De pronto, el mar
Casa de citas/ 646
De pronto, el mar
Héctor Cortés Mandujano
Mariposas de laca (Coneculta Chiapas, 2002), de Armando Duvalier, nacido en Pijijiapan (1914-1989), es una colección de poesía breve; de hai-kais y tankas, fundamentalmente.
Escribe en “Picardía” (p. 100):
—¿De dónde viene ese aroma
que envuelve todo el jardín?
—Se alzó el vestido una rosa.
***
Hace años, olvidé una maleta en un taxi. Dentro de ella se hallaba un ejemplar de Teresa Batista, cansada de guerra, que estaba a punto de terminar. Lo hago ahora. Teresa Batista, cansada de guerra (Editorial Losada, 1973), de Jorge Amado, es una novela dentro de la lista de este célebre autor brasileño que alude desde el título, como en otros de su autoría, a una mujer poderosa y libre: Doña Flor y sus dos maridos, Tieta de Agreste, Gabriela, flor y canela… El título de mi columna viene de ahí.
Teresa fue vendida a los trece años a un hombre cruel, el capitán Justiniano Duarte da Rosa, quien la viola y la golpea hasta conseguir que ella tenga lo que él ha requerido de las muchas menores a quienes ha violado y torturado: obediencia y miedo. A los quince se libra de esta esclavitud de la única forma que se podría: a cuchillazos. La busca ahora un doctor, Emiliano Guedes, quien la vuelve su amante de otra forma: con ternura. La hace vivir en una casa lujosa y se le muere dentro en (p. 275) “la noche que Teresa Batista durmió con la muerte”.
De allí, vuelve a la guerra y pasa por prostíbulos, por causas solidarias, curando a gente de la peste (todos los profesionales de la salud se van, las únicas que se quedan para salvar a la población, encabezadas por Teresa, quien aprendió cómo tratar y poner inyecciones, son las prostitutas). Después, por ser solidaria con éstas, en otra guerra, ahora contra el gobierno, vuelve a probar la cárcel y las golpizas.
La vida, al final, la premiará con el amor…
Cada capítulo inicia con la charla de una persona que conoció y admiró a Teresa. Le cuenta a un interlocutor de ella y al mismo tiempo reflexiona sobre la vida (p. 17): “Cuando viene la desgracia no viene sola. […] La alegría, en cambio, no prende, es planta exótica, de cría difícil, de poca sombra, de duración breve, no se da bien ni con el sol ni con la lluvia ni con el viento”.
También el narrador reflexiona (p. 50): “Gustar es fácil, sucede cuando menos se lo espera, una mirada, una palabra, un gesto y el fuego ya quema el pecho y la boca; lo difícil es olvidar, la nostalgia consume a los seres vivientes”.
A Teresa la llaman de muchas formas (p. 85): Navajera, Teresa del bamboleo, Teresa de los siete suspiros, del pisar suave; (p. 120) Teresa de la luna nueva; cuando se libera, matándolo, de su violador y captor la llaman (p. 221): Teresa, el miedo se acabó.
Cuando muy jovencita, aún dentro del terror que fue vivir con el capitán Justiniano, se enamoró de un joven Donjuán. Lo oía y se sentía trasportada a otro mundo (p. 198): “Oigo tu voz y busco una cama con urgencia”.
Cuenta una de las voces anónimas en una de las últimas luchas emprendida por Teresa (p. 413): “Cuando una puta se desviste y se echa para recibir a un hombre y darle el supremo placer de la vida a cambio de una escasa paga, ¿sabe, ilustre combatiente de la justicia social, cuántos están comiendo de esa escasa paga? El propietario de la casa, el sublocador, la celestina, el comisario, el gigoló, el tira, el gobierno. La puta no tiene quién la defienda, nadie se levanta por ella, los diarios no dedican ni una columna a describir la miseria de los prostíbulos”.
Luego de tanto, Teresa Batista, cansada de guerra, acepta la propuesta de matrimonio del panadero Almério. Las mujeres que la ayudan a vestirse y arreglarse la ven mal (p. 505): “¿Dónde se vio una novia más melancólica? ¿Se prepara para la fiesta de casamiento o para el velorio de su propia muerte?”.
Pero aparece el pescador gigante, Januario Gereba, de quien ha estado enamorada y se va con él. Almério, sacando el pecho, decide hacer la fiesta de matrimonio pese a todo, mientras ella, en el barco, en alta mar, le dice al hombre de su vida (p. 508):
“—Quiero que me hagas un hijo, Janu.
“—Soy bueno para eso.”
***
Cervantes & compañía (TusQuets, 2016), de Ignacio Padilla, está constituido por un conjunto de textos que aluden a Miguel de Cervantes como figura central, aunque en el primero de ellos se le analice comparativamente con otro genio de su misma época: William Shakespeare.
En “El accidente de la novela moderna”, Padilla reflexiona sobre la serie de acontecimientos que se dieron para que Cervantes llegara a la invención de esa (pp. 93-94) “refriega de aprendizajes, enmiendas e iluminaciones que sobre los géneros literarios hierve en la mente de Cervantes entre la redacción del Quijote de 1605 y la del Quijote de 1615”.
Lo explica en este párrafo extenso que comparto contigo lector, lectora (p. 94): “Por más que lo intento, no consigo no leer la primera parte de las aventuras del ingenioso hidalgo como un laboratorio donde un cuentista audaz, un dramaturgo frustrado y un poeta desigual se ensayó sin saberlo en la creación accidental del primer gran monstruo novelístico de la modernidad. En otras palabras e invocando a Borges, creo que el Quijote de 1605 es la equivocación dichosa de un Cervantes inconsciente y reticente al milagro novelístico; se trata de una concatenación de accidentes geniales pero no del todo asumidos que conducirán al magno monstruo del Quijote de 1615, que es también un accidente, aunque ahora se trata de un accidente por completo aceptado”.
Contactos: hectorcortesm@gmail.com
Sin comentarios aún.