Anti-vida, violencia en Chiapas
“Los delincuentes pobres son los villanos de la película;
los delincuentes ricos escriben el guión y dirigen a los actores”
Eduardo Galeano
En reciente entrevista en medios, hablé de las formas no humanas que hoy distinguen a los carteles, cédulas, grupos criminales. También si tenemos una figura poco entendible o al menos imaginada, como la es, la del llamado Estado; resulta por demás complejo tratar de abordar el proceso social en el que nos encontramos.
Ya sabemos que existe violencia visible y otra no tanto. La visible es física: hombres golpeando a mujeres, a la niñez y a su prójimo más cercano. La no visible es cruenta como la falta de empleo, o de alimentos, también le llamamos estructural. En muchos espacios, dejar de lado la participación de las mujeres, o discriminarlas, se le llama violencia de género, o el racismo, es otra forma de violencia.
Una de las novelas que leí de joven es el Padrino de Mario Puzzo. En su versión película de inicio, la escena nos muestra a un hombre desesperado por la violencia a su hija. Lector lea parte del guion para que desarrolle, a partir de esta lectura, mis argumentos:
(Bonasera, tomando la bebida, sips del cristal del tiro)
Al principio acudí a la policía, como un buen americano. Los dos chicos fueron
llevados a juicio. El juez los condenó a tres años en la prisión, pero anularon la
sentencia, ¡la anularon!
¡Salieron libres ese mismo día! Estaba parado en el juzgado como un tonto. Y
esos dos bastardos, me sonrieron. Entonces dije a mi esposa, “Si queremos
justicia, debemos acudir a Don Corleone …
Vito Corleone
¿Y qué es lo que pides?
(Bonasera se levanta para susurrar su petición, pone el oído de Corleone)
Lo siento amigo, no puedo hacer eso
BONASERA
Le daré cualquier cosa que usted me pida […]
Vito Corleone:
«Deme justicia, Don Corleone.» – Pero no me lo pide con respeto. Usted no me ofrece su amistad. Incluso no piensa en llamarme padrino. En lugar de eso, viene en mi casa en el día que se casa mi hija, y pide que mate a alguien por dinero.
Bonasera
Le pido justicia.
Vito Corleone
Eso no es justicia; su hija todavía está viva.
Bonasera
Entonces que ellos sufran, pues ella también sufre.
(entonces) ¿Cuánto debo pagarle?
Vito Corleone (levantándose y girándose hacia Bonasera)
Bonasera… Bonasera… ¿Qué le he hecho siempre para que me trate con tan poco
respeto? Viene a verme como amigo, después la escoria que deshonró a su hija
sufrirá desde este mismo día. Y si en ocasiones como esta, un hombre honesto se
crea enemigos, también yo me los creo. Desde ahora le temerán.
Bonasera
Ayúdeme ¿padrino?
Vito Corleone (después que Bonasera le besa la mano)
Entonces, Algún día, que puede que nunca llegue, le invitaré a hacer un servicio para mí. Pero hasta que ese día llegue, acepte esta justicia como regalo el día de la boda de mi hija.
La mafia siciliana (italiana), fue muy temida controlaban territorios y ajustaban cuentas, balaceras, muertos, control de policías, de funcionarios gubernamentales, incluyendo alcaldes. Y siempre un jefe de esa mafia llamado padrino.
El modelo mexicano de mafia ha sido en donde hay dinero, recursos. Así podemos ver mafias en las administraciones gubernamentales, en los licores, y ahora las llamadas drogas. Si hay un mal de fines de siglo XX, y flagelo del siglo XXI es sin duda, el de las drogas o estupefacientes, en particular los añejos opiáceos o derivados del opio, pero la mariguana, la coca, y ahora anfetaminas entre otras, crean adicciones; son el imperio de las ganancias millonarias, y el control de territorios y de las personas.
Desde la década de los años ochenta salieron del ámbito “privado”; al asociarse a la clase política (la elite); podemos ver lavado de dinero, mayor control social de la vida misma en territorios, en especial la frontera (las fronteras, pero no le pusimos atención).
Hoy esos carteles han ido invadiendo cada espacio de nuestra vida pública. Ganan millones de dólares, pero a costos muy altos: asesinando a personas de diversas actividades, México es una gran fosa, y lo que ahora pasa es que esto no es vida, es la anti-vida.
Hemos visto cómo y de qué manera nos transformamos: hombres y mujeres ahorcadas, exhibidas en puentes peatonales, otras descuartizadas, puestas en ácido, en constante amenaza. Jóvenes que caen en las garras de estos grupos, desaparecidos, migrantes de igual manera, y además obligadas a ser parte de quienes hacen drogas y una vez que terminan sus actividades, son asesinados y desaparecidos.
Por testimonios de personas en los territorios en disputa, uno de los carteles (CDS); ha dado pasos para ir controlando ejidos cercanos a los distritos de riego de la zona baja de la Trinitaria, como lo han hecho en ejidos de las regiones de Jiquipilas, Ocozocoautla, Cintalapa y Tuxtla. Ya sabemos que el territorio en disputa de la Frontera es en Comalapa, Chicomuselo, y se ha extendido hacia Amatenango de La Frontera y Motozintla. Además de que, en la región de la frontera, Ocosingo, Maravilla Tenejapa, y Las Margaritas y Altamirano, extienden sus redes, gozando las pistas en Ocosingo, y que el espacio o territorio, les crea impunidad (además de la colaboración de militares y personas de las comunidades).
En las comunidades indígenas crece la adicción: bebidas alcohólicas, mariguana, cocaína.
Lo grave es el tráfico de personas, sean migrantes, trata, y armas. Armas que hoy se usan para matar personas, sean sicarios, sea como formas paramilitares, lo de hoy es arreglar los viejos conflictos agrarios por la vía más violenta posible.
La disputa por rutas y territorios deja desaparecidos, acribillados, muertos, levantados, secuestrados, retenidos son muchos, es complicado saber el número exacto, y han provocado que el país y la entidad sea una fosa. El presidente López Obrador minimiza, ve el vaso medio lleno. Y no, no es una situación de mala política, ni tampoco en contra de. Es cierto este régimen tiene adversarios, enemigos, sin duda, pero también hay personas, organizaciones que tienen otra historia, que no pasa por los partidos ni mucho menos instituciones, digamos, tradicionales.
Hasta ahora parece que la guerra la gana la guerra misma, y las víctimas las pone el pueblo, este sí, que se levanta muy temprano a trabajar, a buscar que su vida sea mejor.
En Betania apenas vimos un momento que ilustra las sinrazones de la violencia: decenas de disparos, de numerosas armas de grueso calibre, tirando al aire y gritando: ¡aquí es Betania! ¡Viva Chamula! ¡fuera cartel!, así como en la vida de Corleone hay códigos, ahora el narco lucha a muerte con la muerte. La lucha por la vida es más importante que pensar en la anti-vida que hoy nos traen carteles, y el mismo sistema capitalista.
Correo electrónico: ggonzalez@ecosur.mx
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