado y sorteado el bloqueo desarrollando estrategias que son un monumento al ingenio y la inventiva humanas. Precisamente en 1970 se celebraron en Chile las elecciones para elegir al Presidente de la República. El pueblo chileno salió a las urnas el 4 de septiembre de ese año para expresar su voluntad eligiendo al candidato de una coalición de izquierdas, la Unidad Popular, Salvador Allende Gossens, quien ya había buscado ser electo Presidente en 1952, 1958 y 1964. El 4 de septiembre logró su propósito venciendo a quien había sido Presidente de Chile, Jorge Alessandri del Partido Nacional, y a Rodomiro Tomic el candidato de la Democracia Cristiana. La fecha del 4 de septiembre de 1970 es histórica no sólo para América Latina sino para el mundo, porque fue la primera vez que un movimiento de izquierda se hacía del poder, del control de un Estado Nacional, por la vía de las urnas. Salvador Allende, político de orientación marxista, llegaba al poder en el contexto de un Estado de Derecho, obteniendo el 36.63% de la votación total, lo que fue confirmado por el Congreso Nacional Chileno el 24 de octubre de 1970. Durante su campaña, Salvador Allende explicó al pueblo chileno su propósito de iniciar un cambio radical en el país instalando un régimen socialista, que a diferencia de Cuba, llegaba por la vía del voto popular. Incluso, el triunfo de Salvador Allende tuvo el reconocimiento de la Democracia Cristiana, que justo en el gobierno inmediato anterior a la elección de Allende, había llevado a cabo la Reforma Agraria y la Nacionalización del Cobre. El nuevo gobierno de la Unidad Popular se comprometía a profundizar en ese tipo de medidas que irían construyendo un camino hacia una sociedad igualitaria. Pero no contaban con que en el “hogar de la democracia”, los Estados Unidos, no les habían gustado los resultados de la elección chilena y decidieron que había que derribar al gobierno de la Unidad Popular. Durante tres años se dedicaron a diseñar el golpe de Estado bajo la conducción del siniestro Henry Kissinger, Secretario de Estado de los Estados Unidos durante el gobierno de Richard Nixon. Por órdenes de Kissinger, los militares chilenos asesinaron al General René Schneider seguido del llamado tanquetazo, es decir, la sublevación militar del 11 de junio de 1973 que anunciaba lo que se venía. El golpe ocurrió el 11 de septiembre de 1973. A la señal de Kissinger, la armada, la fuerza área, el cuerpo de carabineros y el ejército se movilizaron para tomar el legendario Palacio de la Moneda, al que invadieron asesinando a su paso a todo aquel que se oponía y llegando hasta el despacho del Presidente Salvador Allende al que encontraron muerto al haberse suicidado. Antes de ello, todavía tuvo tiempo el Presidente Chileno se lanzar uno de los discursos históricos más importantes que un líder político latinoamericano haya pronunciado. En uno de sus pasajes más famosos, Allende dijo: “Sigan Ustedes sabiendo que mucho más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”. Miles de chilenos oyeron por última vez la voz del Presidente Allende a través de la transmisión de sus palabras en la Radio Magallanes. Tres años antes, el Presidente chileno, hablando en el Auditorio que lleva su nombre en la Universidad de Guadalajara, había dicho: “Por eso ustedes que supieron del ataque alevoso tuvieron que sentir el llamado profundo de la Patria en un superior sentido nacional; por eso ustedes, que sufrieron largamente el embate de los intereses heridos por la nacionalización: por eso ustedes más que otros pueblos de este continente, comprenden la hora de Chile, que es la misma que ustedes tuvieron en 1938 y en los años siguientes. Por eso es que la solidaridad de México nace en su propia experiencia y se proyecta con calidad fraternal a Chile que hoy está realizando el mismo camino liberador que ustedes” (Discurso en la Universidad de Guadalajara, 2 de diciembre de 1970). El Golpe de Estado que inspirado en Kissinger condujo el general traidor Augusto Pinochet sembró el terror. El Embajador de México en aquellos días, Gonzalo Martínez Corbalá, amigo personal de Allende, expuso su vida protegiendo a miles de chilenos que lograron refugiarse tanto en el edificio de la Embajada como en la Casa de México en la que habitaba el propio Embajador. El político mexicano nacido en San Luis Potosí y que había sido senador de la República y Gobernador de su estado, no dudó en defender la democracia en aquel país herido de muerte como lo fue Chile en aquel día 11 de septiembre de 1973. Lo que hizo Martínez Corbalá honró la tradición mexicana de solidaridad con los perseguidos políticos como lo fue en el caso de los republicanos españoles recibidos en México durante la presidencia de Lázaro Cárdenas y gracias a los esfuerzos del Cónsul de México en Francia, Gilberto Bosques. Martínez Corbalá honró esa tradición que se manifestó de nuevo al dar asilo el actual gobierno al Presdente Evo Morales y más reciente a la familia del Presidente peruano Pedro Castillo encarcelado por los golpistas que hoy aterrorizan al Perú. Gonzalo Martínez Corbalá murió el 15 de octubre de 2017 en la Ciudad de México. En Chile, inmediato al golpe, Pinochet inició los asesinatos de los militantes de izquierda, llenando de prisioneros a los estadios de futbol y masacrando a diestra y siniestra a los militantes y pueblo en general que apoyaban al gobierno de la Unidad Popular. A base de crímenes, Augusto Pinochet gobernó al país hasta el año de 1990. Justo en días recientes el Presidente Boric, de orientación izquierdista en Chiles, acaba de firmar el decreto para la búsqueda de los cadáveres enterrados por la dictadura pinochetista, 50 años después de aquellos terribles sucesos del 11 de septiembre de 1973. El caso de Chile ilustra lo que la “extrema derecha” de la mano del imperialismo es capaz de hacer en nombre del “anti comunismo” y a favor de que sigan los privilegios y la explotación en las sociedades latinoamericanas y caribeñas. Hoy se usa a los aparatos legales para anular la voluntad popular expresada en las urnas como bien lo ilustra el caso Peruano y lo que actualmente sucede en Guatemala. El camino hacia una sociedad justa, de iguales, sin exclusiones ni prejuicios, en la América Latina y Caribeña, en la Nuestra América que decía José Marti, es largo y está plagado de obstáculos que las sociedades nuestras tendrán que sortear.
Ajijic. Ribera del Lago de Chapala. A 3 de septiembre de 2023
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